martes. 19.03.2024

Corría 1987 cuando Antolín llegó a Ajuria Enea huyendo de Reinosa. La canción remite a una vieja historia que treinta años después pocos han olvidado en la capital de Campoo y que comenzó a gestarse unos días antes...

7 de marzo de 1987. La prensa informa del anuncio del expediente que plantea el despido de 463 obreros de los 2.000 que trabajan en Forjas y Aceros de Reinosa, conocida como la Naval. El comité de empresa rechaza el expediente mientras una sensación de frustración y de fraude se extiende por un pueblo en el que viven 13.000 personas, 1.500 de ellas desempleadas.

8 de marzo de 1987. Por Reinosa también se extiende el rumor del inminente regreso al País Vasco del presidente de Forjas, Enrique Antolín. Dirigente del PSE-PSOE, exalcalde de Basauri y exjuntero en las Juntas Generales de Bizkaia, Antolín suena como consejero del nuevo Gobierno Vasco PNV/PSE-PSOE de José Antonio Ardanza (PNV).

Los obreros deciden en asamblea retenerlo hasta las dos de la tarde del día siguiente

11 de marzo de 1987. La víspera de su toma de posesión en Vitoria-Gasteiz como consejero de Transportes y Obras Públicas del Gobierno Vasco, Antolín se presenta en la Naval para recoger sus cosas y despedirse de su equipo directivo, pero su presencia en la fábrica trasciende y grupos de trabajadores que acuden a pedirle cuentas por los despidos acceden a las oficinas generales –Antolín queda encerrado en su despacho y su equipo en la sala de reuniones– y le exigen que dé explicaciones públicas y negocie con ellos. Cuando éste se niega, los obreros deciden en asamblea retenerlo en la Naval hasta las dos de la tarde del día siguiente –una hora más tarde de la que está previsto que tome posesión en Ajuria Enea– para forzar la negociación. Los trabajadores de Cenemesa y Farga y numerosos vecinos de Reinosa acuden a la fábrica para apoyar a los obreros, y pronto son miles las personas concentradas en el interior y en el exterior de la Naval. Por motivos de seguridad, el comité traslada a Antolín y a su equipo al edificio de hormigón del control de calidad, conocido como el ‘búnker’.

A las seis y media de la tarde dos compañías de la Guardia Civil procedentes de Santander llegan a la puerta principal de la fábrica y disparan pelotas de goma contra los concentrados, que han instalado barricadas. Miembros del comité ponen en contacto telefónico al oficial al mando de los guardiaciviles con el delegado del Gobierno español en Cantabria, Antonio Pallarés (PSOE); con el alcalde de Reinosa, Daniel Mediavilla (PSOE), y con el propio Antolín, y las dos compañías terminan retirándose. A las once de la noche empieza una asamblea de trabajadores que aprueba la retirada total del expediente, el establecimiento de negociaciones al más alto nivel –con el ministro de Industria, Luis Carlos Croissier (PSOE), y con el presidente del Instituto Nacional de Industria INI, José Claudio Aranzadi (PSOE)– y el nombramiento de un nuevo presidente de Forjas lo antes posible como principales reivindicaciones.

antolin

12 de marzo de 1987. A la una de la madrugada el comité traslada las reivindicaciones a Antolín, quien les comunica que él ha sido cesado como presidente de Forjas y que el interlocutor válido es el director de Relaciones Industriales del INI, Miguel Cuenca. A las dos de la madrugada el comité consigue contactar telefónicamente con Cuenca pero la línea telefónica se corta dos veces y los técnicos comprueban que ha sido cortada intencionadamente desde el otro lado de la tapia. Son las tres y media de la madrugada, la Naval está incomunicada y los obreros empiezan a detectar la presencia de desconocidos sospechosos dentro y fuera de la fábrica. Después se sabría que fueron esos infiltrados quienes elaboraron los planos de la Naval que los miembros de la Unidad de Acción Rural UAR de la Guardia Civil utilizaron aquella misma noche para planear el asalto al ‘búnker’.

La Guardia Civil recurre a sus porras y a pelotas de goma y botes de humo; el pueblo, a barricadas y adoquines

Amanece y 300 guardiaciviles procedentes de la localidad madrileña de El Escorial, de Logroño, de Vitoria-Gasteiz y de Santander ya están en Reinosa. A las ocho y media de la mañana se escuchan disparos, explosiones y gritos procedentes del ‘búnker’, y la sirena de la fábrica alerta a los vecinos del pueblo, que acuden a solidarizarse con los trabajadores. Los miembros de la UAR asaltan el ‘búnker’, evacuan a Antolín y a su equipo y requisan los carnés de identidad de los miembros del comité mientras los antidisturbios les facilitan la operación disolviendo con pelotas de goma y botes de humo a los obreros, que se refugian en las naves de los talleres, pero en diez minutos el humo de los botes convierte el espacio en irrespirable. La evacuación de Antolín y su equipo dura unos pocos minutos, pero los antidisturbios cargan en el interior de la fábrica durante media hora y tras retirarse de ella siguen cargando por las calles de Reinosa, por lo que numerosos vecinos –la mayoría de ellos, jóvenes que como cada mañana se dirigen a los institutos del pueblo– se agrupan en el parque de Cupido, donde las cargas se recrudecen hasta que los trabajadores de la Naval acuden a defenderlos. La Guardia Civil recurre a sus porras y a pelotas de goma y botes de humo –su director general, Luis Roldán (PSOE), reconoció el lanzamiento de 5.240 pelotas y 1.394 botes–; el pueblo, a barricadas y a los adoquines amontonados para las obras de acondicionamiento del parque. Cuando las cosas empiezan a ponerse difíciles para los guardiaciviles, varios de ellos se introducen por error en un callejón sin salida, donde una multitud encolerizada los apedrea sin descanso hasta que agotan todas sus pelotas y todos sus botes. Entonces la muchedumbre observa atónita cómo empiezan a ondear pañuelos blancos en señal de rendición.

Algunos obreros se adelantan y proponen a los guardiaciviles que vuelvan con ellos a la fábrica en calidad de retenidos hasta que los trabajadores pacten con sus superiores las condiciones en las que les será permitido regresar al cuartel. Los agentes aceptan y un gigantesco pasillo humano los escolta hasta la Naval, en cuya puerta principal hay otro contingente de la Guardia Civil que no interviene y cuyo oficial al mando se une a la comitiva para negociar con los trabajadores la libertad de los agentes. Ya en la fábrica –y con el ambulatorio de Reinosa colapsado de heridos–, los obreros ponen dos condiciones para dejar marchar a los guardiaciviles: la devolución de los carnés de identidad de los miembros del comité requisados por la UAR durante el asalto al ‘búnker’ y que la Guardia Civil abandone el pueblo lo antes posible. El oficial acepta las dos condiciones sobre la una de la tarde, la hora prevista para que Antolín –que ya ha sido evacuado al País Vasco en helicóptero– tome posesión como consejero del bipartito de Ardanza.

17 de marzo de 1987. La prensa informa del nombramiento de un fiscal especial para determinar las responsabilidades de lo sucedido los días 11 y 12 y anuncia que obreros de la Naval y vecinos de Reinosa pueden haber incurrido en delitos de detención ilegal, coacciones y atentado a la autoridad, y la asamblea de trabajadores de Forjas reclama la dimisión del ministro del Interior, José Barrionuevo (PSOE), y de Pallarés.

La retención de Antolín y la rendición de los guardiaciviles no gustaron nada en los círculos del poder, que no estaban dispuestos a que las cosas quedaran así. Aún era invierno, pero la Primavera del 87 ya había comenzado.

Era 1987 cuando Antolín salió huyendo de Reinosa
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