martes. 19.03.2024

Estamos asistiendo a una carrera entre los gigantes de Internet por intentar acabar con las “fake news” o noticias falsas en la red. Siempre han existido pero desataron una tremenda polvareda al convertirse en un factor cuanto menos significativo en la resolución de las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos. Tanto Google como Facebook no tardaron en darse cuenta de la gran viralidad de este tipo de contenidos y las consecuencias que pueden llegar a alcanzar.

Las noticias falsas pueden buscar dos beneficios diferentes: el económico y el informativo. El beneficio informativo o político no deja de ser obvio, ya que busca desprestigiar o alabar de manera capciosa una determinada postura. El beneficio económico puede parecer más pueril pero también es el más extendido. Editores con pocos escrúpulos buscan lucrarse con contenidos de titulares cuanto menos sensacionalistas, que buscan referir tráfico a su página web, donde el usuario se encontrará con publicidad (en muchos casos no relacionada con la noticia y situada de manera sibilina para inducir al error)  que es precisamente la fuente de financiación de este tipo de páginas. Siempre y cuando la persona que allí acceda sepa que se trata de una información humorística no pasa nada; el problema es que muchas veces se echa mano de argucias para crear noticias que aunque bordeen el esperpento, un individuo no muy experimentado o crítico puede no saber interpretar como tales.

Las noticias falsas pueden buscar dos beneficios diferentes: el económico y el informativo

Google se ha decantado por el "fact check" (verificación de contenidos), una función que está implantando en los diferentes idiomas y que consiste en la verificación de las noticias por parte de editores independientes y organismos privados. Facebook por el contrario se centra más en la idea de diseñar un algoritmo automático en que a partir de los patrones de publicación (si las mismas cuentas comparten siempre a la vez los contenidos de esa página o si la propia página tiene un "historial" de dudosa confiabilidad). Ambas opciones tienen sus pros y contras; la supervisión manual por parte de individuos u organizaciones de un cierto rigor que presenta Google puede presuponerse más segura, si bien los de Silicon Valley se convertirían en dueños y señores de lo que es verdad y de lo que no lo es. ¿Acaso no lo es a día de hoy? Los buscadores y Google sobre todo, son los grandes "bibliotecarios" del saber. Lo que no aparece en su primera página, en la práctica, no existe. Voces de la propia compañía apuntan incluso al caso de que diferentes supervisores lleguen a conclusiones diferentes a la hora de verificar o no una noticia.

Facebook por el contrario es el adalid de lo efímero: la esperanza de vida de su contenido es cortísimo. En pocas horas las publicaciones se ven solapadas por muchas más. Por ello y porque está en el ADN de la compañía fortificar su sistema (ha dado un fuerte empujón a la eliminación de cuentas falsas, que no corresponden a personas reales), optan por lo que mejor saben: extraer conclusiones a partir de los comportamientos de su enorme base de usuarios. Si la misma persona sólo comparte contenidos de una misma página en el justo momento en el que se publican, o si varias cuentas a la misma hora comparten siempre esas mismas noticias serán unos indicios sospechosos a ojos de Facebook. Si esos contenidos se viralizan rápidamente también. Y si además se refieren a temas sensibles o sus editores no tienen una buena reputación harán de ellos un objetivo claro para que el algoritmo de Facebook los penalice y haga que aparezcan más abajo en el muro de cada usuario. 

No es el único paso que Facebook planea dar: su idea es dotar al usuario final de la potestad para evaluar cualquier contenido e igual que ahora puede dar un "me gusta" en un futuro más que próximo pueda indicar "este contenido no es fiable". Pero la empresa de Mark Zuckerberg se encuentra ante una gran disyuntiva: Facebook Ads (su plataforma publicitaria) ha despegado en parte gracias a esos editores de noticias falsas, que pagan a Facebook para que sus publicaciones se hagan virales. 

El tiempo dirá si unos y otros son capaces de poner coto a la difusión de contenidos deliberadamente falsos. Pero el verdadero desafío es el de que todos los usuarios de internet desarrollemos una visión crítica que nos permita separar el polvo de la paja.

¿El Fin de las Noticias Falsas en Internet?