miércoles. 24.04.2024

La investigadora Virginia Carracedo ha afirmado que el 77% de los incendios forestales que se producen son intencionados y están motivados principalmente, en el 72% de los casos, por la quema de matorral para la generación de pasto para la ganadería. Por su parte, un 13% de los incendios se debe a negligencias motivadas igualmente por el interés de regenerar pastos, es decir, quemas controladas que se escapan y provocan un incendio.

Carrancedo ha ofrecido estos datos en la charla-coloquio que protagonizó el pasado sábado en el Fluviarium de Liérganes, en el marco del Proyecto LIFE Miera, a la que asistieron casi un centenar de personas, según ha informado este lunes la Fundación Naturaleza y Hombre (FNYH) en un comunicado.

Durante casi tres horas, Carracedo explicó a los asistentes la evolución de los incendios en Cantabria entre los años 19991 y 2010, periodo de estudio reflejado en su reciente tesis doctoral 'Incendios forestales y gestión del fuego en Cantabria'.

Así se reflejó que Cantabria es una de las regiones de Europa en las que más se quema, junto con Asturias, Galicia y las provincias de Zamora y León. Estas regiones presentan un riesgo de incendio extremo, categoría que se alcanza cuando éste supera el 4%.

Concretamente, en Cantabria las zonas que más se queman son tres, la Montaña Oriental, los Valles de Cabuérniga y Alto Nansa, y el Sur. Las dos primeras son objeto de incendios de invierno, mientras que los fuegos se concentran en el periodo de verano para el Sur de Cantabria. Los incendios sufridos el pasado mes de diciembre se corresponden con los invernales, en los que de nuevo las áreas más afectadas han sido las comarcas de Cabuérniga (2.500 hectáreas), Soba (1.500 ha) y nansa (1.400 ha). Se trata de zonas rurales, con una baja densidad de población, y se sitúan en espacios naturales protegidos en la mayor parte de los casos.

El estudio de los fuegos y sus causas lleva a Virginia Carracedo a afirmar que el 77% de los fuegos son intencionados, y que el 72% motivados por la quema de matorral para la generación de pasto para la ganadería.

Por otro lado, la investigadora ha hecho hincapié en la dificultad para apagar los incendios debido a que se producen en zonas inaccesibles por tierra, con condiciones meteorológicas adversas que impiden volar a los medios aéreos por los fuertes vientos y, cada vez más, provocados en las últimas horas del día, lo que favorece que se extiendan durante la noche.

El año con más superficie quemada

Los años 1989 y 2012 fueron, por este orden, los que más superficie quemada dejaron en Cantabria. Sin embargo, el episodio vivido el pasado mes de diciembre con cerca de 10.000 hectáreas calcinadas llevará a 2015 al primer puesto de la clasificación, a juicio de la experta, que ha precisado que esta estimación no se confirmará hasta que se publiquen los datos definitivos de arbolado y matorral muerto, lo que requerirá todavía unos meses de estudio.

Los especialmente graves incendios de 2015 se sitúan dentro de una tendencia al alza de la superficie quemada visible desde 2009. Entre las causas que Carracedo apuntó pueden estar los cambios en la Política Agraria Comunitaria (PAC) y los afectados por la Ley de Montes.

Debate

Según ha relatado la FNYH, tras la ponencia de Carracedo tuvo lugar un intenso debate en el que la población local, técnicos, profesionales, investigadores y agentes del medio natural pusieron de manifiesto sus opiniones y sus propuestas de solución, en el que también participaron el director general del Medio Natural, Antonio Lucio, y el jefe del Servicio de Montes, Javier Espinosa.

En opinión Lucio, el modelo actual de prevención y extinción de incendios no funciona y el episodio del mes diciembre debe aprovecharse para poner en marcha un plan de larga duración basado en la prevención, la sensibilización y la extinción, dotado del personal necesario que actualmente se encuentra muy mermado debido a la falta de reemplazo de los técnicos, agentes y cuadrillas que se jubilan. Sin embargo este nuevo plan debe basarse en la concertación y no en la confrontación, dijo.

Otras opiniones del público apuntaron a que la población desconoce los problemas para el ecosistema y para la calidad y conservación del suelo que producen los fuegos, y que son responsables del empobrecimiento y de la pérdida de suelos, debido a la fuerte pendiente de los terrenos en los que se producen.

Además, se hizo hincapié en cómo la PAC fomenta los fuegos para la creación de pasto al subvencionar la vegetación menor de 40 centímetros excluyendo así las áreas matorralizadas.

Por otro lado se señaló que estas ayudas aportaban beneficios privados en terrenos públicos, sin ofrecer ningún beneficio a los tenedores de los terrenos, principalmente juntas vecinales, que les permitan mejorar el estado de sus montes y responsabilizarse de su gestión. Se señaló también que el 25% de la renta agraria procede de subvenciones.

Por otro lado se propuso la puesta en valor del monte y de sus diferentes usos, ya que en las últimas décadas la población rural ha disminuido y abandonado ciertos usos forestales, lo que está provocando cambios en el mosaico paisajístico en estos montes. La puesta en valor de los recursos forestales ofrecería a la población rural otras alternativas de desarrollo rural que frenaran la despoblación y disminuyeran los incendios forestales, ya que los montes se verían como terrenos valiosos.

Cantabria es una de las regiones de Europa en las que más se quema
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