jueves. 28.03.2024

A finales de septiembre, entre el 19 y el 25, comienza en Camargo una investigación cuya repercusión nacional e internacional puede dar un giro al modo de comprender la evolución humana. La importancia de la cueva de El Pendo, más pequeña y posiblemente menos famosa que otras grutas de Cantabria, radica en el amplio periodo que recogen sus estratos y sedimentos. Concretamente, entre los 40.000 y los 12.000 años. En ese amplio margen es cuando se produjo una “revolución que quizá sea la más importante: la cognitiva”, es decir, aquella que llevó a un simio a “caminar sobre la Luna y a descifrar su propio ADN”.

Así lo definía hace unos días Edgard Camarós, investigador del Instituto Catalán de Paleocología Humana y Evolución Social (IPHES), que codirige el proyecto junto con Pablo Arias y Marián Cueto, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas (IIIPC) de la Universidad de Cantabria, y para quien los restos de esta cueva “nos dicen cómo somos”.

Con todo, lo más interesante de El Pendo, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, es la amplia variedad de restos arqueológicos que presenta, y que permiten dibujar un diagrama evolutivo tanto del ser humano como de su comprensión del mundo y el arte. Dividida en dos grandes zonas, una de excavación arqueológica y otra con restos de arte rupestre, “contiene ese periodo de simios a homo sapiens, que lleva a hacer cosas como un pez a partir de un hueso”.

El Pendo era un centro para la “reunión de grupos”, donde “intercambiaban información” no solo respecto a su día a día, sino a las técnicas artísticas, “se enseñan unos a otros”

Esta capacidad de reproducir la realidad que ve de forma conceptual, y trasladarla a objetos y muros, representa a juicio de Camarós “el porqué del cambio” entre el simio y el hombre. Pero la cueva es igualmente relevante por otro motivo. Mientras que muchos otros espacios cavernarios eran utilizados por un único grupo de individuos, El Pendo era un centro para la “reunión de grupos”, donde “intercambiaban información” no solo respecto a su día a día, sino a las técnicas artísticas, “se enseñan unos a otros”.

Así podría desprenderse, por ejemplo, de los estratos en los que va a trabajar el equipo, cuyas bandas más oscuras confirman la “presencia humana”, dado que esa tonalidad se produce por “restos fósiles y orgánicos”. “La cavidad alberga uno de los mejores depósitos arqueológicos a nivel internacional” para el estudio de la evolución, ha afirmado Camarós, quien define la cueva como “un gran cerebro fósil”.

Las excavaciones arqueológicas de El Pendo permitirán descrifrar la  revolución cognitiva del hombre

Pinturas a 80 metros

Pero junto a los restos que se han encontrado en El Pendo, muchos de los cuales se exponen en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC), también destacan las pinturas rupestres que decoran un amplio friso de la cueva. Unas pinturas no tan grandes como las que pueden verse en Altamira, pero que tienen una dificultad añadida que confirman la sofisticación de aquellos que las realizaron.

Las figuras representadas en este friso de más de 20 metros de longitud están organizadas por parejas de animales enfrentadas y de diferentes tamaños, lo que “nos habla de cómo se organiza el arte”

Su ubicación es realmente significativa. En primer lugar, se sitúan a varios metros de altura, lo que implica el uso de algún tipo de plataforma para alcanzar dicho friso. Pero además, “a partir de este punto no llega la luz” natural que entra por la abertura de la cueva.

Asimismo, el friso “está elegido para la pintura y organizar un conjunto sincrónico”, ubicándose perpendicularmente a la entrada. Las figuras representadas en este espacio de más de 20 metros de longitud están organizadas por parejas de animales enfrentadas y de diferentes tamaños, lo que “nos habla de cómo se organiza el arte”.

De nuevo, y como ocurre en otras cuevas, en la zona central se ubica “una gran cierva y un caballo enfrentados”. “Esta forma de emparejar y enfrentar es voluntad de la composición y geometría”, ha afirmado Camarós, quien ha detallado que en la creación de estas pinturas se han utilizado “tres técnicas diferentes: tamponado, tinta plana y trazo lineal”.

El friso de pinturas de El Pendo tiene más de 20 metros de longitud

Historia muy larga

El estudio de la evolución humana a partir de los restos arqueológicos encontrados en El Pendo no es algo exclusivamente actual. De hecho, y como ha recordado el director del MUPAC, Roberto Ontañón, existe una “historia muy larga, tanto como la de Altamira”. En este sentido, Marcelino Sanz de Sautuola realizó trabajos en esta cueva, aunque fueron más a modo de “nota de descubrimiento, de exploración”.

La cueva de El Pendo ha sido una “escuela internacional”

Fue Hermilio Alcalde del Río, arqueólogo torrelaveguense, quien “descubrió las primeras pinturas y los primeros grabados”. Posteriormente, las excavaciones de Jesús Carballo permitieron recuperar buena parte del arte paleolítico, como el bastón de mando.

La cueva de El Pendo ha sido una “escuela internacional”, y las nuevas intervenciones que comenzarán a partir del 19 de septiembre pretenden recuperar la posición de este espacio arqueológico, que “contribuirá a impulsar el turismo de Camargo”, como destacó en la presentación la alcaldesa, Esther Bolado.

De este modo, este “proyecto de gran interés para la comunidad internacional” permitirá retomar “una labor que no se debería haber perdido”. A estas palabras de la vicepresidenta del Gobierno de Cantabria, Eva Díaz Tezanos, se suma la idea que ya expresó la ex ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, de que “El Pendo es el primer cine” de la Historia.

La llave para descifrar la evolución del simio al hombre se encuentra en Cantabria
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