viernes. 29.03.2024

Resumir todo lo que ha ocurrido en un año suele ser una tarea difícil. Hacerlo ahora, en uno tan atípico como este 2020, donde todo parece tan surrealista que es muy difícil distinguir la realidad de la ficción, lo es aún más.

Viendo en retrospectiva el 2020, no hay una sola palabra para hablar de él. Pero la mejor forma de hacerlo quizás es resumiéndolo, viendo paso a paso todo lo que ha ocurrido durante estos doce meses que, sin lugar a dudas, van a resultar inolvidables para la sociedad.

En enero, tras acabar un 2019 de lo más extraño, las promesas por un 2020 “donde todo cambiaría e iría mejor” inundaron el día de Año Nuevo. Como siempre, los gimnasios y centros deportivos se llenaron de personas que, días después, abandonaron el primer propósito de su año.

Sin embargo, ya por entonces la palabra COVID-19 comenzaba a estar presente, y es que China ya había reportado los primeros casos de la enfermedad que marcaría el transcurso del año. Así, esa ‘degustación’ de murciélago acabó convirtiéndose en una pesadilla que se hizo realidad.

Febrero fue un mes con mucha incertidumbre, mucho miedo. Las redes sociales comenzaban a arder ante la llegada del nuevo virus a Europa y a América. Y fue entonces cuando llegó, porque el primer caso en Cantabria se remonta al 28 de febrero. Queda lejos ese día. Ahora hablamos de hace más de diez meses, pero ha pasado tanto y tan poco, que es muy difícil hablar de febrero sin hablar del miedo.

Sánchez ofrece a las CCAA pedir un estado de alarma si lo necesitan y defenderlo en el Congreso

Pero el miedo real llegó en marzo, concretamente el viernes 13. Todo comenzó a cerrar, y en las calles ya se respiraba la incertidumbre por un futuro aparentemente irreal. Así fue como llegó el confinamiento a España, y se decretó el primer Estado de Alarma que duraría tan solo dos semanas. Pero el tiempo pasó y esas dos semanas se convirtieron en casi tres meses.

Y así fue el mes de abril, en casa, con ese 'quédate en casa' que inundó las redes sociales, las ventanas… Cada espacio de esas ciudades fantasmas en las que reinaba el silencio era ya un grito, un aullido en busca de respuestas que dilucidasen qué pasaría el próximo mes, cuándo acabaría todo, o si el virus desaparecería en algún momento.

Comenzaron los aplausos a sanitarios, que poco después cesaron y demostraron que, una vez más, la sociedad les había vuelto a olvidar. También hubo conciertos en redes sociales, las familias pasaron más tiempo juntas, e incluso las recetas de repostería tuvieron un gran auge, llegando a acabar con las existencias de harina y levadura en los supermercados.

Los aplausos al personal sanitario cesaron en el mes de mayo

Mayo no fue menos, pero vino cargado de ‘buenas noticias’. Había llegado otra etapa llamada ‘Nueva Normalidad’ donde la mascarilla y el gel hidroalcóholico estaban presentes en cada espacio del día a día. La sociedad pudo volver a salir, a reencontrarse, aunque la primera ola de la COVID-19 seguía presente en España. Aquí seguía el miedo, nunca se fue, pero se notaba un poco menos.

Y ya, una vez acabado este mes, llegó junio, y con él el verano. Las vacaciones, el sol, la playa… Parecía todo tan parecido a esa ‘Antigua Normalidad’ que las comunidades autónomas se llenaron de turismo. El auge se produjo sobre todo en Cantabria, que lideró la ocupación hotelera en los meses de verano.

Segunda Playa del Sardinero

El miedo no había desaparecido aún, eso es cierto, pero sí hubo una relajación. Y así fue cómo pasó todo el verano. Junio, julio y agosto fueron meses marcados por el calor, por el sol y la playa. En algunos casos hubo restricciones, como la distancia de seguridad, las mamparas protectoras… La nueva normalidad había llegado, pero la antigua aún seguía, y en cierto modo aún sigue. Es difícil desprenderse de aquello que siempre se ha conocido.

Los reyes Felipe VI y Letizia llegaron a Cantabria en julio, no sin discrepancias. Tras acabar ese primer Estado de Alarma, muchos cántabros criticaron la presencia de ambos. Además, también hubo diversos gritos a favor de la República que eclipsaron en gran medida a aquellos más monárquicos que estuvieron en Torrelavega y Santoña, lugares que visitaron durante su estancia en la Comunidad Autónoma.

Los Reyes por el puerto de Santoña

No obstante, septiembre vino cargado de realidad. El 2 de septiembre el Gobierno regional declaró el confinamiento en Santoña, donde todos y cada uno de los sectores de la villa marinera se vieron afectados por las restricciones. El cierre de los locales y terrazas trajo consigo las manifestaciones de hosteleros, donde el sector ya reclamaba ayudas por el duro impacto de la pandemia de la COVID-19.

Pocos días después, el 11 de septiembre, la Consejería de Sanidad levantó un cordón sanitario en el Barrio de La Inmobiliaria, en Torrelavega. Además, a los pocos días comenzaron los colegios, y esa ‘vuelta al cole’, trajo, en principio, menos contagios de los esperados.

Colas en La Inmobiliaria para realizar los PCR

Pero ahora, tres meses después, la COVID-19 ha llegado a muchas de las aulas cántabras, llegando a paralizar institutos en su totalidad y haciendo que la educación telemática cobrase un gran valor. Esta, además, marcó también el mes de marzo, donde los padres no sabían qué hacer y se vieron obligados a ejercer en muchos casos el papel del profesor.

Ahora, en septiembre, Cantabria recobró el sentido y ayudó con la digitalización, aunque muchas de las aulas cántabras continúen sin los recursos necesarios, o incluso la brecha digital entre las familias sea más latente que nunca.

Pero el 2020 siguió, y con él octubre, cargado de brotes de coronavirus por cada rincón de la Comunidad Autónoma. Fue así como Cantabria comenzó su entrada en la segunda ola de la COVID-19, de tal forma que ha llegado a superar los 390 muertos en la actualidad.

UCI de Valdecilla

Cada uno de los nombres de aquellos que se fueron siguen y seguirán presentes. Ellos representan en gran medida este 2020 que ha pasado de ficción a realidad, a una realidad que nadie hubiese pensado a principios de año.

En noviembre llegó el cierre de bares, que además trajo consigo miles de protestas. El sector hostelero estaba cayendo en picado, y Cantabria luchaba para hacer frente a una batalla distópica: economía o salud. Esa pregunta sigue aún presente, y la respuesta es, al igual que todo lo ocurrido con la pandemia, incierta.

Poco después, en diciembre, llegó también el cierre perimetral de las comunidades autónomas. Con él, también se asentó el famoso toque de queda, que convirtió las 22:00 en la hora de retorno a los hogares cántabro. Ante ello llegaron muchas quejas, especialmente por ese horario nocturno, donde muchos criticaban que parecía que “el virus solo aparecía de noche”.

Cantabria se plantea volver a cerrar perimetralmente algunos municipios

Más tarde, a mediados de mes, el 17 de diciembre se aprobó finalmente la tan esperada Ley de la Eutanasia. Y, once días después, el 28 de diciembre, como si de una inocentada se tratase, la Consejería de Sanidad decretó el toque de queda a las 00:30 y redujo a seis los comensales en Nochevieja y Año Nuevo.

No obstante, diciembre también trajo buenas noticias, y es que el día 27 las residencias empezaron a vacunar a residentes y trabajadores. Así, el CAD de Cueto ha sido la primera residencia cántabra en recibir la inmunización contra la COVID-19, y, la primera persona en recibirla, María Dolores Luzuriaga, de 72 años y antigua trabajadora del SCS.

12:00. CAD de Cueto. Inicio de la vacunación contra la COVID-19. María Dolores Zuluriaga (72 años) 27 de diciembre de 2020 © Raúl Lucio

Ese ha sido 2020, el año en el que la ficción se convirtió en realidad y en el que una palabra marcó la vida de millones de personas: la COVID-19. Horarios, restricciones y medidas de seguridad marcan un fin de año que quedará para el recuerdo, especialmente por la crisis económica que ha derivado de la crisis sanitaria vivida en España por la pandemia que ha asolado al mundo: la COVID-19.

2020, el año en el que la ficción se convirtió en realidad
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