viernes. 19.04.2024

Contador come bollería industrial

Alberto Contador ya no engorda más su palmarés, pero engorda su cuerpo, hasta hace bien poco de apariencia etíope. Está en su derecho.

A Inma Aparicio, porque sí

Ya les habrán contado que Alberto Contador se retiró del ciclismo el pasado 10 de septiembre. Y ahora empieza a contarnos por capítulos su nueva vida. Una existencia que se aleja de la báscula a la misma velocidad que se acerca a los manteles. “He comido de todo: paella, jamón, cerveza y bollería industrial”. Eso cuenta.

Como descripción no es extensa, a falta de lo que opinen los médicos endocrinos. Pero como reflexión confirma que el llamado pistolero de Pinto ha vuelto a dispararse en el pie. Ya lo hizo cuando atribuyó su positivo en el Tour de 2010 a que había comido un solomillo de Irún en la jornada de descanso.

En Irún no tienen pensado de momento ponerle el nombre de Alberto Contador a ninguna calle. Ni siquiera a una bocacalle. Y en su localidad natal de Pinto la gente salió a la calle para protestar porque a su héroe le desposeyeron del Tour por un positivo de clembuterol en sangre que pintó un retrato negativo del ciclista.

Contador ha pasado a la historia como un gran ciclista. Pero también como un portavoz gastronómico manifiestamente mejorable

Contador ha pasado a la historia como un gran ciclista. Pero también como un portavoz gastronómico manifiestamente mejorable. Descontaba muchos segundos en las contrarreloj. Contaba historias poco creíbles y las desmentía por la noche en su Facebook. Y cuando inició la cuenta atrás de su carrera le crecieron desmesuradamente los seguidores de sus cuentas en las redes sociales. Eso sí, nunca le echó demasiado cuento a sus derrotas.

El enemigo público número 1 de la dieta saludable es la bollería industrial. Y este ex número 1 del ciclismo le ha echado un dudoso cable al confesar que ahora se atiborra de cruasanes de laboratorio, palmeritas bañadas en emulgentes y bollos suizos fabricados en una nave de Mairena del Aljarafe.

El pistolero de Pinto ha vuelto a errar el disparo. Nunca supimos muy bien si cargaba su famosa pistola virtual en la recta de meta, pero la descargaba con su inconfundible percutor, pulgar e índice como  indicio certero de triunfo.

Alberto Contador ya no engorda más su palmarés, pero engorda su cuerpo, hasta hace bien poco de apariencia etíope. Está en su derecho. El mejor reposo del guerrero es un buen repaso gastronómico.

Incluso si el banquete incluye ácidos grasos saturados. Porque la bollería industrial no da positivo en los controles. De momento.

Contador come bollería industrial
Comentarios