sábado. 20.04.2024

Caprichos

Ahora hemos aprendido la lección y ya sólo gastamos lo realmente necesario, un gasto sin mácula tenemos ahora. Como mucho nos damos algún capricho que otro: creamos y mantenemos un Observatorio de Salud Pública, traemos a Enrique Iglesias, a Jarre y a cinco instagramers ingleses y todo ello por un precio que oscila entre los 0 y 1.500.000 euros según el día o compramos aviones para ir a la guerra.

A ver, no es que quieran, es que lo necesitan; la Armada y el Ejército del Aire están obligados a comprarse nuevos aviones por si hay guerra. Unos van a comprarse unos F-35 Lightning II (que en mi cabeza es el avión de Maverick en Top Gun) y otros unos F-35B (que en mi cabeza es el avión de Maverick en Top Gun porque todos los aviones son así). Son un poco caros los avioncitos, sí. Unos 10.000 millones de euros nos viene a salir la cosa pero hay que hacerlo, por España. Se nos han hecho viejos los aviones sin vivir una guerra ni nada.

Que es lo que me pasa a mí, nunca creí que entendería tan bien al Ejército español; el otro día mismo me tuve que comprar unos zapatos nuevos, unas zapatillas de ballet con cintas negras de terciopelo monísimas. No quería hacerlo, sabía que la economía familiar se iba a desequilibrar y que ese aumento del gasto en el apartado OTROS descompensaría el apartado COMIDA y RECIBOS pero estaba obligada, joder. No podía seguir llevando los zapatos del año pasado, estaban ya viejos. Tenía que seguir moderna y bonita, por si acaso, que una tampoco sabe cuándo te pueden declarar la guerra. En casa no me han dicho ni media palabra, claro, que aquí los caprichitos están a la orden del día: un spinner blanco y otro rosa ya guardados en un cajón y en el desván una enorme panificadora roja como Rosa Aguilar (ay, no, perdón; rosas, son rositas las dos).

Tenía que seguir moderna y bonita, por si acaso, que una tampoco sabe cuándo te pueden declarar la guerra

Lo malo es que me di el capricho y ahora necesito ropa que vaya con los zapatitos de baile, me va a salir la torta un pan. Y parecido le va a salir al Ejército lo suyo porque el coste de pilotar estos aviones oscila un poco pero la hora puede salir entre 30.000 y 50.000 euros. Pero es que la guerra es la guerra y hay que elegir lo mejor. Que te pones a pensar y volando voy, volando vengo, te sale el mes por un pico. A ver si la Fundación de Amancio Ortega, en su próxima donación, nos compra unas cuantas máquinas de guerra y nos arregla un poco este tema.

Es difícil decir que no a los aviones, evidentemente, porque todos los ministerios son muy importantes, igual de necesario es un avión nuevo que despega y aterriza en corto para el Ejército que el Reiki en algunos hospitales para el ministerio de Sanidad, no se puede elegir; es como lo de querer más a papá o a mamá. Y además, ¿qué le vas a decir tú a un ministerio si el de al lado lleva años dándose caprichitos sin parar?

Cuando éramos ricos se hacían aeropuertos sin aviones o puertos sin barcos como el de Laredo en Cantabria

Cuando éramos ricos se hacían aeropuertos sin aviones o puertos sin barcos como el de Laredo en Cantabria, centros de interpretación huecos y cerrados, carriles bici que iban a morir a una autovía de tres carriles, comprábamos edificios, privatizamos empresas públicas, etc. Ay, me da como nostalgia ponerme a recordar esos tiempos.

Ahora no, gracias a Dios. Ahora hemos aprendido la lección y ya sólo gastamos lo realmente necesario, un gasto sin mácula tenemos ahora. Como mucho nos damos algún capricho que otro: creamos y mantenemos un Observatorio de Salud Pública, traemos a Enrique Iglesias, a Jarre y a cinco instagramers ingleses y todo ello por un precio que oscila entre los 0 y 1.500.000 euros según el día o compramos aviones para ir a la guerra.

Hombre, es que tan humano no serás si eres capaz de resistir el darte un capricho. Y menos humano serías si no le concedes un caprichito al de al lado para tenerle un poco contento.

Caprichos
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