miércoles. 24.04.2024

Una sartén con un huevo cociéndose posada en la arena no es un extraño sueño, en el desierto es una realidad. A finales de junio en los campamentos de refugiados Saharauis se han llegado a alcanzar los 52 grados a la sombra.

El calor es uno de los factores por los que hace 20 años la Asociación Interpueblos empezó el programa de “vacaciones en paz” mediante el cual niños saharuis son acogidos por familias cántabras durante los meses de verano. En el año 2003 se creó la Asociación de Cantabria por el Sahara, y “adopto” el proyecto.

En el vigésimo año del programa  52  niños  serán acogidos por familias de Cantabria, doce más que hace un año, pero la mitad que en los años en los que el Gobierno de Cantabria otorgaba 30.000 euros al proyecto. “Ahora mismo, económicamente, sólo nos ayuda el Ayuntamiento de Colindres y de Reinosa”, explica Maite Lorenzo, miembro de la ONG Cantabria por el Sahara.

“El gobierno de Diego nos explicó que recibiríamos ayudas económicas mediante Cantabria Coopera pero solo ocurrió el primer año”, razona Lorenzo.

Debido al rechazo del gobierno del PP durante sus años de gestión en Cantabria de ayudar al programa de acogida, diversas asociaciones y ONG tienen que organizar actividades, carreras y conciertos solidarios para que, junto con la ayuda de las familias de acogida este proyecto pueda continuar desarrollándose.

Los 52 niños llegaron el pasado 6 de julio a Cantabria y estarán hasta el 6 de Septiembre. Dos meses en los que tendrán revisiones médicas, gracias a un acuerdo con el Servicio Cántabro de Salud, revisiones oftalmológicas, gracias a un convenio acuerdo con la red de ópticas Centro de la Luz, y revisiones odontológicas, con un acuerdo con el Colegio de Odontólogos de Cantabria.

Todas estas revisiones, junto con evitar el calor y tener una alimentación sanitaria conforman el factor de motivos humanitarios, uno de los motivos por los que según Lorenzo es importante este proyecto, y ha añadido que el resto de causas es “el denunciar in situ la situación del pueblo saharui y el reforzar el aprendizaje del español”.

Esto último es muy  importante ya que es el segundo idioma que se aprende en la escuela. Se debe a los muchos lazos que nos unen, debido a que durante varios siglos fueron ciudadanos españoles.

Pese al abandono que desde 1975 está sufriendo el Sahara por parte de  los diversos gobiernos españoles  conservan como segundo idioma el español y como segunda moneda la peseta, por lo que el lazo sentimental y solidario es más profundo que con cualquier otro pueblo, y es que los abuelos de los niños que este verano estarán en Cantabria aún conservan su pasaporte español, por si algún día les sirve para ser reconocidos por el gobierno, y recibir protección del gobierno de un país que les da la espalda.

Veinte años de Vacaciones en paz
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