viernes. 19.04.2024

Hasta hace pocos años, la diferencia entre estudiar en un miserable barrio de Lagos o en un exclusivo barrio como el Soho neoyorkino venia dada, mayormente, por los estudios previos del profesor y el material de lectura. Sin embargo, actualmente esta diferencia va aumentando cada vez más por el rol que está tomando la tecnología en los procesos de aprendizaje.

Este asunto no es baladí, y es que según la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones) la tasa de penetración de internet en los países menos desarrollados es del 15%, frente al 81% en los países más avanzados y el 40% en los países en vías de desarrollo. Esta diferencia tan abrumadora, no hace sino que acrecentar las diferencias entre los países más ricos frente a los más pobres. 

Internet como herramienta educacional

La red de redes está demostrando ser uno de los instrumentos que más contribuye a la formación de las personas. Lo que en su día fue un proyecto del departamento de defensa de los EEUU llamado Arpanet, hoy en día permite a cualquier individuo acceder a cantidades ingentes de información. Información que, resulta vital para mejorar el capital humano, recurso que hoy en día se antoja indispensable para aumentar la riqueza de las naciones. 

Así pues, la brecha digital, entendida como la dificultad en el acceso a las nuevas tecnologías, amenaza con seguir creciendo a medida que las innovaciones acontecen con mayor velocidad. Por suerte, existen herramientas para tratar de extender el derecho a la información. Por ejemplo, cualquier persona hoy en día puede difundir sus conocimientos a través de Wikipedia, incluso crear una enciclopedia propia como nos explican desde 1and1. Aunque para ello hay que tener acceso a internet, algo que parece a priori imposible de implantar a lo largo y ancho del planeta.

No obstante, existen proyectos que ambicionan extender el uso de internet. Entre ellos, sigue siendo Facebook el más avanzado. Su proyecto se basa en utilizar drones que sean emisores de Internet, y que estos sobrevuelen zonas donde no hay conexión alguna. Sin embargo, están enfrentando algunos problemas por el momento.

Estonia, un ejemplo de reducción de brecha digital

Estonia es uno de los mejores ejemplos para demostrar que la reducción de la brecha digital está directamente relacionada con el aumento de la riqueza de un país. El país báltico fue pionero al declarar el acceso a Internet como derecho humano básico ya en el año 2000. Además, llevan apostando decididamente por adelantar tecnológicamente la nación con iniciativas verdaderamente revolucionarias como la ciudadanía electrónica.

Los datos hablan por sí mismos, Estonia lidera actualmente los rankings educativos mundiales a la altura de Singapur o Japón. Y por otra parte, el 15% del PIB estonio es producido por empresas de base tecnológicas, con ejemplos bien conocidos como Skype o Transferwise.

Acabar con la lacra de la pobreza en pleno siglo XXI, parece ser a simple vista un objetivo prioritario de los gobiernos de todo el mundo. Lo que no parece estar tan claro es el cómo, aun teniendo ejemplos como el de Estonia o Corea del Sur. En estos países se han lanzado completamente a formar ciudadanos educados al albor de las nuevas tecnologías y la calidad de vida de sus poblaciones no para de crecer.

Las iniciativas desde las instituciones, ya sean las autonomías o el gobierno central, son fundamentales para el cometido de reducir la brecha digital. Incluso los consistorios pueden llevar a cabo políticas educativas para ello, como es el caso del ayuntamiento de Carmago. Sin duda, la información debe ser un derecho universal para que la calidad de vida llegue a cada uno de los habitantes de este planeta.

¿Puede Internet contribuir a reducir la brecha digital en el mundo?
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