jueves. 28.03.2024

La incertidumbre laboral de los trabajadores de Sidenor tiene a toda la comarca en vilo. Es inevitable en estos momentos recordar la Primavera de 1987 en Reinosa. Para ello el periodista Javier Lezaola pasa por La Mirilla de Álvaro Sáenz para hablar sobre este acontecimiento que supuso un antes y un después para la lucha obrera.

Todo comenzó cuando la prensa cántabra informó de que la empresa Forjas y Aceros, conocida en Reinosa como La Naval, declaraba mediante un expediente de regulación de empleo el despido de casi 500 trabajadores de la fábrica. Fue entonces cuando, como recuerda Lezaola, “en el pueblo empezó a cundir una sensación de frustración e indignación ante esta noticia”.

Antolín, el presidente de la fábrica, quien a su vez negaba las afirmaciones de ese expediente de regulación de empleo que iba a sacudir a la comarca, emprendía un viaje a Euskadi, donde pasó  a ocupar la Consejería de Obras Públicas del Gobierno Vasco, gobernado en coalición por el PNV y el PSOE. Fue en ese momento de despedida cuando los obreros decidieron comenzar la reivindicación  de sus derechos. “Cuando Antolín acudió a la fábrica el 8 de marzo a despedirse para irse a Euskadi, los obreros lo retuvieron en la fábrica y ahí comenzó la denominada Primavera del 87”, explica Lezaola, quien continúa señalando lo que pasaría horas después, “a la mañana siguiente se produjo un asalto al búnker donde estaba Antolín por parte de la Guardia Civil y empezó la represión”.

Respecto a esto último, el periodista destaca esa “fuerte” represión tanto en el interior de la fábrica como en las calles de Reinosa. Es en el Parque de Cupido, uno de los lugares más representativos de esta lucha, donde se produjeron los enfrentamientos de los trabajadores y vecinos de la zona campurriana por un lado, y por otro de la Guardia Civil, que terminó, como explica Lezaola en La Mirillasacando pañuelos blancos, rindiéndose y recorriendo la distancia que hay entre Cupido y la fábrica con las manos en alto”, una imágenes que “dieron la vuelta al mundo”, añade.

Los cortes de la Nacional 611 y de la línea ferroviaria y las movilizaciones que “continuaron de forma pacífica” desembocarían en más represión en las calles y en momentos trágicos para Reinosa. “Yo tenía diez años y recuerdo ver pasar las tanquetas”, recuerda Lezaola. Fue el 16 de abril de 1987, Jueves Santo, cuando se produjeron “unas cargas brutales” que nadie olvida.

"Yo mismo, que tenía 10 años me acuerdo perfectamente de ver pasar las tanquetas"

En cuanto a la reconversión industrial que hacía sombra a la comarca,  “se cebó en el eje industrial de Cantabria”, en el Corredor del Besaya y en la Bahía de Santander, que es donde estaban concentradas la mayoría de las fábricas de Cantabria. Lezaola, al hilo del tema, recuerda que  “la reestructuración del sector industrial es algo que se produce en toda Europa después de la crisis del 73”, pero, continúa, “en el Estado español más que una reconversión fue una auténtica desindustrialización”, lo que desembocaría en “un Estado volcado en el sector terciario y sobre todo en el turismo”.

Ese retroceso de la industria, plagado de intereses, en Cantabria supuso la  pérdida de muchos puestos de trabajo y una importante contención de salarios, lo que conllevó “muchas luchas obreras”. Como dato, entre 1978 y 1988 “se perdieron en Cantabria unas 300 empresas”, advierte Lezaola, que añade que “casi el 50% del empleo industrial de Cantabria se vio afectado por estas políticas de reconversión”.

Como periodista, Lezaola recuerda las imágenes y a quienes las pudieron rescatar para que quedara constancia de aquella represión contra los obreros en La Primavera del 87, que “sirvió para que la gente estuviera unida y resistiendo el ataque”.

“La Primavera del 87 sirvió para que la gente estuviera unida y resistiendo el ataque”
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