jueves. 28.03.2024

De procedencia madrileña y padres leoneses, Arturo García Puente se graduó en la Universidad Autónoma de Madrid en 1988, en el grado en Químicas. A pesar de esto, el destino le tenía guardado un trabajo peculiar, el de farero. Oficio que lleva desempeñando desde hace ya 30 años. Tras una década viviendo en el Faro de Cabo Mayor; en 2001, tuvo que abandonar su hogar debido a la instalación del Centro de Arte de Cabo Mayor. Actualmente, el madrileño reside en Torrelavega, junto a su mujer.

Tras una década viviendo en el Faro de Cabo Mayor, tuvo que abandonar su hogar debido a la instalación del Centro de Arte

“Para ser farero yo tuve que hacer unas oposiciones” porque, “hasta 1992 había que hacer oposiciones, ya que éramos funcionarios”. “Tú hacías las oposiciones, y después de aprobarlas, durante seis meses hacías en Madrid un curso práctico. Y ya dependiendo de las plazas que se ofertasen y de la nota que hubieras sacado en las oposiciones, pedías destino”. Antes de ser farero Arturo estuvo trabajando en una estación radioeléctrica de transmisión de un sistema de navegación, ya obsoleto, en Asturias. 

LA HISTORIA DE UN OFICIO 

Arturo y su mujer llevaban un tiempo pensando en dejar de vivir en Madrid, para irse a otro sitio. “Queríamos salir de allí, porque aquello no nos gustaba”. Así que, un domingo por la mañana se pusieron a ojear en el periódico anuncios y ofertas de trabajo, y entre todas estas una les llamó especialmente la atención; una academia que preparaba a la gente para realizar las oposiciones de farero. Y entre risas y bromas, surgió la idea: “Medio de vacile con mi mujer comenté: Oye, ¿y si me hago farero?”, decía el madrileño. Tras esto la idea de ser farero rondaba la mente de Arturo, así que al realizar unas vacaciones en el norte de España, este aprovechó para preguntar sobre este oficio al técnico del Faro de Cudillero (Asturias). Dos años después se preparó las oposiciones, las aprobó, hizo el cursillo pertinente y comenzó a ser farero.

MASONES

"El Faro de Cabo Mayor fue construido en 1839, 20 años después de Napoleón. La mayoría de los faros de España son de la época de Isabel II, de la segunda mitad del siglo XIX. Pero este no, este era de los 6 u 8 que quedaban desde el Plan de Secesión Marítima de Isabel II". Desde entonces este edificio guarda consigo 180 años de historia, entre la que se esconde un gran secreto. Y es que según Arturo esta estructura fue edificada por un masón. El farero establece la teoría de que la construcción está compuesta por 3 tramos de 33 escalones, entre descansillo y descansillo, y un último tramo de 12 escalones. “En total son 111 escalones de piedra”, añadía el farero. “Yo cuando los conté la primera vez pensé que me había equivocado, así que volví a contarlos varias veces. Cada vez que subía a lo alto de la cúpula los numeraba, y siempre me salía la misma”. Y a este extraño hecho se le suman los tres relojes de sol, ya bastante deteriorados, que se encuentran en la entrada del faro; debajo de los cuales hay tres inscripciones en latín. En las cuales pone: “Sine sole sileo” (sin Sol no existe nada), “Tulit alter honoris” (tomó otro honor), y “ultima forsan” (última forja). “Debía ser la última construcción de un arquitecto masón, ya que estos adoran el sol como una presencia divina que mira para abajo para observar los actos de los seres humanos”, explicaba Arturo. 

Faro de Cabo MayorFaro de Cabo Mayor

EL FARO DE LA ISLA DE MOURO

El Faro de Mouro es un Torreón que actualmente “funciona con paneles solares", construido en 1860, y situado frente a la península de la Magdalena, en un territorio rocoso de tan solo 1,7 hectáreas rodeado de agua. Hecho que hizo bastante difícil la accesibilidad a este edificio guía de barcos, "hasta 1920 estuvieron viviendo dos familias en él. Y hasta entonces ha habido unas historias de las de no dormir" decía el madrileño. "Hay un libro en el que se cuentan estas historias. Ahí leí que sobre mil ochocientos y algo, uno de los fareros de la isla se murió y le tuvieron allí tres días de cuerpo presente, hasta que pudieron sacarle del faro. En otra ocasión, los suministros no pudieron llegar y tuvieron que estar durante varios días racionando el agua y la comida; y otra vez cuando el hijo de uno de los fareros estaba desembarcando, se cayó y todos presenciaron cómo se ahogaba”. 

Como el farero de Cabo Mayor declaraba, la situación en aquella pequeña península era tan grave que “el faro de la Isla de Mouro fue el primero que se automatizó en España, con gas”. El madrileño comparaba la adversidad de la vida en aquel lugar con la de ser el responsable de El Faro del Caballo (Santoña), aunque según él “por lo menos de ahí podías salir, pero de Mouro no; ya que estabas rodeado de agua”. 
 

El gran oficio del farero en Cantabria 
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