jueves. 28.03.2024

El 24 de agosto de 1940, un tren con 927 refugiados españoles, cargado con familias enteras, la mayoría catalanes, salía de la estación de Angulema, en la región francesa de la Charente. Cuatro días más tarde llegaron al pueblo de Mauthausen. Los soldados alemanes obligaron a apearse a los varones mayores de 13 años, no les importaba si eran ancianos o niños. Cuatrocientos setenta recluidos en el campo que llegaría a convertirse en uno de los símbolos del holocausto y el exterminio. 

Fueron los españoles los primeros en sufrir las consecuencias de la ira de los nazis

Los españoles deportados desde Angulema fueron los primeros en llegar al campo de concentración. Fueron los españoles los primeros en sufrir las consecuencias de la ira de los nazis, en un momento en que ni los judíos ni los rusos habían llegado todavía para ser objeto de su locura exterminadora.

Nunca se les reconoció como españoles ni se aceptó su repatriación. Los documentos encontrados prueban que las autoridades nazis preguntaron a sus homólogos españoles qué debían de hacer con los “dos mil rojos españoles de Angulema”. El Gobierno de Franco nunca se molestó en ocuparse de este asunto y ni siquiera contestó, dejándoles expuestos a la maquinaria de exterminio nazi. 

Ni un solo monumento honra su memoria en España, ni la más mínima conciencia de haber tenido ese macabro privilegio histórico. 

“El convoy de los 927” recoge el testimonio de una treintena de supervivientes, tanto de los que acabaron en Mauthausen como los que regresaron a España, así como de refugiados que no llegaron a subir al tren en Angulema.

 

Fuente: Búscame en el ciclo de la vida

 

El convoy de los 927
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