jueves. 25.04.2024

El camino de no retorno de la Renta Básica como derecho social

Probablemente algunos pensemos que el Partido Popular pueda tener la intención, visto lo visto con la “hucha” de las pensiones, de desmontar el actual sistema.

Saltemos un siglo para atrás, a principios del s. XX. Entonces derechos sociales que hoy nos parecen absolutamente irrenunciables eran meras utopías. En aquellos años el derecho al desempleo, por citar uno, era una ya vieja reivindicación que hasta 1932, durante el segundo gobierno de Azaña, no se hizo realidad. Existen otros ejemplos, como el derecho a las pensiones, cuyo embrión nació en 1919, el permiso de maternidad en 1923 o la más reciente Ley de la Dependencia de 2006 que nos garantiza el derecho a ser atendidos si no nos valemos por nosotros mismos, aunque este derecho todavía requiera como todos sabemos de un mayor grado de implementación.

Estos son derechos que a día de hoy no son discutidos desde ningún ámbito ideológico. Probablemente algunos pensemos que el Partido Popular pueda tener la intención, visto lo visto con la “hucha” de las pensiones, de desmontar el actual sistema. Pero sin duda, lo que no escucharemos a sus portavoces es poner en cuestión el derecho a que los pensionistas reciban su retribución, no creo que nadie pueda imaginar lo contrario.

La mayor consecuencia de la crisis, de la que España todavía no puede decir que haya salido, ha sido el brutal empobrecimiento de la parte más vulnerable de la sociedad

Es probable que lo sucedido con el derecho al subsidio por desempleo o el derecho a la pensión pueda repetirse con el derecho a una renta básica en de unos años, esperemos que no muchos. Algunos celebraremos que años de divulgación hayan tenido su fruto.

La realidad es que España se enfrenta desde hace décadas, con el breve paréntesis 2005-2007 en plena orgía del sector de la construcción, a una tasa de desempleo estructural por encima de los dos dígitos. Desde que estamos en democracia, salvo el periodo citado en el cual España llegó a tener un 8% de desempleo, nunca se ha bajado del 10% de desempleo y ha estado doblando la media de desempleo de la Unión Europea, tanto en épocas de bonanza como durante las épocas de crisis. Esta es la cruda realidad. En España el desempleo endémico y crónico hace que conceptos como el “pleno empleo” sean más utópicos que desarrollar un mecanismo que garantice el derecho a una renta básica universal.

La mayor consecuencia de la crisis, de la que España todavía no puede decir que haya salido, ha sido el brutal empobrecimiento de la parte más vulnerable de la sociedad. Durante esta crisis, es la ciudadanía con las rentas más bajas la que más poder adquisitivo ha perdido, ha aumentado la desigualdad más que en ningún otro país de la Unión Europea, con la excepción de Chipre, y los salarios medios han caído un 22%. Hemos retrocedido 10 años en ingresos per cápita y el “mileurismo” que hace 15 años era un término despectivo se ha convertido en un privilegio.

En Cantabria el 40% de la población activa está desempleada o tiene ingresos por debajo del Salario Mínimo Interprofesional y el 94% de los contratos firmados en 2016 son temporales

Según organizaciones como Oxfam, el 29,2% de la población española está en riesgo de exclusión. En Cantabria el 40% de la población activa está desempleada o tiene ingresos por debajo del Salario Mínimo Interprofesional y el 94% de los contratos firmados en 2016 son temporales. Hemos recuperado lamentablemente una clase casi extinta, la del trabajador pobre.

Es por eso que ha llegado el momento de emprender un camino de no retorno hacia la consecución de un derecho a una renta que garantice a toda la ciudadanía una vida digna. Porque hemos de reconocer que España no es capaz de garantizar un empleo para toda su ciudadanía y porque la dignidad de la persona no puede estar ligada al mercado laboral. ¿O es que vamos a aceptar condenar a al menos ese 10% de población que sufre desempleo estructural a vivir indignamente?

La Renta Básica es una inversión en la dignidad de nuestra sociedad, en la libertad de la misma, en la infancia que debe de ser su motor dentro de dos décadas. Es una inversión con retorno, pues repercute en el consumo, en la reactivación económica de nuestro país, en la recaudación de impuestos. Repercute en el bienestar social, en la mejora de la salud de nuestra población, en el rendimiento académico. Nos ampara y protege, nos da seguridad para emprender e innovar. En la confianza. Sabremos que vivimos en una sociedad que no nos va a dejar caer, que nos va a arropar si las cosas nos van mal. Y es una herramienta para garantizar la libertad efectiva de todos los ciudadanos, promover la igualdad de oportunidades y retomar la debilitada justicia distributiva.

La Renta Básica es una inversión en la dignidad de nuestra sociedad, en la libertad de la misma, en la infancia que debe de ser su motor dentro de dos décadas

Desde Podemos arrancamos en las pasadas elecciones europeas con la renta básica dentro de nuestro programa. Entonces se echaron encima medios y partidos. Es hora de reivindicar y avanzar hacia esa meta. Nuestro programa incluía la mejora de los sistemas autonómicos de Renta Mínima Garantizada. En Cantabria exigimos el aumento de la cuantía de la Renta Social Básica como un paso más hacia la Renta Básica. como meta futura pero irrenunciable, acuerdo que Revilla todavía no ha cumplido.

En Cantabria exigimos el aumento de la cuantía de la Renta Social Básica como un paso más hacia la Renta Básica. como meta futura pero irrenunciable, acuerdo que Revilla todavía no ha cumplido

Me alegra que se haya tomado esta bandera de nuevo en el seno de Podemos, algo a lo que algunos nunca renunciamos. Una renta básica o garantizada como medio de garantizar la vida digna de nuestra ciudadanía no es una medida radical, es humana y fraternal y será un derecho social tan irrefutable en el futuro como como los asociados a la maternidad o al desempleo.

El camino de no retorno de la Renta Básica como derecho social
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