martes. 23.04.2024

Convivir con el ruido de la ciudad es difícil, sobre todo si la vivienda está en una bulliciosa calle. Pero tener un constante e interminable ruido las 24 horas del día puede terminar por afectar la salud física y mental de cualquiera. Eso es lo que viven desde hace dos meses varios vecinos que viven en el alto Fuente Las Varas, en Solórzano.

Ese es el tiempo que lleva funcionando la subestación eléctrica de Red Eléctrica de España instalada en el alto, cuyo ruido ya ha generado en este tiempo varios problemas a la población.

Un ruido que, según varios vecinos, “no debería producirse”, o al menos no existe en otras estaciones similares cercanas, como la central de Penagos, “más grande” y de la que se abastece la de Fuente Las Varas, tal y como han comprobado varios de los afectados. Tampoco ocurre en las centrales de Astillero o Camargo. El zumbido, producido tanto por los propios cables como por el transformador, es mucho peor “cuando llueve”, y no se detiene ni siquiera por la noche.

Uno de los principales problemas, en palabras de estos vecinos, es que la subestación eléctrica está situada entre dos espacios rocosos que “producen eco” al rebotar en esas paredes

Uno de los principales problemas, en palabras de estos vecinos, es que la subestación eléctrica está situada entre dos espacios rocosos que “producen eco” al rebotar en esas paredes. Las casas situadas en esos enclaves son las que peor situación tienen que soportar desde que hace 60 días se puso en marcha la instalación. De hecho, “en la peña se oye más”, algo que destaca sobre todo durante la noche.

Es por ello que se está tratando de recoger el mayor número de firmas de los vecinos de la zona (ya superan el centenar), que se presentarán este miércoles en el Ayuntamiento, quien se ha comprometido a trasladar a Industria las demandas de los ciudadanos. Sin embargo, no tiene demasiada confianza dado que desde el propio Consistorio les han asegurado que “el ruido no es para tanto”.

Subestación eléctrica de Solórzano

Protección

A este respecto, los vecinos aseguran que no demandan que se elimina la instalación, conscientes de que eso es realmente complicado. Lo que quieren es que el ruido cese. “Esto lleva tiempo construido, pero ha sido ahora cuando ha empezado a funcionar y a producir este ruido”, ha declarado uno de los afectados.

Según han explicado, el alto Fuente Las Varas tiene una protección medioambiental al contener varias especies, entre ellas buitres, que se están viendo afectadas por esta subestación eléctrica, al igual que los animales domésticos que tienen en sus casas.

De hecho, han asegurado que los animales se muestran reticentes a cruzar por la carretera que pasa frente a la subestación. “Tienen miedo”, han afirmado, para lo que han puesto como ejemplo al perro que acompañaba a uno de los vecinos, inquieto y con visibles ganas de alejarse del lugar.

El terreno colindante a esta instalación pertenece a un vecino que, según ha declarado, sufrió un calambrazo al tratar de recoger una vara del suelo

Los afectados se quejan igualmente de que, “como somos pocos, parece que no importamos”, y que ese es el motivo por el que se ha colocado la instalación en unos “terrenos privados”, a cuyos dueños no se les dio opción. “O vendían al precio que pedían, o expropiaban”, ha recordado uno de los vecinos.

Pero más allá del ruido o de los problemas causados a los animales, la central ya ha provocado los primeros incidentes. El terreno colindante a esta instalación pertenece a un vecino que, según ha declarado, sufrió un calambrazo al tratar de recoger una vara del suelo que había caído próxima a la subestación. Y hay casos menores como la sobrecarga de bombillas y la rotura de fluorescentes.

A todo ello se suma lo que denuncian como el incumplimiento de la normativa medioambiental. Según han explicado, la legislación establece que “tiene que adaptarse al entorno”, lo que significa que debería estar integrado en la vegetación que rodea la central, con árboles y no con cemento, como de hecho está actualmente.

Y por supuesto, la contaminación lumínica que se produce por la noche, cuando “todas las luces del perímetro se encienden”.

Para los vecinos existe, además, en efecto secundario de esta instalación y del ruido que genera. “Los terrenos ya no valen nada”, han lamentado. En este sentido, han recordado el caso de una familia que quiso vender la finca antes de la construcción de la subestación por 7,5 millones de euros, algo que finalmente no llevaron a cabo. “Ahora seguro que no vale nada”, han opinado.

Cuando vivir en un espacio natural se hace imposible por el incesante ruido de una...
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