Esta mujer de Minnesota tenía 29 años cuando le diagnosticaron fibrosis quística. Al poco tiempo ya dependía por completo de una máquina de oxígeno, y no ha sido hasta que ha tenido 40 años cuando ha podido someterse a un trasplante de pulmón. En ese momento su capacidad pulmonar estaba al 10%, por lo que su reacción al poder respirar y llenar los pulmones por completo por sus propios medios después de la operación no puede ser más emotiva.