viernes. 19.04.2024

Islandia ha logrado lo imposible. El país nórdico ha conseguido acabar con el alcohol y el tabaco entre sus jóvenes. ¿Cómo? La clave está en su programa ‘Youth in Iceland’, puesto en marcha en 1998 con el objetivo de combatir la adicción a las drogas entre la juventud del país.

A finales de los años noventa, Islandia era uno de los países europeos con mayores tasas de consumo de alcohol y tabaco entre los jóvenes. En 2016, apenas el 5% de los adolescentes reconoce haber consumido alcohol en el último mes, y solo el 3% consume tabaco diariamente, según un informe. 

El ‘binge drinking’, el consumo en “atracón”, es la práctica más extendida entre los jóvenes

En España, el alcohol es la droga más consumida entre adolescentes y jóvenes. Según los datos del Ministerio de Sanidad Política Social e Igualdad, el 75,1% de los adolescentes de entre 14 y 18 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida, 6 de cada 10 adolescentes se han emborrachado alguna vez y 1 de cada 3 lo ha hecho en los últimos 30 días.

El ‘binge drinking’, el consumo en “atracón”, es la práctica más extendida entre los jóvenes. Estos realizan un consumo intenso del alcohol en un escaso lapso de tiempo, localizado fundamentalmente los fines de semana. Del 58,5% que había consumido bebidas alcohólicas en los últimos 30 días, casi todos (99,8%) habían bebido en fin de semana, mientras que sólo un 39,3% lo había hecho en días laborables.

MEDIA DE 13 AÑOS

La edad media de inicio de consumo de alcohol en nuestro país es de 13 años. A pesar de la legislación, los adolescentes tienen un fácil acceso a bebidas alcohólicas y comienzan a beber desde temprana edad en los llamados botellones.

La prohibición de suministrar alcohol a los menores de 18 años o el precio de las bebidas en los bares son dos de los motivos que han propiciado la práctica de beber en la vía pública, pero en la actualidad los botellones suponen también un nuevo lugar de socialización para los jóvenes.

“Me gusta el botellón por el ambiente y también porque se conoce a mucha gente”, afirma Diego, de 18 años. “La verdad es que paso un buen rato con mis amigos”. Para Ángela y Andrea, de 17 años, “ir de litros” también supone un lugar que ayuda a relacionarse. “A mí, además, no me gusta estar desde primera hora de la noche metida en un sitio”, asevera Andrea. “Yo hago botellón, más que por beber, por el ambiente que hay. Estás con tus amigos, haces juegos y te lo pasas bien. Yo muchas voy y no bebo, tampoco es algo súper importante para mí”, asegura Ángela.

En efecto, la tendencia del botellón también se realiza entre los abstemios, quienes acuden al lugar de reunión y consumen bebidas no alcohólicas. Este fenómeno se ha denominado como ‘botellón light’.

POTENCIAR LAS ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES

Volvamos a Islandia y su plan ‘anti alcohol’. Los estudios llevados a cabo en este país muestran que una mayor participación en actividades extraescolares disminuye considerablemente el riesgo de consumir sustancias adictivas entre los jóvenes. Así, el Gobierno de Islandia ha aumentado los fondos destinados a actividades para adolescentes y ha repartido bonos para que aquellos con menos recursos puedan sufragar las actividades escogidas. Una medida que ha resultado más efectiva que las ayudas económicas directas a las familias.

Según el Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE), dependiente del Ministerio de Educación, más del 70% de los alumnos de Primaria y más del 60% de los de Secundaria realizan alguna actividad extraescolar en nuestro país. Y a pesar de lo que podamos creer, para ellos son más importantes de lo que parece. “Práctico boxeo y he sacrificado varios fines de semana de fiesta para preparar un combate importante”, asegura Diego, “para mí es lo primero”.

También los estudios y otras oportunidades laborales están mejor valorados que una ‘juerga’ para los jóvenes. “Sin ninguna duda escogería primero los estudios que una fiesta, que al final solo es la satisfacción de una noche”, expresa Andrea. “Lo otro te dará oportunidades para el futuro”. “De fiesta te lo pasas bien un rato, pero luego no te va a aportar nada”, opina su compañera Ángela.

TOQUE DE QUEDA

‘Youth in Iceland’ también ha llevado a polémicas medidas legislativas como el toque de queda, que prohíbe a los menores de 12 años salir solos a la calle a partir de las 20 horas, y después de las 22 horas a los de entre 13 y 16. Además, se ha elevado la edad mínima para la compra de tabaco y alcohol a 18 y 20 años, respectivamente.

A pesar de la legislación, los adolescentes tienen un fácil acceso a bebidas alcohólicas

Hemos preguntado a nuestros tres adolescentes cómo se sentirían si, de repente, España aplicase una restricción similar. “No entiendo por qué a los menores no les dejan salir, siempre y cuando sea en un ambiente bueno y no haya peligro. A mí no me gustaría que pasase aquí”, protesta Diego. Andrea, por su parte, admite que se sentiría “en una burbuja”. “Si fuesen mis padres los que me lo prohíben, me quejaría pero lo vería mejor que si fuese el Gobierno. Creo que esa responsabilidad recae en los padres y su consideración”. Ángela tampoco aceptaría la medida: “solo te daría tiempo a salir y entrar”, considera.

A Óscar, un joven de 14 años que confiesa que nunca ha hecho botellón, tampoco le agrada la idea. “Nunca estoy hasta tarde por la calle, pero cuando sea más mayor no estaría a gusto sabiendo que no estoy haciendo nada malo y que me tengo que ir para casa”.

Este joven que cursa 3º de la ESO representa un sector minoritario de la población juvenil que considera que no es necesario pasar las noches de los viernes y los sábados bebiendo. “No hago botellón y nunca lo he hecho porque para mí el deporte es muy importante y no quiero estropearlo bebiendo”. A pesar de ello, no se considera un ‘bicho raro’. “Tengo otras preferencias y otros gustos y así soy feliz”, afirma.

Solucionar el asunto del botellón no es tarea fácil. En Santander, la policía ha ‘tomado’ desde hace meses la céntrica Plaza de Cañadío, que cada fin de semana se llenaba de cientos de jóvenes que dejaban tras de sí cantidades innumerables de bolsas de plástico, botellas vacías y otros desperdicios. Pero este hecho no ha impedido que los jóvenes busquen otros lugares de reunión ubicados en distintos puntos de la ciudad. “Siempre encontramos el lugar para beber”, comenta Diego.

“El botellón no es algo que se vaya a solucionar porque nunca estará contento todo el mundo”, considera Andrea. “A mí, poner un sitio para que la gente pueda beber legalmente me parece una buena opción, pero tampoco creo vaya a servir, porque solo el hecho de que se deje beber va a hacer que la gente se vaya a otro lado. Somos así”, puntualiza.

'Ir de litros' está de moda en una sociedad que no combate el botellón ni ofrece...
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