jueves. 28.03.2024

-¿Es Cantabria un lugar con tradición vinícola?

Mucha gente desconoce que esta ha sido una tierra de vino. Alrededor del año 1.800 toda la zona costera de Cantabria estaba repleta de viñedos. Mi madre es historiadora y ha encontrado documentos que reflejan que en localidades como Colindres y Castro Urdiales parte de la economía de la época se basaba en la producción del vino. Existían reales decretos que obligaban a consumir todo el vino producido aquí antes de traer otros de la meseta. También hay pruebas de que llegó hasta ultramar a través de Castro Urdiales, que realizaba transacciones económicas con Inglaterra.

El cambio climático ha propiciado una revolución en el mundo de los vinos

-¿Cómo era su elaboración?

Muy compleja. Tenían un problema con la madera ya que a la hora de vinificar se les picaba con los primeros calores del verano, por lo que lo usaban como vinagre.

-¿Qué diferencia a los vinos de Cantabria del resto?

Se distinguen de los vinos de la mesa en su frescura. Nosotros tenemos algo que en La Rioja desearían que es la aportación del Mar Cantábrico. Él es el que nos da este clima templado que permite que las viñas estén más frescas y no sufran ese estrés hídrico de otras zonas. Aquí llueve y no tenemos riego. La proximidad al mar aporta matices de salinidad. Otra de sus características es la complejidad aromática.

-¿Cómo está cambiando el mundo del vino en los últimos años?

El cambio climático está propiciando la revolución actual. Muchas bodegas del sur de España están viviendo hacia el norte. La meseta se desertiza y aquí en Cantabria hemos pasado de tener que utilizar el chubasquero durante todo el verano a ver que cada vez entra más pronto y es más caluroso. Esto nos favorece a la hora de realizar el cultivo de la vid.  Además estamos arropados por el trabajo de los técnicos. Tanto los ingenieros agrónomos como los enólogos aportan muchas cosas. La mayoría de bodegas trabajamos con acero inoxidable y eso se traduce en una mayor higiene en los vinos ya que no tienen las enfermedades que angostan en la madera.

Bodegas Vidular

-¿Y qué busca el consumidor actual?

La demanda del consumidor también ha cambiado. Se buscan vinos que no tengan demasiados grados, 11º, 12º y que sean frescos. Antes, los viajeros consumían Rioja y Ribera y  ahora se buscan otras cosas. Además de probar nuestras anchoas y quesos,  y si se les permite maridarlo con vino de Cantabria el resultado es mucho mejor, ya que conjuga perfectamente con nuestra gastronomía. El mundo del vino ha dado la espalda a la gente joven, y eso hay que cambiarlo con nuevas propuestas.

-¿Cómo nació la idea de crear Bodegas Vidular?

Empezamos en el 1.999 cuando se dieron diversos factores. Vimos que Cantabria era la última comunidad autónoma en tener viñedos o derechos de plantación. Mi hermano estuvo trabajando en una bodega y yo me dedicada a la distribución de vinos, siempre habíamos tenido la inquietud de plantar e incluso teníamos vides en casa de nuestros padres.  Nos apasiona el mundo del campo y nos metimos en esto junto a mi padre sabiendo que contábamos con el apoyo familiar, que tenía el campo que necesitábamos. Lo más complicado en ese momento era conseguir los terrenos, ya que había que hacer inversiones muy fuertes y nosotros ahí tuvimos suerte. Primero adquirimos la finca de Vidular de cuatro hectáreas dónde hicimos la bodega, y luego aumentamos a Castillo y Noja. En 2004 empezamos con 4.000 botellas  y a medida que íbamos vendiendo, plantábamos más, hasta llegar a las 10 hectáreas que tenemos en la actualidad.  Hemos introducido el albariño en Cantabria gracias a una labor conjunta llevada a cabo con la administración. Cuando empezamos estábamos solos, y ahora hay 14 bodegas en toda la región.

Se buscan vinos que no tengan demasiados grados, 11º, 12º y que sean frescos

-¿Con qué tipos de uva trabajáis? ¿Qué sistemas utilizáis?

Las variedades de uva con las que trabajamos son chardonnay, albariño, godello y treixadura, que combinamos. El sistema de plantío que utilizamos es el gullot, que es un sistema de poda francés que se hace en terrenos muy vigorosos, para controlarlos.

La primera es la variedad de uva blanca más plantada por todo el mundo, desde Sudáfrica hasta América y por supuesto Francia, de donde es oriunda. Es fina, elegante y aquí la usamos con nuestra primera marca, el Ribera del Asón. Es un coupage (mezcla de dos o más variedades de uva) con albariño.  La primera nos da cuerpo y la segunda aromas cítricos.

La treixadura es una de las que más llevan los blancos atlánticos con más calidad, y que se aclimata muy bien a Cantabria. Por su parte el albariño es una de las que más reconocimientos tiene por sus características aromáticas y sus acideces equilibradas y además el godello que es perfecto para la orografía de esta finca de Noja, que tiene mucho aporte de caliza y que madura muy bien.

El Cantabricus, otro de nuestros vinos, está conformado por Treixadura (80%), y Chardonnay (20%)

-Y ahora lanzáis al mercado un nuevo producto el Cantabricus Brut.

Es el primer brut de la región. Acabamos de lanzarlo al mercado y tenemos muchas expectativas. Numerosos estudios indican que el mundo del vino ahora mismo está controlado por los anglosajones, que apuestan por este tipo de bebidas refrescantes que son agradables y que van a seguir creciendo.

-¿Qué proyectos de futuro tenéis planeado para la bodega?

Realizamos visitas guiadas de hora y media en la que mostramos a la gente nuestro viñedo y les damos aprobar nuestro producto. Nos hemos dado cuenta que el enoturismo tiene mucho tirón y por eso estamos diversificando nuestra actividad en torno a ello. Tenemos una casa rural en Vidular que nos ha hecho ver que el futuro pasa por ahí.

Bodegas Vidular 02

 

“Cantabria es una tierra de vino”