Tratar de vender la idea de que el ganador de las elecciones es quien debería ostentar la Presidencia del Gobierno de España, se desmonta por sí solo
Es imprescindible que todas las instituciones públicas ofrezcan una respuesta con perspectiva de género a las consecuencias de la crisis de la COVID19 y concretamente al desarrollo de una red de recursos públicos que faciliten, entre otras cosas, las tareas de cuidado y fomenten la idea de que la responsabilidad no solo es cosa de ellas, sino también de ellos.
Aunque estemos acostumbrados a lecturas interesadas o parciales de nuestra Constitución, nuestra Carta Magna proclama que los españoles somos iguales ante la ley, sin que prevalezca discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Viene marcado por la necesidad de superar el problema más acuciante en el corto plazo: parar la expansión del virus, controlar los contagios y reducir la cifra de fallecidos. Y cuando lo logremos, que lo haremos, le tocará a la ciudadanía y a los representantes políticos plantearnos la cuestión más importante que esta pandemia nos va a dejar y cuya respuesta marcará el devenir de nuestra sociedad: qué tipo de país queremos ser, en qué pilares sostendremos el sistema público.
En cada una de nosotras, en cada una de las mujeres ha de brotar un impulso de dignidad, una fortaleza que nos empuje a defendernos, a reivindicar, a no resignarnos y a extender este credo a todas las otras compañeras que tropiezan con desigualdades, discriminaciones y machismos.
Queda mucho por recorrer, demasiado en el largo camino de la igualdad. Pero a veces, solo a veces, es necesario parar, hacer visible el camino para poder seguir recorriéndolo y este jueves, 8 de marzo tenemos una oportunidad.