sábado. 20.04.2024

América cuelga el teléfono

Anuncia el norteamericano numero uno al frente de la Casa Blanca, que se ha terminado que el resto de países se aprovechen de América. Las guerras por extender el poder y controlar los recursos energéticos ajenos, parecen no haber existido nunca, y ser producto de nuestra imaginación. Se lucieron aquellos que vaticinaron que este iba a ser el siglo del desarrollo de los países pequeños, cuando la realidad es colgar el teléfono a quien piensa diferente de que la solución está en levantar muros por todo el mundo.

Tuvo que ser un estadounidense el primero en hacer una llamada de teléfono móvil en público. Su nombre, Martín Cooper, y fue el 3 de abril de 1973. Nada presagiaba, porque dicen que las relaciones diplomáticas deben ser el mejor ejemplo de educación y respeto, que 44 años después, el 28 de enero de 2017, un presidente norteamericano iba a colgar el teléfono a un primer ministro de otro país, en este caso de Australia. Truman Capote dijo que una conversación es un diálogo, no un monólogo, hasta que sucede que todo un presidente de los Estados Unidos deja con la palabra en la boca a otro dirigente que merece de su amabilidad y consideración. 

Además de la suciedad, la intolerancia y el maltrato a nuestros mayores, en la lista de los peores ejemplos de mala educación que conozco, está que una persona le cuelgue el teléfono a otra. Trump es un magnate, tiene una torre que lleva su nombre, es el 45 presidente de los Estados Unidos, pero no tiene educación. A lo largo de la historia, especialmente en el siglo XX, quienes accedieron al poder y escenificaban de continuo malas palabras, malos gestos y malos modales, sucumbieron a reelecciones, la guerra les suprimió a ellos (Hitler o Mussolini), y por supuesto terminaron cayendo en el pozo del olvido y el desprecio. Resulta ya incómodo de por si tener que comparar a lideres de hoy y de ayer, pero los hechos son tozudos y el mensaje totalitario, racista y beligerante recuerda mucho a episodios odiosos que dejaran marcadas a muchas generaciones. Se empieza por prometer en campaña electoral que un país será solo para sus nativos (América para los americanos), se continua con el levantamiento de muros como nuevas fronteras, y se termina por señalar a otras nacionalidades y culturas como indeseables y concentrar a sus ciudadanos en guetos o campos de refugiados que, salvando las distancias, terminan por recordar a los campos de concentración.

“Quienes accedieron al poder y escenificaban de continuo malas palabras, malos gestos y malos modales, sucumbieron”

La vida es tozuda a la hora de observar que hay personas fuertes y débiles; ricos y pobres; grandes de corazón o sin escrúpulos ni valores; con mentes muy capacitadas, a veces en exceso por el daño que hacen, mientras (nada raro), la debilidad mental tiene relación estrecha con recibir educación, sanidad, cultura y, por supuesto, estar bien alimentado, que es mucho decir para los millones y millones de desheredados que hay a lo largo y ancho del mundo. Sin una parte de este mundo, me refiero al rico, el otro, poco o nada tiene que hacer. El desarrollo en muchos lugares de África, de Asia o de Iberoamérica es una falacia, porque son puntos donde, además de la falta de casi todo, impera la guerra, el caciquismo, la corrupción y empuñar las armas y machetes como forma de hacer justicia. Y en este contexto, le dice Donald Trump, antes de colgar el teléfono al primer ministro australiano, un tal Turnbull, que se ha acabado que los demás se aprovechen de América. Un país inmerso en permanentes guerras por la expansión de su poder, su comercio y el control de las energías, habla ahora, con un magnate archimillonario sentado en el Despacho Oval de la Casa Blanca, de que la ONU se ha aprovechado, la OTAN se ha aprovechado, y hasta Irák, Siria o Afganistán se han aprovechado. 

“Sin una parte de este mundo, me refiero al rico, el otro, poco o nada tiene que hacer”

Ponerse la venda antes de la herida, como hace Donald, no presagia nada bueno. De repente, con esta elección presidencial, se acaba de un plumazo con la solidaridad, con las ayudas al desarrollo, con la sanidad y la justicia universales. Todo, porque los muchos países y ciudadanos que están inmersos en estas situaciones, incluidos los 9 millones de niños que mueren al año en África por desnutrición y enfermedad, se han estado aprovechando de América y de los americanos. Muchos ciudadanos estadounidenses no piensan así, pero los que han votado a Trump, si. Las palabras duras y gruesas por teléfono, y la mano dura representada por el levantamiento del muro con México, se abre paso como la nueva política que nos espera. Además de Mary Le Pen (Francia) y de Theresa May (Reino Unido), ¿qué otros dirigentes reirán las gracias al empresario y presidente norteamericano? Herir el orgullo nacional de mexicanos, australianos o iraníes, dice bien poco de esta nueva América que cuelga el teléfono, porque a un lado de la línea solo hay vacío y agresividad. 

América cuelga el teléfono
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