sábado. 20.04.2024

Por un Estatuto desde la identidad colectiva

La política tiene por objeto la institucionalización del grupo, de una determinada sociedad. De ahí que sea necesario crear instituciones que, una vez aceptadas e interiorizadas por los individuos, faciliten al máximo posible la autonomía de los ciudadanos y ciudadanas y posibiliten al máximo su participación efectiva en todo lo público.

Dice Habermas que en cierta medida los individuos permanecen en un determinado grupo si sus ideas encuentran respuesta por parte del mismo, argumentando que la conformación de la identidad del yo colectivo, del nosotros, se da en el movimiento. Si trasladamos este argumento al contexto social moderno, podemos decir que las personas se identifican con los distintos grupos a los que están adscritos en la medida en que encuentran en ellos formas de participación donde reafirmar su pertenencia. Pero no solo se cuenta con esta variable participativa. A ella hay que añadirle un ingrediente más: el valor positivo o negativo que las personas damos a pertenecer a un grupo y no a otro. Esta puesta en valor es lo que despierta en nosotros y nosotras el sentimiento de pertenencia, el orgullo de ser parte de un grupo altamente valorado.

Lo cultural, lo popular, lo que construye identidad colectiva, es un estado en continuo proceso de reconfiguración

Entra también en juego la cultura, lo popular, entendido como el lugar donde las personas nos relacionamos a través de símbolos individuales y colectivos. Símbolos que no son inmutables y que muchas veces ni siquiera están claramente definidos. Lo cultural, lo popular, lo que construye identidad colectiva, es un estado en continuo proceso de reconfiguración.

La identidad colectiva moderna aparece, por tanto, necesariamente ligada a la autonomía, a la capacidad del nosotros de seguir construyendo lo común, lo popular. Y es que es el imaginario social surgido de esos procesos de construcción colectiva la herramienta que mantendrá y justificará un determinado orden social; un orden social con capacidad de perdurar en el tiempo, con capacidad de sostener una valoración positiva suficientemente alta como para no poner en riesgo la cohesión grupal. De este imaginario social pende, pues, lo institucional, que tiene su funcionalidad como elementos que organizan lo diverso, demarcando lo permitido y lo prohibido para una determinada colectividad. En este contexto, la política tiene por objeto la institucionalización del grupo, de una determinada sociedad. De ahí que sea necesario crear instituciones que, una vez aceptadas e interiorizadas por los individuos, faciliten al máximo posible la autonomía de los ciudadanos y ciudadanas y posibiliten al máximo su participación efectiva en todo lo relativo a la gestión de lo público, de lo común.

Una propuesta política que apueste por la construcción popular tiene el deber de considerar la importancia de los procesos de construcción de identidades individuales y colectivas

En este contexto, ¿cómo puede justificarse que los elementos político-institucionales que expresan la voluntad popular sean declarados inamovibles, estáticos, perpetuos? ¿En qué medida, con el paso del tiempo, pueden seguir valorizando positivamente la pertenencia al grupo? ¿Cómo afecta esta heteronomia a la concepción más pura de la democracia?

Una propuesta política que apueste por la construcción popular, y mas aún en estos tiempos de ruptura del pacto social, tiene el deber de considerar la importancia de los procesos de construcción de identidades individuales y colectivas.

Y es por ello, que hoy, como homenaje a nuestro Estatuto de Autonomía en su XXXIV aniversario, Podemos Cantabria registraremos una proposición no de ley instando al Gobierno de Cantabria a abrir una Comisión de Estudio del Estatuto de Autonomía, necesariamente abierta a la participación de la sociedad civil, que en el plazo de 1 año trabaje y aborde la posible reforma del mismo, con el fin de que sea fiel reflejo de la sociedad cántabra de hoy y fortalezca y refuerce nuestra cohesión social.

Por un Estatuto desde la identidad colectiva
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