viernes. 29.03.2024

¿For gé te has muerto, Forges?

Antes de este fatídico 22 de febrero, Forges hizo cosas tan variopintas como arreglarle el televisor al Generalísimo Franco una mañana de 1957. Y llegar tarde al vuelo maldito de Iberia que se estrelló en Cuenca otra mañana de 1959.

Los genios del humor no deberían morir sin previo aviso. Y menos a las dos y cuarto de la madrugada. Con nocturnidad y contra su voluntad. Después de haber entregado, eso sí, la viñeta del jueves, 22 a la imprenta de 'El País'. De nuevo sin avisar que sería la última.

Antonio Fraguas “Forges” ha muerto para facilitar la tarea inacabable de los coleccionistas de sus decenas de miles de viñetas. La geografía cerebral de los humoristas es pura orografía: cimas de talento, picos de creatividad y crestas de finísima inteligencia. “Forges” nació realmente en 1964 traduciendo al catalán, francés e inglés su primer apellido.

Forges hizo cosas tan variopintas como arreglarle el televisor al Generalísimo Franco una mañana de 1957

Antes de este fatídico 22 de febrero, Forges hizo cosas tan variopintas como arreglarle el televisor al Generalísimo Franco una mañana de 1957. Y llegar tarde, también sin avisar, al vuelo maldito de Iberia que se estrelló en Cuenca otra mañana de 1959, matando al legendario gimnasta Joaquín Blume. Convirtió, desde su debú en el difunto diario Pueblo, su chiste diario en la viñeta del señor Forges. En ella, como en la viña del Señor, cupo holgadamente de todo. Caletre brillantísimo.

Elevó a los funcionarios españoles a la dudosa categoría de vagos nacionales. De la que no han vuelto a moverse. Dibujó antológicamente aquel cartel pegado por sus compañeros en la propia oficina ministerial: “Se busca al funcionario Peláez. Acusación: agilizar 5 expedientes”. Sublime. 

'El País' deja mudo al país lector. Forges ha muerto sin pedir permiso ni avisar. Deja un roto irrellenable en el panorama humorístico español. Desde el 22 de febrero de 2018, su muerte le convierte en un auténtico panodrama. Ese roto lo intentará coser con su delicada aguja irónica “El Roto”. Al Roto le podremos preguntar este verano en Cabuérniga si hace más frío en la cumbre del ingenio cuando muere tu compañero de cordada. Seguro que sí.

Forges se lleva consigo todos sus “for gés”. Los porqués de esta ausencia definitiva e involuntaria son públicos. Su páncreas ya no producía las ocho tazas diarias de jugo de enzimas. Una enfermedad que se le vino encima sin avisar. Y le obligó a descender apresuradamente una madrugada de febrero de la cima del ingenio español. Un Quevedo con voz de sheriff. Proclamo.

¿For gé te has muerto, Forges?
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