jueves. 28.03.2024

La mar salada vuelve a inundar la Marisma de Rubín, un enclave de gran valor ecológico y unas 100 hectáreas de terreno desecado hace un siglo por el hombre, está recuperando su patrimonio natural para que en el futuro puedan volver a nidificar de nuevo aves como el águila pescadora, extinta en esta zona bañada por el Cantábrico y el río Escudo.

El proyecto 'Recuperación de la Marisma de Rubín', presentado este martes en el Castillo del Rey, en el estuario de San Vicente de la Barquera (Cantabria), muy cerca de la marisma seca donde durante un siglo han estado plantadas unas 80 hectáreas de eucalipto destinado a la fabricación de pasta de papel o biomasa, así como otra serie de cultivos como maíz, después de interponer unos 2.700 metros lineales de muros de contención que evitaban la inundación de las mareas.

La iniciativa partió del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) y la empresa privada gestora del terreno, la papelera ENCE, que colaboran desde hace años en proyectos para fomentar la nidificación de especies de avifauna en sus ecualiptales. Al proyecto se sumó la Fundación Banco Santander, que ha facilitado la financiación del coste de ejecutar la restauración, así como la Dirección General de Costas del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el gobierno cántabro y el Ayuntamiento de la localidad.

Las marismas de Rubín forman parte de la Red Natura 2000 y del Parque Natural de Oyambre, uno de los espacios de mayor valor ecológico de Cantabria

Las marismas de Rubín forman parte de la Red Natura 2000 y del Parque Natural de Oyambre, uno de los espacios de mayor valor ecológico de Cantabria, que fue robada al mar porque según el director general de Medio Natural de la comunidad autónoma, Miguel Ángel Palacios, "hace cien años se pensaba que las marismas no servían para nada" y los terrenos se rellenaban. "Hemos cambiado el pensamiento dominante. La marisma es un terreno muy valioso para la biodiversidad", ha reconocido.

Para comenzar la renaturalización, la empresa Ence renunció a los derechos de explotación de 80 hectáreas y cedió el terreno a la dirección general de Costas tras "identificar su valor natural y primarlo", frente al valor de su explotación comercial que, en todo caso, según ha admitido el gerente de Sostenibilidad Forestal de la empresa, Luis Javier Sánchez, no era muy atractivo porque por su elevada salinidad, el terreno no era muy productivo. "Hemos querido una recuperación suave y amable, en tiempo real, día a día, año a año, en el que se va a ver perfectamente la evolución de la marisma. El proyecto se ha limitado a dejar actuar a la naturaleza. Solo hemos quitado las barreras para que ésta, por sí sola, recupere la marisma", ha resumido.

De este modo, el presidente de FAPAS, Roberto Hartasánchez, ha afirmado que en apenas un año la marisma se recupera cada día y el mar va derribando los muros para permitir la inundación intermareal que, al mismo tiempo, fomenta la eliminación progresiva de la vegetación alóctona y otras plantas invasoras. Así, ha explicado que donde antes había huellas de jabalí ahora empiezan a recuperarse las poblaciones piscícolas y espera que el gran éxito del proyecto llegará cuando pueda anidar el águila pescadora, extinta en la zona y que está volviendo a otros lugares del Cantábrico, tanto en Asturias como en el País Vasco.

"Lo importante es demostrar que se puede recuperar y restaurar esta marisma, porque España está llena de lugares como este y recuperar estos espacios es relativamente sencillo, porque es una cuestión de voluntad más que de dinero", ha manifestado.

Hartasánchez ha señalado que el objetivo de esta empresa ha sido "única y exclusivamente beneficiar a la propia naturaleza" y, en consecuencia, incrementar el valor ambiental y las posibilidades de desarrollo socioeconómico de la zona.

Hartasánchez ha señalado que el objetivo de esta empresa ha sido "única y exclusivamente beneficiar a la propia naturaleza"

Para ello, la actuación en un total de 100 hectáreas, se inició en primer lugar con tala de 80 hectáreas de eucalipto con unos 100 eucaliptos, que sumaron finalmente unos 8.000 pies de madera y sobre cada tocón se aplicó manualmente con un pincel glifosato para evitar que estos árboles "de reacción rápida" volvieran a crecer. A continuación se desbrozó la zona, donde habitaban otras especies de plantas invasoras y esta fase tuvo que hacerse de forma manual, ya que apenas podía entrar maquinaria ligera para retirar los árboles talados, cuyo destino final fue la trituración para biomasa porque "no eran de gran porte".

La tala y retirada de los ecualiptos se llevó a cabo entre agosto y finales de octubre de 2015, un periodo seco en el que se pudo completar. De esta fase se encargó ENCE y alcanzó un coste de unos 260.000 euros. Así, se retiraron los ejemplares sobre los diques, aunque se dejaron algunos, precisamente para poner nidales artificiales con los que favorecer que anide el águila pescadora en el futuro.

Hartasánchez ha añadido que una vez terminada esta fase de quitar obstáculos, se inició la retirada parcial, controlada y sostenible de los diques, que miden unos 700 metros en su parte frontal por unos 800 metros de largo. Así, ahora es la dinámica costera intermareal la que degrada y desmorona de manera natural estas paredes hechas a mano a principios del siglo XX con la propia vegetación y limos de la marisma.

Sin embargo, para evitar una inundación rápida con posibles efectos negativos para este enclave ecológico, aún habrá que esperar entre seis y ocho meses para colaborar con la naturaleza y derribar el resto del dique frontal, una vez que las mareas participen en el proceso de descomposición de la biomasa y, sobre todo, en la sedimentación con el objetivo de una flotación de la vegetación, que contaminaría el mar si saliera de forma abrupta y masiva.

De este modo, los responsables del proyecto esperan que la renaturalización completa de la marisma culmine en unos tres o cuatro años, cuando la marisma tendrá "un aspecto muy diferente" pese a que el cambio "ya es sustancial" y confía en que medio año, cuando se rompa "definitivamente" el dique, vuelvan ya almejas, cangrejos y otras especies piscícolas.

Por su parte, la Fundación Banco Santander ha facilitado con 90.000 euros el proyecto, en el ámbito de sus actuaciones de recuperación de espacios naturales degradados que realiza desde hace una docena de años. El director de la fundación, Borja Baselga, ha destacado que el "enorme valor" de la recuperación de la Marisma de Rubín es que favorecerá la vuelta del águila pescadora, una especie extinta en la zona costera cantábrica como reproductora. Así, desea que esto se produzca de manera "exitosa", como en otra iniciativa de la fundación en la marisma del Odiel.

"El objetivo es defender la integridad del paisaje", ha defendido Baselga, que ha valorado la importancia de que las organizaciones ambientales y las instituciones públicas y privadas se pongan de acuerdo en iniciativas como esta, que permitirá que este ecosistema intermareal sea el "refugio" y lugar de anidamiento de especies.

Finalmente, en la presentación, el alcalde de San Vicente de la Barquera, Dionisio Luguera, ha concluido que durante años "se ha actuado de cara a la naturaleza y ahora, con la marisma de Rubín como ejemplo, la sociedad está coincidiendo con ella".

El Cantábrico vuelve a inundar la Marisma de Rubín
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