jueves. 28.03.2024

El procesado por un delito continuado de corrupción de menores y otro continuado de abuso sexual ha reconocido este lunes los hechos que le imputaba la Fiscalía del Principado de Asturias y ha aceptado penas que suman 17 años de prisión, junto con 39 años alejamiento y 10 de libertad vigilada.

El hombre contactaba con niñas de entre 11 y 12 años a través de la aplicación móvil WhatsApp y se hacía pasar por menor de edad para obtener fotos y vídeos suyas de contenido sexual -que luego compartía por Internet- y, con una de ellas, llegó a mantener numerosos encuentros sexuales, fingiendo ser el padre del supuesto adolescente.

La vista oral estaba señalada para este lunes en la Sección Segunda de la Audiencia de la Audiencia Provincial de Asturias, con sede en Oviedo, aunque el reconocimiento de los hechos por parte del procesado evitó su desarrollo.

Entró en contacto telefónico vía WhatsApp con una niña de 11 años, de la que obtuvo su número por su hijo menor, que acudía al mismo centro escolar que ella

El procesado, desde el mes de mayo del año 2014 y hasta el mes de septiembre de 2014, entró en contacto telefónico vía WhatsApp con una niña de 11 años, de la que obtuvo su número por su hijo menor, que acudía al mismo centro escolar que ella. A través de la niña, el procesado consiguió los teléfonos de otras cinco menores, de entre 11 y 12 años.

Se hacía pasar por un adolescente

El Ministerio Fiscal sostiene que el procesado se hacía pasar por un adolescente, llamado en unas ocasiones Manu y en otras José, y  les hacía creer que vivía en León o Barcelona. En las distintas conversaciones que el procesado mantenía con ellas, les decía que estaba enamorado de cada una de ellas, que quería convertirse en su novio y les pedía a todas, aunque en conversaciones independientes, que le enviaran fotos vestidas, en bikini, desnudas, de sus pechos y órganos genitales. Tras un tiempo recibiendo estas fotos, y ganada ya su confianza, comenzó a pedirles que le enviaran vídeos de mayor contenido sexual.

El procesado envió a las menores cientos de mensajes de texto a cualquier hora del día, diciéndoles a cada una de ellas, de manera individual, que estaba enamorado de ellas, que sería capaz de quitarse la vida si no le demostraban lo que le querían enviándole esos vídeos, o también que terminaría con la relación si no accedían a ello.

Los vídeos comenzaron siendo de escasa duración para alcanzar los treinta minutos, llegando a competir entre sí las niñas al contarles él la relación que mantenía con amigas suyas y el tipo de vídeos que le mandaban, con el objetivo de conseguir vídeos de mayor contenido sexual.

El procesado también mantuvo contacto telefónico con varias menores de edad de la provincia de León. Con una de ellas, de 12 ellos, contactó a través de su hijo menor y, una vez que habló con ella, esta le proporcionó el teléfono de varias amigas suyas, en concreto, de cuatro de entre 11 y 12 años. Ante todas ellas se presentaba como Juan, un chico adolescente, y les pedía fotos y vídeos de contenido sexual, a lo que las menores accedieron.

Compartía con otros pedófilos

El material que fue enviado por las menores al procesado era compartido por este con otros usuarios en las redes pedófilas, ya que tenía instalado el programa Ares, utilizado para descargar y compartir servidores de archivos por Internet, como se acreditó por parte de la Sección de Informática Forense perteneciente a la Unidad Central de Criminalística de la Policía Judicial de Madrid.

Asimismo, el procesado le dijo a una de las niñas -utilizando la identidad de Manu- que si le quería tenía que acostarse con su padre, presentándose el procesado, en fecha no determinada pero en todo caso entre el mes de mayo y septiembre de 2014, como "padre de Manu" y llegando a tener numerosos encuentros sexuales con la menor, unas veces en el domicilio de él y otras en su coche, entregando a la niña regalos que decían ser de su supuesto hijo Manu.

El procesado grabó todos esos actos y los compartió después con otros usuarios en las redes pedófilos (a través del programa Ares), como se acreditó por parte de la Sección de Informática Forense perteneciente a la Unidad Central de Criminalística de la Policía Judicial de Madrid.

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