martes. 23.04.2024

Cuarenta años para un ‘sorpasso’

Cabría preguntarse, y sobre todo responderse, por qué quienes presentaban y presentan a un socialdemócrata con retórica comunista (Santiago Carrillo) como un comunista responsable presentan ahora a un socialdemócrata ya sin retórica comunista pero con expectativas de ‘sorpasso’ (Pablo Iglesias) como un comunista peligroso.

Un ‘sorpasso’ como el que el Partido Comunista Italiano de Enrico Berlinguer no pudo darle a la Democracia Cristiana en junio de 1976 (el PCI superaba ya al Partido Socialista Italiano pero aspiraba a ganar las elecciones, y precisamente desde aquel intento frustrado se denomina ‘sorpasso’ a este tipo de adelantamientos electorales) se dispone a dárselo Unidos Podemos por lo menos al PSOE cuarenta años después. El PCI, el Partido Comunista Francés o el propio PCE, que ahora forma parte de Unidos Podemos a través de IU, se declaraban entonces eurocomunistas, pero ¿qué era el eurocomunismo sino retórica comunista y proyecto socialdemócrata?

El eurocomunismo, que consistió básicamente en rechazar el modelo del Bloque socialista para asumir el de las democracias burguesas de la Europa occidental, sería oficializado precisamente por los secretarios generales de PCI, Berlinguer; PCF, Georges Marchais, y PCE, Santiago Carrillo, durante la cumbre que los tres dirigentes celebraron en Madrid en marzo de 1977. El PCE sería legalizado, tras asumir la monarquía y la rojigualda, en abril, y en junio se presentaría a unas generales, las primeras del postfranquismo, a las que a prácticamente ningún partido ubicado a su izquierda se le permitió concurrir, obteniendo 20 escaños frente a los 118 del PSOE (y 165 de la UCD); había obtenido 1,7 millones de votos frente a los 5,4 del PSOE, pero una ley electoral diseñada precisamente para perjudicar a todo lo que estuviera ubicado a la izquierda del PSOE amplió las diferencias entre ambos desde uno a tres en votos hasta uno a seis en escaños.

Pero lo peor para un PCE volcado ya en el parlamentarismo (en 1978 renunciaría formalmente al marxismo-leninismo y apoyaría la Constitución del régimen) aún estaba por llegar, y es que en las generales de 1982 obtuvo sólo 4 diputados frente a los 202 del PSOE. Era la última vez que el que fuera El Partido con mayúsculas, y con el que ni cuarenta años de dictadura franquista habían podido acabar, se presentaba a unas generales con sus siglas.

El eurocomunismo consistió básicamente en rechazar el modelo del Bloque socialista para asumir el de las democracias burguesas de la Europa occidental

Ya sin Carrillo como secretario general, en 1986 el PCE fundó con otros IU (que ni presentándose con un proyecto más socialdemócrata y una retórica menos comunista que el PCE ha sido capaz de hacer sombra al PSOE), de la que en 2007 se escindió Izquierda Anticapitalista, que en 2014 fundó con otros Podemos, y todos ellos (organizaciones y personas que ya desde los tiempos de Carrillo venían conformando ese espacio más o menos difuso que va desde donde acababa un PSOE entregado al poder económico-financiero hasta donde empieza esa izquierda a la que no se permitió concurrir a las generales de 1977 y que el régimen del 78 siempre ha calificado de antisistema) se disponen ahora, ya como Unidos Podemos, a dar un ‘sorpasso’ que el eurocomunismo soñó hace cuarenta años pero que sería difícil de entender sin recurrir al 15M.

Que Pedro Sánchez pida a Pablo Iglesias, que procede de las Juventudes del PCE pero ha decidido renunciar a la retórica comunista, “que tenga más respeto hacia el partido comunista” no es más que un ridículo intento de sembrar cizaña en Unidos Podemos, un intento desesperado que el propio secretario general del PCE, José Luis Centella, ha frenado en seco respondiendo al PSOE “que no se preocupe tanto por el PCE, que está muy cómodo en Unidos Podemos”.

Que quienes llevan cuarenta años agradeciendo los servicios prestados al PCE y a Carrillo, al que los más cercanos al PSOE llaman cariñosamente “Don Santiago”, intenten ahora meter miedo al electorado con Unidos Podemos e Iglesias resulta revelador. Cabría preguntarse, y sobre todo responderse, por qué quienes presentaban y presentan a un socialdemócrata con retórica comunista (Santiago Carrillo) como un comunista responsable presentan ahora a un socialdemócrata ya sin retórica comunista pero con expectativas de ‘sorpasso’ (Pablo Iglesias) como un comunista peligroso.

Cuarenta años para un ‘sorpasso’
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