jueves. 28.03.2024

“Un cantero de Buelna…”, así comienza una canción del folclore de Cantabria. Y es que el trabajo de cantero era un oficio artesanal muy extendido por la región, y además con una gran fama por toda la península, por trabajar muy cuidadosamente la piedra. Los canteros, al igual que los campaneros, eran artesanos que salieron fuera de las fronteras de Cantabria para trabajar dada su repercusión. Otros, como los ebanistas, tuvieron una fama menor. Pero hoy en día todos son olvidados por la mayor parte de la sociedad de Cantabria, por ello Pedro L. Madrazo, gerente de ADIC, ha publicado con ETNOCANT el libro ‘Los oficios artesanales tradicionales en Cantabria’, donde pretende poner en valor a los artesanos y que su oficio no caiga en el olvido.

Madrazo ha hablado con ‘eldiariotorrelavega.es’ sobre el libro y sobre las tradiciones de Cantabria, minutos antes de la presentación del primero en el Centro Cívico de Tanos, rodeado además por la exposición del quinto centenario de la Agrupación de Danzas Virgen de las Nieves de Tanos.

- Quizás la primera pregunta de muchos jóvenes al ver el libro es: ¿cuáles son los oficios tradicionales de aquí?

No, vamos a ver. Los oficios que incluye el libro son los que se han hecho en Cantabria, aquí hay una selección de ellos. Son oficios artesanales en Cantabria, que no de. Es decir, son oficios que se han desarrollado en Cantabria a través del uso de diferentes materias primas, pero que también se han dado en otros lugares y no son exclusivos de Cantabria. Esto se debe a la interrelación de los pueblos.

El libro, lo que desarrolla, son oficios que están relacionados con diferentes materias primas básicas y que han sido recursos materiales de Cantabria, como son la madera, la piedra, el hierro y luego también la actividad alfarera y cerámica, la artesanía textil, básicamente para autoconsumo y utilizando lino y lana.

La actual artesanía de los albarqueros no tiene nada que ver con la que se utilizaba antiguamente 

- De todos los oficios de los que hablas en el libro hay muchos que hemos perdido, aunque algunos como el de albarquero se mantiene y otros se deben excluir de artesanales por haber evolucionado a algo más industrial Pero, ¿queda alguno más?

Efectivamente. De la selección de oficios del libro, que estén actualmente en uso, casi de una forma pintoresca, sería el de albarquero, que hay seis o siete. La actual artesanía de los albarqueros no tiene nada que ver con la que se utilizaba antiguamente, porque ha perdido el sentido. La albarca se usaba a diario en terrenos de fango, embarrados o nieve en zonas rurales, y actualmente se usa solo en el folclore y en las subidas de albarcas. Después también hay un par de cuevaneros y un campaneros.

- Pero sí que se han dejado por el camino oficios en los que los cántabros tenían renombre nacional, como puede ser el de cantero.

Efectivamente. Aunque actualmente los de madera son los de más conocimiento popular en Cantabria, quien ha dado fama fuera de las fronteras han sido otra serie de oficios. Principalmente dos: el de cantero y el de campanero. También el de retablista, aunque en menor orden. Entre esos dos, el de cantero fue el más importante.

La cantarería que trata el libro es la que abarca del siglo XV hasta principios del XX, que tuvo su momento álgido empezando por la zona oriental de la región, principalmente en Transmiera y Junta de Voto, y de ahí se fue extendiendo durante los siglos hacia la zona occidental, para tener un arraigo importante en el Valle de Buelna. Una de las causas de ese momento álgido, además de la maestría que tenían, es que estaban muy bien pagados en Castilla. En las construcciones de estilo religioso ellos destacaban por cantidad y calidad.

- ¿La pérdida de estos oficios se debe al día a día, al progreso o a que no se han cuidado bien?

Los oficios tienen un sentido en un momento puntual de la historia, porque la sociedad en ese momento, sus formas de vida, lo demandan. Evidentemente, los cambios sociológicos y los cambios de actividades económicas y de productividad hacen que oficios que tenían una época de esplendor caigan en desuso.

- Cantabria se encuentra en trámites para declarar a la albarca y los albarqueros como Bien de Interés Cultural (BIC), anteriormente lo han sido, por ejemplo, Las Marzas. ¿La declaración supondrá un paso para mantener el oficio?

El que algo se declare BIC, significa que se le está aplicando la ley de Patrimonio Cultural, y que entorno a esa ley existe una política de protección y de fomento. Esto quiere decir que. en teoría, el declarlo BIC obliga al gobierno al desarrollo de una serie de políticas.

De momento, a día de hoy, la única política que han hecho con los albarqueros es sacar un folleto. El otro día, en la primera presentación del libro, estaba la actual directora general de Cultura, y podemos decir que de momento solo andamos con un folleto. Hablando con los actuales albarqueros, que prácticamente todos tienen más de 70 años, dicen que ellos harán albarcas hasta que se aburran o físicamente no puedan. Esto quiere decir que si no se ponen unos medios por parte de las instituciones el oficio morirá. Para que no quede como rescoldo del pasado habrá que crear unas Escuelas Taller o algo que interese a los jóvenes, que es donde está el futuro, aunque debemos dejar claro que, obviamente, no se puede vivir de ello.

Quien ha dado fama fuera de las fronteras de Cantabria han sido los canteros, campaneros y retablistas

- Ya no hablando de algo tan particular como los oficios tradicionales, sino de algo genérico como la tradición de Cantabria. ¿Son los jóvenes conocedores de ella?

En mi opinión personal no, quitando excepciones. Las excepciones vienen dadas por gente que anda metida en asociaciones que tienen una relación con el folclore o conservación, o por gente que a nivel personal se interesa. Quitando esto, la mayoría no lo valora porque lo desconoce. El libro es otra herramienta más de divulgación que, desde mi punto de vista, es lo que hay que hacer. Divulgar porque hay un gran desconocimiento de la cultura tradicional de Cantabria. Lo que existe, como se dice en la actualidad, es un postureo, y eso hace que la gente se quede en lo más llamativo y en lo pintoresco.

- Pero este desconocimiento es fruto de una dejadez de décadas, por ejemplo en los centros de estudio.

Es obvio que donde tiene que aprenderse esto es en los centros educativos. Lo que no ha existido es una política educativa que muestre a las nuevas generaciones la historia, la cultura tradicional, la geografía... un poco lo que sería Cantabria en un sentido amplio. Por el contrario, se ha picado y se dan una serie de retazos muy generales. En los últimos años, yo lo que he visto es que alguna cosa puntual, como la mitología de Cantabria, sí se ha dado en las escuelas, pero adentrarse en episodios de la historia, que no tengan que ver con los antiguos cántabros, no existe.

Es que también uno de los grandes problemas es que la gente se piensa que cuando el Imperio Romano venció a los antiguos cántabros se acabó la historia de la tierra, cuando hay 2.000 años más de historia.

- Un hecho clave es el 28 de julio y muchos cántabros lo desconocen.

Sí, efectivamente. El 28 de julio, que tendría que ser una fiesta de la identidad de Cantabria y de todos sus municipios, aunque en Puente San Miguel tenga más relevancia porque es el protagonista. Para la inmensa mayoría de la población no deja de ser una fiesta de “las Instituciones”. Algo totalmente frío, anónimo, huérfano y que realmente, estoy seguro, de que un porcentaje amplio de la población desconoce el acontecimiento histórico que se celebra esa jornada.

- Bueno, este 28J sí que han hecho una conquista importante, porque en muchos pueblos el folclore está muy presente, como en Torrelavega, pero no en Santander. ¿El pasacalles fue una conquista importante?

Sí. Este año pasado, con una organización mixta, se realizó el pasacalles con el apoyo del Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander y tuvo éxito. Yo quiero pensar que va a ser el principio de algo, y es que se perpetúe en el tiempo y que sea un acto que sea complementario a las actividades de Puente San Miguel. ¿Y por qué? Porque Santander es la capital de Cantabria y, le pese a quien le pese, tiene que llevar el peso y el adalid de ese día de exaltación de la identidad cántabra.

- Pero muchas veces se escuchan comentarios de “paletos” y “pueblerinos” que parecen que están arraigadas en una parte de la sociedad, la cual quizás es descendiente de los unionistas a Castilla, ¿o son unos pocos que vocean mucho?

Es evidente que en Cantabria hay un porcentaje, en mi opinión pequeño, que son añorantes de unas épocas pasadas que no tiene que ver con la actual. La sociedad en los últimos 40 o 50 años ha cambiado mucho, y compararlo con los datos de entonces es absurdo.

La gente joven nace cántabra, no tiene mentalidad de que algún día esto estuvo unido a Castilla, y es un problema que tienen generaciones de cierta edad, gente mayor que algunos de ellos son voceros en algún medio de comunicación. Pero yo creo que cada vez tienen menos presencia publica y cada vez sus palabras quedan en desdicho porque Cantabria, le pese a quien le pese, intenta seguir adelante.

Estoy seguro que un amplio porcentaje de la población desconoce el acontecimiento histórico del 28 de julio

- Entonces, ¿mayoritariamente, defender los intereses de Cantabria no está visto como algo de paletos?

No. Si el discurso que planteas es serio, documentado y continuado en el tiempo la gente te valora. Si, evidentemente, das palos de ciego es cuando vienen los problemas.

- ¿Cuáles son los pasos que se tienen que dar para defender los intereses de Cantabria?

Volviendo al libro, y mezclándole con la entrevista, un primer paso es la divulgación, el que la gente conozca, sepa y se entere. Hay que tener las herramientas para saber llegar a cada generación. Luego hay que buscar una complicidad con el mundo educativo, por ejemplo que en este caso el Gobierno autonómico incluya en su curriculum temario de Cantabria.

- ¿Ve cercano que eso ocurra?

Nuestra experiencia en el último año dice que no. Nosotros les dimos un proyecto educativo y no tuvimos éxito. Ellos trabajan con programas puntuales y cosas pequeñitas, pero no generalizan y lo que es la divulgación y la enseñanza de la temática de Cantabria ha quedado un poquito a discreción de cada profesor, que es quien valora y decide si se da algo o no. Al final, con esa política, volvemos a que la mayoría de la gente joven va a la universidad con un grado de conocimiento de Cantabria muy limitado.

- Y para finalizar, ¿qué mensaje daría para que alguien se acercase al libro?

Ayer estaba escribiendo una especia de editorial sobre el libro para una revista y lo titulaba: “divulgar nuestro pasado para valorar nuestro presente como cántabros”. Me parece que esa frase indica mucho. Cantabria tiene un pasado, con luces y sombras. Hasta ahora se ha divulgado lo más llamativo pero hay cosas que se han quedado al margen, y conviene mostrar a la sociedad todo el abanico de la cultura e historia. Hay cosas como las Guerras Cántabras que brillan por sí mismas y otras se han quedado al margen, porque se hace una serie de acontecimientos.

Muy poca gente conoce el pasado glorioso de los canteros o que en Los Tojos había cameros. En el mismo pueblo donde hoy la gente va a comer cocido montañés, hace muchos años se hacían camas para toda la península. Los Tojos tiene un pasado glorioso de la artesanía. Son datos que quedan olvidados.

“Dimos un proyecto educativo a la consejería para incluir Cantabria en el temario y no...
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