viernes. 19.04.2024

¿Qué fue de los refugiados?

Dicen que una foto vale más que mil palabras. Este fue el caso del pequeño Aylán, un niño refugiado que se ahogó antes de llegar a la tierra soñada por sus padres. La memoria en cambio flaquea cuando no damos solución al problema migratorio que causan las guerras, comprobamos que Europa no quiere refugiados, y vivimos un momento en que el terrorismo eclipsa la exigencia social para dar asilo a quienes realmente lo necesitan.

Primera verdad: la noticia, por dura que sea, dura lo que dura un caramelo a la puerta de un colegio. A la gran mayoría nos acongojó ver la imagen del niño sirio (el pequeño Aylán), muerto en la orilla de una playa turca. Si ya no le recordamos a él, tres años, mucho menos a su hermano Galip, de cinco, y a la madre de ambos, Rehan Kurdi, muerta también a la temprana edad de 32 años. Cuando se habla de seres humanos, es muy importante ponerles nombre y  edad. Los tres murieron huyendo de la guerra, el odio y el hambre, que campa a sus anchas en Siria, mientras las grandes potencias libran sus guerras particulares en nombre de diferentes causas y ajustes de cuentas. Donde queden las vidas y la brutalidad y terror que se ejerce sobre civiles, no parece importar salvo lo justo y necesario del momento mediático. Por eso entre octubre y noviembre de 2015 todo eran noticias e imágenes sobre los refugiados llegados de todas partes, principalmente sirios.

Segunda verdad: Europa nunca ha tenido intención de dar una solución razonable y, sobre todo, humana al problema de los refugiados. No deja de ser chocante que la Canciller de Alemana, Ángela Dorothea Merkel, abanderada de la política de recortes y ajustes en todo el viejo continente, hable de la oportunidad histórica que pierde su país al no incorporar a su ciudadanía a los miles y miles de refugiados que esperan conocer su destino. Que Croacia levantara alambradas contra lo que injustamente denominaron invasores destructivos fue un primer aviso de cómo anda nuestro sentido moral. Ahora han hecho suyo este lenguaje daneses, noruegos y suecos y la libertad de fronteras, uno de los grandes pilares europeos, amenaza con saltar definitivamente por los aires.

Tercera verdad: el terrorismo yihadista tiene en alarma permanente a países como Francia, España o Bélgica y esto ha dado la puntilla al problema de los refugiados. El Yihadismo se ha hecho fuerte en Siria y su propio Estado Islámico. Lo refugiados son básicamente de esta zona del mundo en guerra permanente, y las bombas y asesinatos de inocentes ciudadanos europeos propicia que se señale con el dedo a los apátridas, en otra injusticia histórica que  sumar.  No se sabe muy bien cuál es la actual política europea. La de la solidaridad, ya no existe; la de la incorporación de nuevos estados miembros, no toca; de la Constitución Europea nada se ha vuelto a hablar. Este himpas en el tiempo es debido también al terrorismo, que va propiciará (por exigencia principal de Francia e Inglaterra)  que se cierran fronteras y se levanten nuevos muros y alambradas. Por si fuera poco, y a la vuelta de la esquina, Gran Bretaña va a decidir si se queda o se va de la Unión. Enumero todo esto porque tiene mucho que ver el contenido con el continente. Lo que quiero poner de manifiesto es que siempre que Europa se ha sentido insegura y convulsa, no ha sabido dar solución a sus problemas contractuales. Vivimos un tiempo de una Europa cerrada en banda a sus propios miembros y problemas (Grecia), generadora al tiempo de esta gran insolidaridad con los miles de refugiados que esperan un sí a sus justas reivindicaciones. No debemos esperar a nuevas imágenes que se den de náufragos tragados por las aguas y luego devueltos sin vida a la costa. Vemos cómo tiene más espacio en los informativos el acoso a mujeres en la Nochevieja de la ciudad alemana de Colonia, y la participación de sin papeles en estos lamentables hechos. Al tiempo, no se reconoce el fracaso de frenar la emigración a base de inyectar dinero a los países que como Turquía y Marruecos se encargan esencialmente de controlar los flujos migratorios. Si no cunden los llamamientos a que acaben las guerras y se reconstruyan las ciudades y pueblos arrasados durante años, no hay nada que hacer en este sentido. Tenemos que dar solución a cada caso de refugiados para así honrar verdaderamente la muerte injusta del pequeño Aylán, su hermano y su madre, en lo que fue un caso mediático cuya imagen dio la vuelta al mundo y, al poco, dejarles en el olvido.

¿Qué fue de los refugiados?
Comentarios