jueves. 25.04.2024

La pandemia de la COVID-19 ha impactado a nivel mundial, y fueron muchos los países que ya en el mes de marzo decidieron decretar una serie de medidas, como el confinamiento domiciliario, para evitar la expansión del virus.

Una joven cántabra que lleva más de cinco años viviendo en Londres compró los billetes para volver a España hace tres meses, y a pesar de haber podido retornar al país para pasar las fiestas navideñas en familia, no todo fue tan sencillo. “Hay un grupo de Facebook de españoles en Londres donde iban contando todos los viajes que iban cancelando”, explica, llegando a asegurar que pasó “miedo por no saber lo que pasaría”.

“Volví a España dos semanas después de que acabase el confinamiento domiciliario que habían impuesto en Londres. Por entonces ya había varios colegios y muchos locales cerrados”, asevera. Además, señala que, dependiendo de la región, había una serie de medidas que cumplir. “Es cierto que el Gobierno hizo una serie de recomendaciones, pero al final en cada sitio había cosas muy diferentes. Por ejemplo, en algunos pubs tenías que pagar comida, aunque solo quisieses tomar una bebida”, relata.

De hecho, asegura que “cuando volví de Londres no me pidieron la prueba PCR”. En este sentido, han sido muchas las personas que vieron afectada su vuelta al país por la exigencia de pruebas PCR negativas que, además, España no facilitaba a los residentes en el extranjero, y que se exigía desde el pasado 23 de noviembre. 

Asimismo, explica que, tras ese confinamiento del mes de diciembre que “pretendía preservar la salud pública de cara a la Navidad”, las tiendas y los locales empezaron a “abarrotarse” de gente. En este contexto, comenta que los grandes comercios llegaron a abrir hasta las 22:00 horas, “algo totalmente inusual”.

Durante el confinamiento se reunían seis personas fuera del bar para recoger el take away, pero no había distancia

“Durante el confinamiento se reunían seis personas fuera del bar para recoger el take away, pero no había distancia. De hecho, muchas veces había grupos de amigos que habían llevado incluso comida como pizza”, describe.

Lo cierto es que España y Reino Unido son casi dos polos opuestos. “A la gente de Londres le gustan mucho los pubs”, explica. En este sentido, dice que “cuando querías ir a comer fuera, por ejemplo, había un sistema con el que, a través de un código de un escáner, le explicabas a Sanidad que habías estado en un local. Así, si alguien que hubiese estado en el mismo espacio que tú daba positivo, te lo notificaban”.

“El día que yo viajaba solo había dos vuelos, y tenía mucho miedo de que me cancelasen el mío”, asegura. Asimismo, comenta que “entre que coges todos los transportes para ir al aeropuerto tardas dos horas y, esta vez, como había mucha gente que se iba de Inglaterra, había mucha cola para facturar las maletas”.

De esta forma, también cuenta cómo una mujer se quedó en Londres tras perder el vuelo por las largas colas que tuvo que esperar. “No es solo perder el vuelo, pierdes la PCR”, dice. Además, en este sentido relata que “no hay forma de saber que te has hecho la PCR porque no hay ningún código para saber que te lo has hecho de verdad”. 

Así, cuenta que, como no hay ningún código, “puedes poner el nombre y el DNI de otra persona que da lo mismo”. De hecho, tal y como explica, “la mejor forma de saber si alguien se ha hecho la PCR es comprobar el historial de la farmacia donde se lo ha hecho”.

LONDRES Y LA NUEVA CEPA BRITÁNICA

El pasado 14 de diciembre el Reino Unido comunicó que había encontrado una nueva variante de coronavirus. Así, en este contexto, el país anglosajón acordó aumentar la alerta a nivel 4.

“Allí lo que dicen es que, como ya no saben qué hacer, inventan un nuevo nivel”, explica esta joven cántabra que, tras varios meses fuera de España, ha podido volver. La vida en Londres difiere mucho de la de Cantabria, y es que “al final en una ciudad tan grande como esa no se puede controlar tanto, no es Cantabria, hay muchísima gente”, dice.

No obstante, ciudades como Londres siguen teniendo medidas menos restrictivas que en España. “Cuando sales a la calle no es obligatorio llevar mascarilla. Una vez que estás en el transporte público sí que la tienes que llevar, pero si estas en un autobús de dos plantas la gente se la suele quitar arriba”, describe. 

“En Londres no se lo toman en serio, es muy diferente”, relata, haciendo especial hincapié en que, a pesar de la llegada de una nueva cepa al país anglosajón, la sociedad londinense parece estar cansada de las restricciones impuestas. “Muchos dicen que solo lo hacen para manejarnos, que ya no saben qué inventarse”, describe.

En cuanto a la vuelta a Inglaterra en el mes de enero, la joven dice que pretender volver, pero que “parece que la entrada al país va a ser muy difícil”. 

Lo cierto es que estas navidades han sido de lo más atípicas, al igual que todo lo sucedido en 2020. Muchas personas han tenido que celebrar las fiestas lejos de sus casas como consecuencia de la COVID-19 y de las medidas interpuestas en los diferentes países. No obstante, aquellas otras que han conseguido volver a casa por Navidad, se encuentran ante el problema de viajar, de nuevo, a otros países para continuar con su vida.

“A pesar del riesgo de la nueva cepa británica, cuando volví de Londres no me pidieron...
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