jueves. 28.03.2024

“Almaia” en cuerpo y alma

Ya solo importa Amaia Romero. La que ha sentado en el banquillo a la gran Amaia Montero. La cantante perfecta. La inspiradora del palíndromo imperfecto. Amad a esa dama.

Amad a esa dama es casi el palíndromo perfecto. Se lee prácticamente igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Diríase que este palíndromo levemente imperfecto aguardaba impaciente en una esquina de la calle de la Gramática el paso de esta voz de terciopelo que ha pedido definitivamente la vez. Las quinceañeras que antes querían ser Letizia ya solo quieren ser Amaia.

Amaia de España. “Almaia” en cuerpo y alma. La factoría nacional produce de década en década personajes como Amaia Romero. Con sus correspondientes “isos” 9.000 y pico y todos sus certificados de calidad en regla. Cantante bilingüe, pianista tal vez de seis dedos, seductora sabiéndose no bella. El ejército de Amaia solo dispara claveles rojo pasión.

Mientras Amaia susurraba en la final su “miedo a que me tengas miedo”, el piano quedó derretido

Robó el corazón de la audiencia, le pidió audiencia al corazón de Alfred y ahora ambos han creído enamorarse. Abducidos por el foco y seducidos por el adjetivo superlativo. Han nacido a la fama en una nave de Tarrasa que antaño fue Hospital del Tórax. Muchos años después, en sus salas se ha sometido a rayos OT durante 105 días a la garganta juvenil más sugerente de este país de naciones. La Academia de Operación Triunfo no expide títulos, sino titulares.

Mientras Amaia susurraba en la final su “miedo a que me tengas miedo”, el piano quedó derretido. Se conmovió la España lacrimógena que trasnocha y la matrona de guardia le cortó el cordón umbilical a la única criatura que se ha permitido nacer a los 19 años de edad. Fueron sus padres quienes lloraron como recién nacidos. Sus padrinos insistieron en bautizarla Amaia de España. Fue el emocionante parto asistido y televisado de una estrella. Madrugada gélida del 6 de febrero de 2018. 

El almíbar dejará paso a la hiel. Queda un día menos para su aterrizaje forzoso en Eurovisión, donde amenazan con quedar entre los 5 últimos. Un día menos para que rompa con Alfred y se deshilachen sus cuerdas vocales, incluso las consonantes. Un día menos para que los analistas la metan en cintura, en esa cintura mediática imposible de la talla 36. La misma que nunca pudo lucir Rosa de España, otro portento cuya mejor versión surgió tras una impecable ortodoncia.

Ya solo importa Amaia Romero. La que ha sentado en el banquillo a la gran Amaia Montero. La cantante perfecta. La inspiradora del palíndromo imperfecto. Amad a esa dama. Incondicionalmente.

“Almaia” en cuerpo y alma
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