sábado. 20.04.2024

Nosotros unimos a las personas

Europa se mira al espejo y no se reconoce. El bienestar, la solidaridad y decidir en bloque contra los males comunes, como el terrorismo yihadista, han desaparecido del guión europeo de aquellas añoradas cumbres que rezumaban poder y decisión. Reconstruir Europa no supone poner patas arriba toda la casa, pero sí hacer valer nuevamente aquello que dejó dicho para la posteridad uno de los padres europeos: “Nosotros no coligamos Estados, nosotros unimos a las personas”.

La educación, el desempleo, la lucha contra el terrorismo, las acciones militares, el cambio climático y la inmigración deberían dar fe de que la Unión Europea es una comunidad política de derecho nacida para propiciar y acoger la integración y gobernanza en común de los Estados y los pueblos de Europa. Es la definición protocolaria, porque si algo ponen de manifiesto todos estos asuntos prioritarios a abordar es la desunión entre los que toman las decisiones.  El desapego ciudadano, especialmente entre los jóvenes, hacia las siglas UE viene de lejos, pero son las cuestiones más directas que les afectan, como el trabajo, la seguridad o la sanidad, las que están demandando por encima del sentimiento de pertenecer al Viejo Continente.

Hoy hay millones de nuevos europeos que no se identifican con los orígenes de la UE

La Comunidad Económica Europea, embrión de lo que es hoy la Unión Europea, surgió tras la Segunda Guerra Mundial en un afán de reconstruir todos los países que se vieron afectados por la contienda bélica. Se buscaba también afianzar la paz en el tiempo, pero hoy hay millones de nuevos europeos que no conocieron ni se identifican con aquellos orígenes de la UE. Es normal, los tiempos cambian y las motivaciones son también otras. Pero las principales instituciones europeas con la Comisión a la cabeza no supieron o no quisieron ver todos los cambios que se avecinaban en el paso del siglo XX al XXI. Tampoco estaban preparados para una brutal crisis económica que iba a sacar cabeza en el año 2007 y que en diez años ha devastado lo más valioso que tenía Europa para su unión: El Estado del Bienestar. Fueron tiempos oscuros donde las noticias habituales eran el paro creciente, los recortes en educación y sanidad, el aumento de la edad para jubilarse y la reducción paulatina de las prestaciones sociales, especialmente a quienes más las necesitaban. El divorcio hacia el sentimiento de unión y de Europa estaba cantado. Otro hecho enturbió más si cabe la relación por el surgimiento de las desigualdades que han venido a reforzar a los países del norte frente a los países del sur, entre los que se encuentra España.

Lo mejor que ha tenido siempre el tratado de unión entre países amigos es ir hacia delante y prosperar

Reconozco que, así de entrada, puede sonar un tanto fuerte pero lo voy a decir de todas formas: hay que reconstruir Europa o la perderemos. Especialmente en los años 80 y 90 del siglo pasado todo eran amigos para Europa y también solicitudes de integración dentro de lo que se llamaba un selecto club de países. Esto ya no existe. Pero, ¿cómo lo hacemos? Me refiero a lo de levantar la niebla que impide ver claramente el futuro a corto plazo de lo que tanto hemos tardado en construir de manera conjunta. Con política, con mucha y eficaz política. Más que nunca, el futuro europeo pasa por acordar la solución conjunta a los más graves problemas que tenemos. Que no nos engañen, porque no vienen buenos tiempos, y el terrorismo yihadista y la reanudación de las guerras en los lugares de siempre, son la prueba más palpable. Europa ya no tiene el eje que suponía antaño Londres-París-Berlín, aunque tampoco es que sirvieran para mucho, como ha venido a demostrar el Brexit. Lo mejor que ha tenido siempre el tratado de unión entre un buen puñado de países amigos y aliados es ir hacia delante y, así, prosperar. Para ello hay que tomar decisiones arriesgadas, pero solo de esta manera se salvará todo aquello que nos ha llevado al actual momento de la historia. Esos pasos de gigante deben venir en una lucha más eficaz contra el paro, alejándonos de los postulados de un Fondo Monetario Internacional que ha sido y es pernicioso para los europeos. Así se reconstruirá el bienestar y se destinarán recursos para identificar a los jóvenes con el desvalido sentimiento de pertenecer y vivir en Europa. Estamos tocados y no basta ya con asumir los muchos errores que se han dado en estos últimos diez años, incluido el aumento del nacionalismo para que cada país miembro vaya a lo suyo en detrimento de los demás. La esencia de todo lo que no somos ahora hay que rebuscarla entre viejos postulados como aquel que iluminó en su día a uno de los padres europeos, Jean Monnet: "Nosotros no coligamos Estados, nosotros unimos a las personas." Completamente de acuerdo.

Nosotros unimos a las personas
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