viernes. 19.04.2024

El republicano cántabro Ramiro Santisteban, superviviente del campo de concentración nazi de Mauthausen, murió ayer lunes en París a los 97 años de edad. Santisteban nació en Laredo el 30 de agosto de 1921, fue deportado a Mauthausen el 6 de agosto de 1940 (número de prisionero 3.237) y murió en París el 25 de febrero de 2019.

Esta es la historia de Santisteban y su familia, publicada por deportados.es:

En agosto de 1936, ante el avance de las tropas franquistas, la familia Santisteban huyó de Laredo. A bordo de un barco pesquero consiguieron atravesar el Cantábrico y llegar hasta Francia. Nada más desembarcar en tierras galas, decidieron regresar a la España republicana e instalarse en Cataluña. Allí permanecieron unidos la mayor parte de la guerra, hasta que en febrero de 1939 tuvieron que separarse. La madre y los seis niños pequeños montaron en un tren y fueron a un centro de refugiados en Normandía. El cabeza de familia, Nicasio, y sus hijos mayores, Manuel y Ramiro, aguantaron unos días más en España con la esperanza de servir a la República hasta el último momento. Finalmente tuvieron que atravesar los Pirineos, formando parte del medio millón de refugiados españoles que tomaron el camino del exilio.

Tras pasar por tres campos de prisioneros de guerra, en Trier, Nuremberg y Moosburg, los deportaron en vagones de carga hacia Mauthausen

Los tres fueron recluidos en el campo de Vernet, hasta que en septiembre Francia declaró la guerra a Alemania. Entonces, las autoridades galas trasladaron a los refugiados españoles a otro campo, ubicado en las cercanías de la localidad de Septfonds. A finales de año se incorporaron forzosamente a la 101ª Compañía de Trabajadores Españoles del Ejército francés y partieron hacia la frontera con Bélgica. Su misión, la construcción de una trinchera antitanques y varias carreteras. Cuando en mayo de 1940 Alemania atacó Francia, las defensas aliadas se desmoronaron y los soldados huyeron. Los Santisteban fueron apresados en Amiens. Tras pasar por tres campos de prisioneros de guerra, en Trier, Nuremberg y Moosburg, los deportaron en vagones de carga hacia Mauthausen. Su grupo, formado por 400 republicanos, fue el primer contingente de españoles que llegó a los campos de concentración nazis.

Mauthausen aún se estaba construyendo. Ellos levantaron la mayor parte de las instalaciones, por lo que cada día debían subir desde la cantera enormes piedras para las distintas obras. Las transportaban por una inestable pendiente jalonada por irregulares peldaños, ya que todavía no existía la escalera que hoy conocemos, con sus empinados 186 escalones. Lo peor para Ramiro fue el sufrimiento que le generaba compartir cautiverio con los miembros de su familia. En una ocasión tuvo que escuchar con impotencia la enorme paliza que propinaron a su padre.

Los palos, el hambre, las enfermedades, el olor que emanaba del crematorio, los asesinatos, el duro trabajo… también forman parte de sus negros recuerdos

Los palos, el hambre, las enfermedades, el olor que emanaba del crematorio, los asesinatos, el duro trabajo… también forman parte de sus negros recuerdos. Uno de los peores momentos fue cuando estuvo a punto de perder una pierna. Mientras trabajaba, le cayó una piedra encima, provocándole una profunda herida que le llegaba hasta el hueso. Ramiro sabía que si iba a la enfermería se la cortarían. Por eso aguantó, hasta que un SS se dio cuenta del olor a podrido que emanaba de su pierna. El oficial alemán le tenía cierto aprecio y gracias a él y a la ayuda de un médico español consiguió que no se la amputaran.

Su hermano Manuel fue enviado al subcampo de Steyr donde trabajó en una fábrica de coches. Ramiro, años después, formó parte, con los españoles más jóvenes, del kommando Poschacher que trabajaba en la cantera en el pueblo de Mauthausen.

En los meses finales de la guerra, este kommando se disolvió y sus miembros consiguieron un estatus de semilibertad. A Ramiro le enviaron a trabajar a una panadería de Linz. Antes de su partida, quiso despedirse de su padre. Él y su hermano se armaron de valor y acudieron al mismísimo capitán Bachmayer al que pidieron permiso. Este accedió y pudieron compartir unos minutos con Nicasio.

Manuel cruzó clandestinamente la frontera de España empujado por el deseo de abrazar a su madre, que había regresado a Laredo

La ansiada liberación llegó el 5 de mayo de 1945. Los Santisteban habían pasado casi cinco años de sus vidas en el campo de concentración. Después de un mes de interminable espera, fueron trasladados a Francia con el resto de los españoles. Nicasio estaba muy enfermo y murió pocos días después en un hospital parisino. Manuel cruzó clandestinamente la frontera de España empujado por el deseo de abrazar a su madre, que había regresado a Laredo. La Guardia Civil le asesinó. Los Santisteban habían logrado sobrevivir cinco años en Mauthausen. Sin embargo, unos pocos meses después de la liberación Ramiro se quedó completamente solo.

Su vida cambió nuevamente cuando conoció a la que sería su eterna compañera, Niní. Paradójicamente, ella trabajaba en el ministerio de Justicia francés gestionando los expedientes de los criminales de guerra nazis. Ramiro estaba empleado en la fábrica Renault en la que desarrolló su vida laboral.

El laredano nunca ha abandonado la lucha. Fue presidente de la FEDIP, una de las asociaciones que más ha peleado por los derechos de los exdeportados. Ramiro, además, es uno de los supervivientes españoles que promovieron, con el apoyo de la organización de derechos humanos Nizkor, la querella contra cuatro miembros de las SS que cometieron todo tipo de atrocidades en los campos de concentración. En 2009 viajó hasta Madrid para declarar en la Audiencia Nacional junto con el también deportado Jesús Tello, ya fallecido. La investigación judicial es hoy papel mojado.

Hasta 2007, Cantabria no brindó el primer homenaje a sus deportados. En ese momento solo quedaban dos supervivientes de Mauthausen, Lázaro Nates y Ramiro Santisteban, ambos de Laredo.

En 2010, en su pueblo se inauguró el monumento en memoria a los once laredanos deportados a los campos de concentración de la Alemania nazi

En 2010, en su pueblo se inauguró el monumento en memoria a los once laredanos deportados a los campos de concentración de la Alemania nazi. De nuevo Ramiro y Lázaro estaban allí. Emocionado, Ramiro destacó: "En los primeros años del tercer milenio, aquellos que fueron llamados "los olvidados" son por fin reconocidos". "Que este momento venga a ser como colocar un eslabón que faltaba en la cadena de la historia de nuestro país". "Y que sirva para dar fe ante las nuevas generaciones de lo que vivieron aquellos hombres y mujeres y cuál fue su destino".

Muere a los 97 años en París el republicano cántabro Ramiro Santisteban, superviviente...
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