sábado. 20.04.2024

El camión de Berlín y el motocarro de Plácido

La Navidad se torna en sangrienta “nadidad” cuando ruge un camión malvado en Berlín. Es preferible la Navidad del motocarro porque nos dibuja el retrato perfecto de la infelicidad, pero sin causar víctimas mortales.

Ambos vehículos aporrearon a conciencia la Navidad. El camión asesino vomitó 12 muertos un 19 de diciembre cualquiera en un mercadillo cualquiera de Berlín. El motocarro que conducía Cassen agitó un 24 de diciembre la sociedad espa- ñola del desarrollismo. Un suicida tunecino ha vuelto a poner en guardia a la vieja Europa, la que se hizo de nuevas cuando apareció el primer camión de la muerte en Niza. Y nadie debe bajar la guardia ante el mensaje de aquel modesto motocarro.

“Plácido” es una obra maestra y es la obra de un maestro: Luis García Berlanga. Delicioso cine en blanco y negro alrededor de una Nochebuena que acabó en noche negra. Una familia del extrarradio madrileño intentando en vano celebrar el 24 de diciembre e ignorante de que solo se podían repartir la nada. Coincidía con aquella histórica campaña del franquismo de alpargata: siente un pobre a su mesa en Navidad.

El motocarro fue emblema del desarrollismo español de la posguerra. Un quiero y no puedo de tres ruedas. Una ruidosa apuesta de la dictadura por el progreso

El motocarro fue emblema del desarrollismo español de la posguerra. Un quiero y no puedo de tres ruedas. Una ruidosa apuesta de la dictadura por el progreso. El flamante motocarro de “Plácido” es contratado para llevar una estrella gigante en un desfile urbano navideño. La voluntad de su conductor se estrella con una letra bancaria que hay que pagar aunque sea Nochebuena.

La Navidad se torna en sangrienta “nadidad” cuando ruge un camión malvado en Berlín. Es preferible la Navidad del motocarro porque nos dibuja el retrato perfecto de la infelicidad, pero sin causar víctimas mortales.

Afortunadamente la Navidad actual ya no viaja ni en camión ni en motocarro. La de la inmensa mayoría circula en un funcional turismo diesel, abarrotado de regalos perfectamente inútiles, trasladando a su dueño a la inevitable cena de empresa y escuchando vía mp4 mucho más pop que villancicos. Lo que viene siendo una Navidad en paz.

El camión de Berlín y el motocarro de Plácido
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