Me gusta Letizia.
Entiendo bien el odio que levanta la reinona Letizia, cómo no entenderlo. En ese trono ya no hay una mujer dócil y sonriente que aguanta las humillaciones de un marido que, durante mucho tiempo, fue un tipo campechano para todos que coleccionaba juancarlistas y se los llevaba a los jeques de Arabia de regalo. Ya no hay una mujer correcta que vive en Londres a todo trapo pero que usa vestidos floreados con volantes y zapatos cómodos y eso la convierte en nuestra Doña Croqueta, tan humana ella. Una reina que ha vivido durante décadas en un completo segundo plano, siempre detrás de un señoro, pero disfrutando, a cambio, de sus caros gustos sin nadie que se los censurara. A mí es que las profesionales de la monarquía, regular.
Ahora en ese trono de escay hay otra cosa. Ahora hay una mujer que no tiene pinta de consentir mucho, que educa a sus hijas según le parece, que se gasta una pasta en ropa y zapatos de tacón, que da discursos que se entienden perfectamente y que hay días en los que no tiene el chichi para farolillos.
En cada guapa, guapa que le lanzan a la llegada a alguna tonta inauguración descubro el asco y el gozo, a partes iguales, que le producen esas palabras
A mí con Letizia me pasa que me parece una diosa, salvo algunas cosas. La veo moverse y hablar y puedo sentir el placer que le produce ser reina de España, joder, tiene que ser bestial eso. En cada guapa, guapa que le lanzan a la llegada a alguna tonta inauguración descubro el asco y el gozo, a partes iguales, que le producen esas palabras. En cada gesto de la cara que pierde al operarse intuyo amargas lágrimas y el sufrimiento más absurdo. Envidio su delgadez, sus brazos musculados y que sea capaz de hacer que sus hijas coman sopa de acelgas. Me gusta imaginar que es @Barbijaputa, o que llama de incógnito para ganar los 1.000€ que dan por decir que ya es primavera en Telecinco, o que escribe libros de amor en Amazon con Tórtola Palacio o Liz Arzuela como seudónimos.
Sonrío con esos nervios que se le ponen cuando aparece con sus hijas, venga a toquetearlas el pelo y la ropa sin parar; reconozco el esfuerzo que hace al salir de palacio sin el lexatín. Me gusta que vaya al cine pero sólo a ver películas en versión original y no muy comerciales. Que salga a cenar con sus amigas y se pida una ensaladita de canónigos, un vasito de agua tibia y de postre un té blanco con gengibre y cúrcuma. Otra cosa no encajaría en estos tiempos de mierda.
Y que aguanta a su marido, hijas, no concibo mayor castigo para esta mujer, en esto veo yo una hermana. Yo, que he salido con votantes del PP, con cazadores y con cabronazos tipo Emérito sé lo que es empezar a darte cuenta de que la has cagado y que tienes que salir de ahí rapidito. Y puedo imaginarme la rabia y el dolor que sentirá Letizia al saber que no hay salida, que te comes a Felipe VI hasta el final. A partir de ahí, es difícil no entender y apoyar a Letizia.
No se atreven a decirlo, claro, y lo camuflan con educación, protocolo y saber estar, pero es eso lo que quieren
Y Letizia me gusta, sobre todo, por ese odio con olor a rancio que despierta entre los monárquicos y los que dicen que no lo son aunque sea mentira. Que revuelva a señoras coñazo como Marie-Chantal Miller. Quieren que la reina de España vuelva a callar, que no notemos tanto sus operaciones de estética, que sea menos guapa y no sonría tanto, que engorde un poco y que deje a su padre y a su abuela la educación de sus hijas. A su abuela, que tan bien lo hizo. No se atreven a decirlo, claro, y lo camuflan con educación, protocolo y saber estar, pero es eso lo que quieren.
A mí, en realidad, lo que me gustaría es que tuviéramos una reina como Lydia Lozano, la reina de nuestros corazones, pero me conformará con Letizia. Me vale, no anda tan lejos.