jueves. 25.04.2024

La Semana Santa y la libertad religiosa

Ahora que la Semana Santa nos pone ante la levedad del ser, y lo efímero que somos, donde a la muerte se la mira de otra forma, más de cerca. Desde las diversas manifestaciones religiosas, en forma de procesiones por todos nuestros pueblos y Comunidades, desde la profunda y devota Castilla, a la extrovertida y sonora Andalucía, pasando por la religiosa Cantabria, en todas partes brotan explosiones de espiritualidad.

Desde los tiempos en que vivíamos en las cuevas tener el comodín de lo imposible siempre ha sido una "quasinecesidad" de nuestra especie, aquello que no podemos conseguir por nuestros medios poder pedírselo a un ser superior, y que nos lo alcance es toda una tentación. Basta recordar el becerro de oro, o mirar las miles de religiones que jalonan nuestro mundo.

La espiritualidad y el miedo siempre han sido vasos comunicantes, a mayor situación de indefensión aumenta la necesidad de ese ser superior, a mayor espiritualidad más miedo al delito religioso, al pecado. Uno de los mayores problemas con las religiones es cuando no basta con la libertad de práctica, sino que hay una mezcla insana entre Estado y la confesión dominante que puede producir un adoctrinamiento por el uso de los medios públicos, con privilegios injustos para el resto de ciudadanos. A veces nuestra propia conciencia niega la evidencia, un simple dolor cambia nuestra percepción de la realidad. Un estado de ánimo dibuja mundos que no existen, por ello querer sentar cátedra en estos temas es una irresponsabilidad, aquí la verdad como diría Woody Allen no la conoce ni Dios. No se puede razonar con fanáticos, aquellos que sólo creen que la única verdad es la suya. 

Uno de los mayores problemas con las religiones es cuando no basta con la libertad de práctica, sino que hay una mezcla insana entre Estado y la confesión dominante que puede producir un adoctrinamiento por el uso de los medios públicos, con privilegios injustos para el resto de ciudadanos

Ahora cuando volvemos al ataque contra el infiel, a sembrar el terror como arma de fe para la conversión en las propias creencias. Donde el que no piensa como nosotros es un hereje que debe sufrir el mayor de los sufrimientos. Vemos con claridad la importancia del artículo 14 de la Constitución. "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, sexo, religión, opinión, o cualquiera otra condición o circunstancia personal o social". Sólo por este artículo merece la pena defender nuestro texto Constitucional, que nos permite con todas las imperfecciones tener la mayor libertad y respeto hacia los demás. Para completar esa garantía de libertad religiosa el articulo 16.1 de la misma deja claro que "Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos...", 

La Semana Santa nos remite a tradiciones que en muchos casos se remontan a la noche de los tiempos, da la sensación que detrás de las mismas hay más sentimiento de racionalidad, pero pedir esa racionalidad a las religiones, es tanto como enfrentarlas ante sus propias contradicciones, por ello,  se puede decir que las religiones mueren al aplicarles o pasarlas por el filtro de esa racionalidad. Cuando algo se basa en la fe, contra esa fe no cabe argumento alguno, se tiene o no se tiene, pero querer argumentarlo científicamente simplemente es como intentar explicar la muerte de millones y millones de personas por sus creencias religiosas. Nuestro refranero popular ha puesto buenos ejemplos donde la religión si, pero... "A Dios rogando y con el mazo dando",  " fíate de la Virgen y no corras", o "reza lo que te de la gana pero no dejes de remar hacia la orilla".

Contemplar una persona crucificada, paseada por las principales avenidas del pueblo, si le quitas el contenido religioso, sentimental, la fe, es realmente extraño, pero esa misma cruz ha servido para realizar obras de solidaridad que merecen no sólo el respeto, sino también el reconocimiento. Los religiosos han sido los transmisores de nuestra cultura durante muchos siglos, los que han dado los mayores ejemplos de solidaridad, pero también está la cruz de la moneda, otros han usando la misma para someter a los pueblos, para maltratar y manipular a tanta buena gente, ha servido incluso para quemar a personas vivas simplemente por pensar, o decir que pensaban diferente, en el fondo el miedo al diferente todavía sigue latente en nuestra sociedad. El propio Aristóteles nos describía como los hombres creaban dioses a su propia imagen y semejanza, no sólo en cuanto a la forma, sino también a su modo de vida. 

Se puede decir que las religiones mueren al aplicarles o pasarlas por el filtro de esa racionalidad. Cuando algo se basa en la fe, contra esa fe no cabe argumento alguno, se tiene o no se tiene

Ha transcurrido mucho tiempo desde que los ateos decían aquello "que la verdad os hará libres, la mentira creyentes". Todo es discutible en esta materia, aunque  la Semana Santa ha ido cambiando, a ser un tiempo de vacaciones más lúdico, siempre queda en muchos lugares como unos días de más recogimiento y reflexión, lo cual a la velocidad que vivimos no es poca cosa.  Nunca he entendido a los que sus creencias quieren imponer a toda costa a los demás, pero tampoco a quienes tienen otras y no respetan las de estos.  Hay muchas otras religiones que merecen un tratamiento más justo, cada uno que tenga la que crea conveniente, o ninguna, pero siempre respetando ese artículo 14 de nuestra Constitución, y la hermosa libertad de pensamiento, expresión y religión. Recuerdo a aquel viejo profesor, que era un ejemplo de tolerancia cuando nos decía en tiempos oscuros para las libertades, y por este orden "en fútbol, política y religión todo el mundo cree tener razón". Todo lo expuesto sea dicho con el mayor de los respetos hacia todas las creencias y religiones, con el único límite que marca nuestra legalidad vigente. 

La Semana Santa y la libertad religiosa