jueves. 28.03.2024

Sin Presupuestos y sin ministro

El juego de las mayorías debe ser tan divertido que genera ludópatas reincidentes del poder como el hábil Rajoy, el ambicioso Rivera y el discreto Sánchez. El pizpireto Iglesias está en proceso de curación y no ha vuelto a apostar.

En plena agonía del Gobierno de la histórica Unión de Centro Democrático (UCD), un ministro le preguntó a otro: “¿Cómo está el patio?”. Este le repuso: “Ya no queda ni patio”. A la España de 2018 empieza a faltarle el patio. Estamos sin Presupuestos Generales del Estado y la próxima semana estaremos sin ministro de Economía. Coherentes hasta en la orfandad.

La política es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos. Así como la guerra es demasiado importante como para dejarla en manos de los soldados. El carajal de Cataluña ha mutado en temible planta invasora que devora insaciablemente al resto del territorio. Sin Presupuestos se vive peor y se crece menos.

La política es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos

Los Presupuestos son el DNI electrónico de papá Estado. Un documento imprescindible para franquear puertas e incluso abrir ventanas, porque un Presupuesto prorrogado como el actual necesita mucha ventilación. Las posibilidades de que se aprueben son, a día de hoy, las mismas que tiene Iker Casillas de volver a ser titular del Oporto: ninguna. El juego de las mayorías debe ser tan divertido que genera ludópatas reincidentes del poder como el hábil Rajoy, el ambicioso Rivera y el discreto Sánchez. El pizpireto Iglesias está en proceso de curación y no ha vuelto a apostar.

Entre este tipo de jugadores abundan las trampas. De ahí que, de vez en cuando, sustituyan las cartas marcadas de la partida por cartas abiertas a la opinión pública. España estuvo hasta noviembre de 2016 sin Gobierno durante 314 días. Se puede funcionar con un Gobierno en funciones, pero no sin Presupuestos.

Lo del titular de Economía es el ascenso merecido de un ministro bilingüe, Luis de Guindos, de voz atiplada y cuya mirada revela que no se ha caído de ningún guindo. Admite recambio y piezas de sustitución. Lo comprobarán enseguida.

Los Presupuestos Generales del Estado, como las promesas, están destinados a incumplirse. Pero tranquiliza mucho disponer a tiempo de ellos. En los 41 años de democracia, solo se han prorrogado cuatro veces. Y esta vez el quinto sí es malo.

Permanezcan atentos a la pantalla, incluso a la del móvil. La partida no ha hecho sino comenzar. Juegan entre ellos, pero también juegan con todos nosotros. Parece.

Sin Presupuestos y sin ministro
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