sábado. 20.04.2024

EUROPA 2025

Inglaterra acaba de dejar sin futuro al resto de la Unión Europea. Se puede decir más alto, pero no más claro. Las versiones complacientes y optimistas que se están dando sobre el resultado del referéndum inglés y lo que va a ocurrir a partir de ahora, no hacen otra cosa que agrandar la brecha del escaso o nulo entendimiento que hay entre Bruselas, los gobiernos europeos, y los ciudadanos de a pié de calle que habitan en ciudades y pueblos de países con serios problemas que ya no se miran bien.

Nos hemos acostumbrado a que nos hagan los planes a diez años vista. Una crisis que tiene que durar diez años; unos proyectos de gobierno que podrán apreciarse a los diez años; diez años para esto y diez años para lo otro... Desde dentro de los gobiernos europeos no se percibe bien lo que ocurre en las calles de sus 28 países socios, rectifico, 27, tras la decisión de Inglaterra de marcharse de la UE. Baso la anterior afirmación en que se expande por el viejo continente el rancio nacionalismo que recupera el nefasto mensaje individualista, excluyente, que quiere volver a levantar los muros que son las fronteras, y que distingue a los ciudadanos por su raza y color, desterrando a los refugiados a campamentos dentro de los cuales son únicamente un número.

Hay cuatro opiniones sobre la aberración insolidaria, una más, que acaba de acometer Inglaterra en forma de golpe mortal. Una: Europa seguirá adelante, y el mensaje de los optimistas es acompañar esta idea con la expresión “construir, ahora más que nunca, más Europa”. Dos: Que Inglaterra seguirá vinculada a la Unión, en mayor o menor medida. Tres: Que franceses, daneses y holandeses, hasta terminar en los alemanes, harán lo mismo en los próximos años. Y cuatro: Que se terminó Europa, se terminó la Unión, se terminó lo de Bruselas y la bandera azul de las doce estrellas, porque del eje Berlín-París-Londres se apea bruscamente esta última gran capital. 

“Se expande el rancio nacionalismo y el mensaje individualista y excluyente”

Antes de mojarme y decantarme por una de las cuatro opciones, quiero reconocer de antemano que está aún muy reciente en mí mente la lectura de un artículo que hablaba (muy atinadamente) de la forma de ser de los españoles, que lo mismo estamos de subidón que pasamos al bajón, y que antes de la crisis nos creíamos los mejores del mundo mundial, y ahora tenemos el carácter por los suelos, como pensando que tan mal como van las cosas es como si todo se hubiera terminado. ¡Nada más lejos de la realidad!, aunque es seguro que esto del Brexit  nos colocará nuevamente en la línea de salida del tremendismo. Un hecho, más bien la pregunta de un periodista, me lo demuestra al poco de conocerse los resultados del referéndum inglés. Lo primero que le viene a la mente es interrogar a un portavoz inglés sobre qué es lo que va a pasar con todos los españoles que trabajan ahora en Inglaterra. En fin, sí, de acuerdo, ¡es nuestra forma de ser!

“Estamos noqueados por la enemistad, el terrorismo, la inmigración, la crisis, el paro y el Fondo Monetario Internacional”

Dicho esto, y sin más preámbulos, les doy ya mi pronóstico. El Brexit va a tener un efecto dominó, y a Inglaterra le van a seguir otros países, hasta que quede muy poco de Europa, tal y como la conocemos ahora. El mayor porcentaje de ingleses que han votado por abandonar Europa tiene más de 70 años, y nos van a hacer retroceder a las penalidades que ellos conocieron, y que fueron subsanadas tras la larga postguerra y la creación de la Comunidad Económica Europea (25 de marzo de 1957), que se basaba en los principios de unión, reconstrucción y, sobre todo, solidaridad. Los nacionalismos, los referéndums y la aparición de nuevos representantes casposos que añoran el pasado férreo tienen su caldo de cultivo en la defunción de la solidaridad. El abultadísimo paro, una juventud sin expectativas, y la inmigración, vuelven también a aflorar como los viejos fantasmas de Europa, que ha despertado Inglaterra hablando de guerras pasadas, liberaciones militares, y la vuelta a una soberanía que nunca abandonaron y baste como prueba que han seguido con su libra, conduciendo por la izquierda, y siguen atracando submarinos nucleares en Gibraltar como la colonia que aún es. ¿Qué hacia dónde va Europa, por lo tanto? A ninguna parte, la respuesta real es esta: a ninguna parte. Estamos noqueados por la nueva enemistad entre países, por el terrorismo, la inmigración, la crisis y el paro, y un Fondo Monetario Internacional y un Banco Central Europeo, la Troika junto a la Comisión Europea en Bruselas, que tienen mucha culpa de lo que está pasando (¿y pasará?). El futuro de Europa de aquí, 2016, a 2025, es decir, diez años por delante  a partir de ya, pinta muy mal. No quiero ser ventajista si termino diciendo que no me ha sorprendido el resultado del referéndum inglés. Lo que tiene Europa por delante se demuestra con lo que tiene Inglaterra por delante. Irlanda del Norte que se quiere independizar, Escocia, idem de idem, un primer ministro recién dimitido, y una salida de la Unión que no les va a salir precisamente barata con una hipoteca de futuro archimillonaria. Como se suele decir, en el pecado va la penitencia. Lo malo es que Inglaterra se ha convertido en la penúltima gran catástrofe europea, a la espera de que llegue el final, ¿de aquí a diez años?

EUROPA 2025
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