jueves. 28.03.2024

Por más que pase el tiempo, el recuerdo siempre queda presente, latente en la sociedad. Recordar no es más que repasar el pasado para mejorar el presente, y por eso muchas historias deben contarse desde el principio, rememorando todo aquello que las engloba.

La industria cinematográfica española tiene una larga historia que, aún marcada por la dictadura franquista y todo lo que ello trajo, ha sabido modernizarse a lo largo del tiempo. No obstante, el mundo del cine en España no puede describirse sin hablar de una serie de cineastas y personajes que ayudaron, en cierto modo, a cambiar el rumbo del entretenimiento en España.

Uno de estos precursores fue Mario Camus, guionista y director cántabro que, a sus 85 años de edad, recuerda su trayectoria cinematográfica. De hecho, desde que comenzó su actividad profesional en 1959, Camus ha adaptado obras y ha creado películas y series propias de gran calibre como ‘Los santos inocentes’, ‘La colmena’, ‘La casa de Bernarda Alba’ o ‘Digan lo que digan’, entre muchas otras. Asimismo, el cántabro ha sido galardonado con diversos premios Goya, además de haber recibido estos reconocimientos en varias de sus obras.

- ¿Cómo definiría usted a la figura de Mario Camus?

Uno hace una carrera complicada. Pero en aquel tiempo era muy difícil ingresar en la escuela de cine y terminar allí. De hecho, el cine estaba un poco alejado de nosotros porque era otro mundo. Logras asomar la cabeza, hacer proyectos… Tienes un éxito, mayor o menor. Así continúas, a veces a trompicones, a veces de una manera normal. No hay tiempo de hacer juicios, de historiar. Solo sé que he hecho de todo, desde proyectos que han ido muy bien hasta otros que se podrían haber hecho mejor.

No me ha dado tiempo a preguntarme quién soy porque cuando no estás trabajando estás pensando en cómo trabajar. Siempre he tenido algo que hacer.

- Es un referente de la industria cinematográfica en España.

Soy un director que estudió en la escuela de cine. Sin embargo, primero fui escritor, y nunca dejé de escribir, incluso cuando me jubilé. Fue ese momento en el que no te llaman, no recurren a ti, y no tenía ganas ni fuerzas para aventurarme en más proyectos. 

En este punto me volví a casa, a Santander, que en definitiva es algo que siempre tuve en mente: volver. Aquello se acabó. 

Con esto quiero decir que, después de mi carrera, no sé si soy un referente o no. No he tenido tiempo para pensar en ello porque al final he pasado gran parte de mi vida trabajando. Lo que tengo claro es que si he podido aportar algo al cine, bienvenido sea.

En muchos proyectos recibí censura, pero había que saber lidiar con ella: ocultarla, esquivarla…

- Con obras como ‘Los días del pasado’, ‘La colmena’ y ‘Los santos inocentes’, usted relató las historias de personajes que resultaron ser un espejo de muchos otros desconocidos que padecieron los primeros tiempos de la dictadura franquista. ¿Qué supuso para usted dar voz a estas personas?

Eran obras que ya estaban editadas, por lo que ya había una clara dificultad de adaptación. En muchos proyectos recibí censura, pero había que saber lidiar con ella: ocultarla, esquivarla… El cine es la libertad de contar historias, y eso he intentado siempre.

- ¿Cómo vivió usted con esta falta de libertad?

Conviví con la censura muchos años porque yo empecé a trabajar muy joven, a finales de los años cincuenta. Comencé escribiendo, y mi primera adaptación que se llevó al cine fue ‘Los Golfos’ (1960), que hice con Carlos Saura, en la que intervine en el guion.

Había problemas para sortear la censura, y muchas veces nos quitaban algunas partes de las películas. Entonces tenías que ingeniártelas engañándoles, enmascarando la verdad.

En el caso de ‘Los Golfos’, que era de unos chicos que normalmente robaban, los personajes deciden que el dinero que sacan delinquiendo sea para uno de ellos, que quiere ser torero, y así poder pagar a una plaza para enfrentarse con los novillos o con los toros. Curiosamente, la censura dijo que altruismo no podía haber en esta gente, que no podía haber desinterés, y que tenía que ser por alguna razón donde pensaran que iban a sacar dinero. De manera que hubo que construir una secuencia, ampliarla, donde uno decía: ¡Yo seré tu conductor! La censura no concebía que esta gente pudiera ser altruista o desinteresada.

Conviví con la censura hasta que hubo libertad. A veces la sorteábamos, otras la tratábamos de engañar. Te eliminaban trozos de película, del guion… Todo eso era normal, pero después ya todo pasó y afortunadamente el cine cambió.

Nunca he hecho nada con temor a que fuera complicado o no

- Usted ha dirigido guiones propios y otros adaptados, sobre todo de grandes clásicos del siglo XIX y XX. ¿Cuáles le han resultado más sencillos?

Todas las obras son complicadas y no siempre la que parece más sencilla lo es. Me retiré después de cuarenta o cincuenta años trabajando. ¿Sencillo? Todo es sencillo, pero al mismo tiempo es complicado. Hasta las cosas mas simples se complican por una razón o por otra.

Cuando uno hace algo o acepta hacer algo que le encargan no piensa nunca en las dificultades. Si a alguien le proponen un proyecto y le interesa hacerlo, alguna razón habrá, más allá de las puramente económicas. Nunca he hecho nada con temor a que fuera complicado o no. 

Sí que es verdad que hay proyectos más complejos cuando hay guiones que tienes que adaptar, ya que tienen un plus de complicación porque hay un escritor, vivo o muerto, y tienes que hacer algo que sea tuyo, pero sin traicionar a la obra original. 

Todos hemos tenido dificultades y problemas, pero cuando decidimos hacer frente a ello es señal de que te crees capaz de hacerlo. 

- ¿Qué supuso para usted llevar una de las obras más icónicas de Federico García Lorca, ‘La casa de Bernarda Alba’, a la gran pantalla? 

Complicado es todo, y ‘La casa de Bernarda Alba’ fue un proyecto muy complejo porque era una obra conocida y ya la habían intentado adaptar. Todo surgió a raíz de una llamada de la productora, que me propuso adaptar la obra y acepté. Adapté el guion junto a Antonio Larreta, y nunca pensamos en la dificultad. Es cierto que piensas en el qué van a decir, pero, afortunadamente, el resultado tuvo el beneplácito de la familia de García Lorca.

- ¿Qué opina de la inclusión de las nuevas plataformas digitales?

Ahora soy espectador, ya no busco explicación a cómo se hacen las películas. Seguramente, en mi fuero interno, sí que establezco ciertas afinidades y factores que separan las épocas. 

Siempre ha habido cine, antes, durante y después de mi trabajo. Quiero decir, el cine ha cambiado, pero sigue y seguirá. Lo que pasa es que los tiempos han evolucionado, y el cine se ha adaptado a las nuevas épocas.

El cine no va a desaparecer, sigue teniendo un largo trayecto

- Entonces, ¿cómo cree que será el futuro cinematográfico en España?

El cine se ha ido extendiendo. Antes la televisión apenas contaba nada y de pronto irrumpe y se hacen cosas formidables. Los tiempos van cambiando, y todo se va modificando. Muchos escritores y directores han trabajado para plataformas digitales, televisión, cine convencional… Es algo normal, natural. Lo que está claro es que el cine no va a desaparecer, sigue teniendo un largo trayecto.

- ¿Se plantea aventurarse en futuros proyectos?

No. Sí que es verdad que en una época escribí cuentos con los argumentos de algunas películas que pensaba hacer. Pero poco a poco me fue entrando pereza, pocas ganas… Y no me venían nuevas ideas a la cabeza. Además, ahora los rodajes son más complicados que antes, y con la pandemia los tiempos no son muy propicios.


 

“Conviví con la censura hasta que hubo libertad. A veces la sorteábamos, otras la...
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