viernes. 29.03.2024

Cuestión de dignidad

Me gustaría mirar a los ojos a estos defensores-as de la dignidad humana, cuando hacen turismo en países donde el burka, el velo, la lapidación y la ablación del clítoris están a la orden del día.

A alguien le ha molestado el exceso de muslamen en las parrillas de las carreras de motos y quiere que las chicas con sombrillas desaparezcan de la faz de la tierra (asfalto). Antes ocurrió lo mismo con las azafatas del ramo de flores en las pruebas ciclistas (recordemos que en Roma se entregaba una corona de laurel a los ganadores de los juegos). Hace algunos años alguien denunció un espectáculo que recorría algunas discotecas: el lanzamiento de enanos. En tiempos más recientes el tándem madrileño Ruiz Gallardón - Botella quiso prohibir los “hombre anuncio”, esos que recorren las calles céntricas con un cartelón en el pecho y otro en la espalda con el mensaje “compro oro”.

Preguntaron a las autoridades si la prohibición de su actividad profesional iría acompañada de algún tipo de salario compensatorio y obtuvieron la callada por respuesta

En todos los casos se esgrimió la palabra “DIGNIDAD” como el motivo por lo que las cosas debieran cambiar radicalmente. Y en todos los casos también los colectivos afectados: enanos, chicas, hombres–anuncio… apelaron a su derecho de ganarse la vida como Dios (u Odín) les dio a entender. Preguntaron a las autoridades si la prohibición de su actividad profesional iría acompañada de algún tipo de salario compensatorio y obtuvieron la callada por respuesta.

Me gustaría mirar a los ojos a estos defensores-as de la dignidad humana, cuando hacen turismo en países donde el burka, el velo, la lapidación y la ablación del clítoris están a la orden del día. Están por allí una semanuca, se hacen unos selfies que lo flipas y se vuelven a su “burbuja occidental”.

Como escribió un buen día Antonio Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. Pues si cambiáis la palabra “verdad” por “dignidad”, la frase sigue funcionando.

Nota del autor: he empleado intencionadamente la palabra “enano” porque así se anunciaba el espectáculo. Lo correcto sería “gente pequeña o de talla baja”.

Cuestión de dignidad
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