miércoles. 24.04.2024

Cuando el mundo se tambalea es difícil pensar en el futuro. Y lo es aún más cuando el rumbo de una vida se desconoce por la falta de certeza de la sociedad. Ahora sí, ahora no. Primero pasamos una crisis, luego nos recuperamos, ahora otra… Y todo ello con un ingrediente esencial: la incertidumbre.

Las generaciones más jóvenes se han encontrado con un panorama donde la seguridad en su futuro es tan cambiante como el transcurso de la vida que, como ha demostrado el año 2020, puede cambiar de un día para otro. 

“Es muy triste que irse de España a buscar trabajo sea por obligación y por sacrificio” 

Tras la crisis de 2008, las oportunidades y el mercado laboral de los jóvenes eran escasas, y miles de ellos tuvieron que recurrir a buscarse la vida en otros países ante la falta de oportunidades que había en el territorio nacional. Se produjo una primera fuga de cerebros que afectó a todas y cada una de las comunidades de España. Ahora, trece años después, la pandemia y la situación socioeconómica está provocando que, de nuevo, muchos de ellos opten por irse fuera del país como la mejor opción para tener una vida digna donde puedan ejercer la profesión que siempre han soñado.

“Es muy triste que irse de España a buscar trabajo sea por obligación y por sacrificio”, explica Lucía Rodríguez, quien se encuentra a un paso de entrar en el mercado laboral. “Lo bueno sería hacerlo por satisfacción, por cumplir un sueño. Pero nuestra generación lleva años teniendo que irse fuera para poder trabajar”.

Lo cierto es que España cerró el año 2020 con un 40% de paro juvenil. Este dato supone que los jóvenes españoles se vean cada vez más desprovistos de una estabilidad laboral y profesional, lo que hace que su vida personal tenga que trasladarse a otro país para poder ejercer aquella profesión que han estado estudiando.

Miedo, incertidumbre, agobio… Todo aquello relacionado con el futuro está rodeado de una falta de certeza que, un año más, sigue asolando la vida de miles de jóvenes que se encuentran a la entrada del mundo laboral. “Las cosas pueden cambiar de un momento a otro. Hay que tener un plan B para poder tener respuesta. Pero es que a veces ni siquiera tenemos la posibilidad de tenerlo”, explica Rodríguez, quien a sus 21 años asevera que “pensar en el futuro provoca mucha ansiedad por la incertidumbre que vive España”.

A ella se suma Alfonso Herreros, quien destaca que “no todos tenemos la misma positividad, y es muy difícil poder tener un plan de vida cuando todo está variando tanto”. Además, asegura que “donde más se aprende a hacer es trabajando, y cuesta que te cojan porque te piden una experiencia que nunca te han dado por eso mismo, porque no la tienes. Es un bucle constante”.

Los jóvenes dicen que “el problema que tiene España con nosotros quizás es la falta de oportunidades que denunciamos año tras año, y que se traspapela entre crisis y reproches políticos con promesas fallidas”, a la par que destacan que “nuestros políticos prefieren echarse asuntos en cara antes que afrontar la realidad: que no hacen las cosas bien”. 

Nicole Solano, quien estuvo viviendo una experiencia de cuatro meses de Erasmus, explica que “en países como Eslovenia es inconcebible que una persona de 20 años no haya tenido la posibilidad de trabajar en su sector. Allí empiezan a trabajar muy pronto, y todo está remunerado”. Además, juzga que, a lo largo de la carrera universitaria, “a lo máximo a lo que podemos aspirar los jóvenes es a un puesto en un espacio de comida rápida. No es lo que queremos. Nosotros queremos ejercer nuestra profesión, cumplir nuestro sueño y que nuestro esfuerzo sea recompensado”.

“Es verdad que depende del sector”, asegura, haciendo especial hincapié en que “lógicamente, esta crisis que estamos viviendo ha hecho que aquellos que se encuentren cursando estudios relacionados con la sanidad tengan más posibilidades laborales”.

“Somos una de las generaciones con una formación más amplia, pero a nivel cultural nos hemos quedado muy atrás”

La pandemia de la COVID-19 ha provocado que el empleo público se haya disparado y haya sumado más de 136.000 puestos de trabajo entre sanitarios y docentes. En este sentido, Alfonso Herreros, quien se encuentra en el sector de la comunicación, asegura que “la mayor meta de muchos de los jóvenes es ser funcionario y tener la vida organizada”. También augura que tan solo “el 20% de los que estudian una carrera acaben dedicándose a algo relacionado”.

Otros, sin embargo, dicen que “en España hay posibilidades”, pero que “lo que tenemos que hacer es destacar”. “Estar mejor formados es bueno y malo. Es verdad que somos una de las generaciones con una formación más amplia, pero a nivel cultural nos hemos quedado muy atrás. Nos hemos acomodado, y no tenemos ni idea de la vida”, aseguran. A ello añaden que “si eres bueno, no importa que haya una crisis”, y que “lo malo de nuestra generación es que lo queremos todo ahora, y sino se nos cae el mundo. Tenemos que aprender a perder”.

Falta de seguridad, incertidumbre, miedo. Las nuevas generaciones se encuentran ante un nuevo panorama tan dispar como inusual. Una crisis ha suplantado a la otra, la falta de oportunidades se ha acrecentado, y la tarea de dibujar un panorama de futuro se ha convertido en una actividad tan complicada como ineficaz, especialmente en un mundo tan cambiante como el que está demostrando ser. Si algo se ha podido sacar en claro del año 2020 es que nada permanece, que un mínimo cambio puede hacer que toda una sociedad se vea interrumpida y paralizada, además de atemorizada.

“Es muy complicado conseguir un trabajo porque muchos te piden experiencia, pero a la vez nadie te quiere dar la oportunidad de adquirirla”

Más allá de COVID-19, crisis económicas y problemas estructurales, España es uno de los países que, históricamente, ha destacado por tener una de las tasas de empleo juvenil más bajas. Todo ello ha provocado las constantes ‘fugas de cerebros’ que, año tras año, se suceden como uno de los mayores “problemas de la sociedad actual”.

Son muchos los jóvenes que destacan uno de los grandes problemas de España: la experiencia. “Es muy complicado conseguir un trabajo porque muchos te piden experiencia, pero a la vez nadie te quiere dar la oportunidad de adquirirla”, aseguran. Además, todos ellos añaden que “muchos piensan que como eres más joven puedes trabajar gratis, y eso es muy injusto”.

Nuestra generación tiene muchas ganas de cambiar el mundo. Tenemos una mente más abierta e ideas innovadoras, y muchos lo ven como un problema. Nos acusan de pasarnos el día en las redes sociales cuando estas suelen ser el germen de grandes proyectos”, explica Lucía Rodríguez, quien destaca que “todos pensamos que tenemos que destacar, pero nos rechazan por ser innovadores. Es totalmente incomprensible”.

Todos ellos coinciden en un aspecto: para triunfar hay que “tener talento, pero también mucha suerte”. Y es que, a pesar de que España carezca de “una relación sólida” con esta generación, algunas empresas siguen confiando en la perspicacia, la originalidad y las nuevas ideas que aportan los más jóvenes.

Quién gana y quién pierde. Es difícil esclarecer quiénes son las víctimas y quiénes los verdugos. ¿Los jóvenes y el sistema? ¿La COVID-19? ¿Las nuevas tecnologías? España sigue siendo uno de los países a la cola respecto al paro juvenil, y eso no hace más que acrecentar la ‘fuga de cerebros’ que, incesantemente, rompe con esas ganas de cambiar el mundo que poseen las nuevas generaciones.

Esa suerte, ese talento, esa confianza escasean en un país que, según explican varios de los ‘fugados’, “desprecia a la población juvenil”. Y quizás no sea cuestión de talento, ni de suerte o confianza. Quizás sea esa oportunidad que nadie se ha atrevido a dar. Esa que esconden los ojos emocionados ante el primer contrato remunerado, el ‘te lo dije’ de un padre o madre, o incluso de un amigo. Ese ‘primer empujón’ que, como denuncian muchos jóvenes, “España no sabe dar”.


 

Continúa la ‘fuga de cerebros’: “Nuestros políticos prefieren echarse asuntos en cara...
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