viernes. 19.04.2024

8 de marzo: Día Internacional de la Mujer Trabajadora

La crisis económica de los últimos años se ha cebado con los avances alcanzados en nuestro país en décadas anteriores hacia la igualdad efectiva de las mujeres.

Como suele ser habitual por estas fechas cada vez que se conmemora el “Día Internacional de la Mujer”, todos los partidos políticos sin excepción, al menos en nuestro país, se suman a declaraciones institucionales en pro a la defensa de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Las manifestaciones en apoyo a las mujeres de todo el mundo recorren las calles de nuestras ciudades. Una euforia colectiva nos embriaga a todos y a todas, y no sin razón. Pero, detengámonos por un instante: ¿qué se celebra realmente el día 8 de marzo?, ¿hay  algo que celebrar? Y en caso de que así fuera, ¿celebramos el “Día Internacional de la Mujer” sin más, o el “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”?, y ¿por qué el 8 de marzo y no otro día?

En 1975, la ONU celebró el Año Internacional de la Mujer, dos años más tarde, en diciembre de 1977, la Asamblea General en su Resolución 332/142 invitó a todos los Estados a que proclamasen, de acuerdo a sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día del año como “Día de las Naciones Unidas para los derechos de las mujer y la paz internacional”, y que informaran de ello al Secretario General. Bien es cierto que casi todos los países optaron por celebrar tal día, el 8 de marzo y que finalmente se tuvo a bien denominar tal efeméride como “Día Internacional de la Mujer”. Pero, ¿por qué?

Poco ha cambiado en más de cien años de lucha por la igualdad efectiva entre mujeres y hombres

A mediados de la década de 1950, se advirtió la tendencia a propagar el mito de que un 8 de marzo  se conmemora a las mártires de un incendio acaecido en Nueva York, el mito del incendio de la fábrica en 1857 (Triangle Shirtwaist Company, realmente acaecido en 1911) ampliamente difundido en los últimos años (L. Kandel y F. Picq). A partir de entonces, la rebeldía de las obreras que participaron en las huelgas y agitación de masas reivindicando la emancipación social de las mujeres tanto en Estados Unidos como en Europa, y especialmente en Rusia derrocando al Zar Nicolás II, un 8 de marzo -(23 de febrero en el calendario juliano)- de 1917, fue borrada de la historia. La celebración del 8 de marzo no obedece a la conmemoración de un fatídico suceso sino al desarrollo del movimiento de mujeres obreras que venía gestándose en el seno de la industrialización en Estados Unidos y Europa y que consiguió aunar a sufragistas y socialistas a principios del siglo XX. Es más, fueron las organizaciones feministas socialistas y comunistas las que dieron lugar a la internacionalización de esta fecha al instituir un día al año no solo para rememorar el pasado de las luchas populares sino para hacer pública la demanda de igualdad en las condiciones laborales, protestar contra la explotación y conquistar la ciudadanía política que el voto podía conferir a las mujeres. Fue en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas celebrada en Copenhague (Dinamarca) en agosto de 1910 donde Clara Zetkin propuso celebrar un Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en rechazo a  las condiciones de opresión en la que se encontraban las mujeres obreras en el mundo y a favor de la emancipación de la mujer. A partir de entonces, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora comenzó a celebrarse en varios países de Europa hasta ser oficializado por la ONU como “Día Internacional de la Mujer”.

Sorprende que a día de hoy sean pocas las mujeres que llegan a ocupar puestos de responsabilidad política, empresarial o institucional

Con la supresión del calificativo trabajadora, se esgrime la reivindicación del papel general de la mujer en la sociedad. Pero en el fondo, la emancipación social de la mujer queda despojada con ello de la  lucha de clases, sucumbe al modelo patriarcal inherente al capitalismo y al neoliberalismo dominante en esta era global. Todas las mujeres se incorporen o no al mercado laboral, trabajan, siguen desarrollando a día de hoy tareas domésticas, continúan siendo cuidadoras de sus hijos e hijas y de sus mayores. Poco ha cambiado en más de cien años de lucha por la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. En pleno siglo XXI, y dejando al margen el reconocimiento legal de derechos, la situación de desigualdad de la mujer con respecto al hombre sigue latente, especialmente en el ámbito laboral. Sorprende que a día de hoy sean pocas las mujeres que llegan a ocupar puestos de responsabilidad política, empresarial o institucional, salvo que se tenga en cuenta que vivimos en un mundo diseñado por y para hombres, un mundo en el que la mujer sigue sometida al patriarcado, un mundo en el que las mujeres para alcanzar sus objetivos profesionales deben renunciar a su tiempo libre o a ser madres, una sociedad en la que sigue existiendo una importante brecha salarial que castiga a las mujeres por el simple hecho de serlo, sin mencionar el aumento de la violencia machista. La crisis económica de los últimos años, se ha cebado con los avances alcanzados en nuestro país en décadas anteriores hacia la igualdad efectiva de las mujeres, truncados por las políticas de recortes sociales del gasto público y las reformas laborales adoptadas por el Gobierno del PP en los últimos cinco años.

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora: nada que celebrar, mucho por lo que seguir luchando.

8 de marzo: Día Internacional de la Mujer Trabajadora
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