jueves. 28.03.2024

Gatos de la política

Mañana, hoy mismo, en cualquier mercado, llegarán maullando para vender la receta caducada de diciembre. Políticos gatunos con lentillas verdes, preciosos en apariencia, con la cara lavá y recién peiná, se dirigirán a usted, indigente social que apenas llega a fin de mes, para presentarle no sé qué programa revolucionario del 26J.

¿En qué se parece un político profesional a un gato? En que da igual de la altura que lo tires: siempre cae de pie. La Legislatura Interruptus (un polvo antipático, rápido y nada gozoso a la ciudadanía) ha pasado sin apenas víctimas. Tras el lamentable espectáculo de camastro viejo en el que unos han intentado también beneficiarse a los otros, la mayoría ha sobrevivido sin heridas para engrosar de nuevo las listas y llevarse el peculio a su corral.

No hay sonrojos, ni siquiera ponen sus barbas a remojo. Volverán a pedir el voto por chicuelinas si es necesario. Todo con tal de trincar poder; todo con tal de sobrevivir si el destino es perder. La gente, que ni siquiera dispone de tiempo de aparentar despecho -tiene bastante con trabajar por cuatro miserables euros-, ha asistido a un cortejo de mininos con las uñas postizas y gran cantidad de embuste. Mucho ruido fingido y pocas nueces orgásmicas.

Cada vez son más los españoles obligados a vivir a sartenazo limpio. Y sin protestar, que les clavan un impuesto por reivindicación masiva o les aplican la Ley Mordaza

Don Gato ha rehusado. Silvestre ha fracasado. Jim ha calculado y Garfield ha posado. Todos de pie para la próxima partida en el callejón de la mascarada. Con las uñas de goma: te rasgo, pero de mentira. Se necesitan los unos a los otros: como el Madrid al Barça, como el torero al morlaco más cárdeno, como Pimpinela a su dúo, como una bota sin pez al vino peleón.

Mañana, hoy mismo, en cualquier mercado, llegarán maullando para vender la receta caducada de diciembre. Políticos gatunos con lentillas verdes, preciosos en apariencia, con la cara lavá y recién peiná, se dirigirán a usted, indigente social que apenas llega a fin de mes, para presentarle no sé qué programa revolucionario del 26J. Precisamente usted, que está ahora mismo como para jotas, sean del 26 o del 28, ciudadano peregrino de los tres curros por un puñado de euros para malvivir el 31 de cada mes.

Pero le obligarán a bailar, por jota o fandangos; por heavy o tangos. Tienen la sartén por el mango. La puta sartén: ésa que usted ya sólo llena de agua para que filetes de cartón salten encima como si fuera la danza de los malditos. Cada vez son más los españoles obligados a vivir a sartenazo limpio. Y sin protestar, que les clavan un impuesto por reivindicación masiva o les aplican la Ley Mordaza (taza... y media). Al 26J hemos de ir por la calle de la miseria. Los gatos sagaces, entretanto, fisgan desde los tejados y hacen el amor a su manera: suavecito, con la dentadura postiza y un disco de gemidos sólo interrumpido por un vodka bien frío con naranja (tienen el destornillador de tu mente. O eso parece).

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