viernes. 29.03.2024

La ciudad de Santander ha sido escenario en los últimos meses de la lucha social y, sobre todo, de los éxitos de las iniciativas ciudadanas en contra de las decisiones de las instituciones, obligando a cambiar de criterio a unos organismos que han actuado en contra del deseo de miles de personas. Semana tras semana, mes tras mes, cientos de vecinos han salido a la calle para protestar contra dos decisiones fundamentales: el nuevo sistema de transporte urbano de la ciudad, conocido como MetroTUS, y los espigones que es estaban construyendo en La Magdalena, y cuyas obras han sido suspendidas este viernes.

Las manifestaciones y las diferentes actuaciones promovidas desde las asociaciones vecinales y conservacionistas han evidenciado la fuerza que la sociedad civil puede llegar a tener en causas que considera injustas o arbitrarias. Es cierto que la proximidad de unas elecciones autonómicas y municipales siempre es un aliciente para que la clase política tome ciertas decisiones, pero aquellos que han vivido en Santander las manifestaciones, los cortes de calles, los autobuses colapsados o las cadenas humanas en las playas habrán sido testigos de una presión que ha ido creciendo de forma progresiva.

En el caso del MetroTUS, el pasado 20 de agosto la alcaldesa de Santander, Gema Igual, se veía obligada a dar marcha atrás a un proyecto heredado de su antecesor en el cargo, el exministro de Fomento, Íñigo de la Serna, en el que el equipo de gobierno del PP ha invertido, según la oposición, alrededor de 7 millones de euros. Desde su puesta en marcha el 1 de febrero la oposición social ha sido más que evidente. Cientos de vecinos denunciaban que este nuevo sistema aislaba a los barrios periféricos, que creaba “vecinos de primera y de tercera”, y que para poder llegar al centro de la ciudad se tardaba más que antes, en algunos casos más de una hora.

Durante los primeros meses el equipo de gobierno encabezado por Igual defendió el proyecto, asegurando que los problemas iniciales eran eso, iniciales, propios de un sistema que tenía que engrasarse. Pero el paso de las semanas no solo demostró que eso era falso, sino que fue aumentando la indignación de la gente, que en sucesivas concentraciones en la Plaza del Ayuntamiento y manifestaciones por las calles de Santander reclamaba la dimisiones y la vuelta al anterior sistema.

La presión social llevó al PP a cambiar el discurso y anunciar que estos primeros meses no eran más que un periodo de prueba del proyecto. Pero eso no calmó los ánimos. Los vecinos y usuarios seguían saliendo a la calle, y no lo hacían solos. Los conductores de los autobuses denunciaban las malas condiciones laborales que había introducido el MetroTUS, con rutas tan cortas que muchos trabajadores estaban empezando a sufrir consecuencias psicológicas y físicas.

Finalmente, y tras siete meses en funcionamiento, el equipo de gobierno del PP ha aprovechado una serie de cambios realizados con motivo del verano para anunciar que vuelve al sistema anterior, aunque por supuesto sin reconocer la “victoria ciudadana” de la que sí habló la oposición. En una rueda de prensa, Igual solo apuntaba que se había escuchado el “sentir” de los vecinos, y que todo había sido fruto de la autoevaluación del proyecto y de las reuniones constantes con los vecinos.

DIQUES

La suspensión de las obras de los diques de La Magdalena anunciada este viernes supone el segundo éxito de una iniciativa ciudadana. Prácticamente cada domingo decenas de personas se han concentrado, y probablemente continúen haciéndolo hasta que desaparezca esta estructura, en el arenal santanderino para pedir la paralización de un proyecto que no solo consideraban innecesario, sino que según varios informes producía afecciones medioambientales, culturales y patrimoniales.

El impacto de estas actuaciones ha tenido su eco tanto en el aspecto político como en el social. Por un lado, diversos grupos de la Corporación han llevado iniciativas al Pleno exigiendo la paralización y la reversión a la situación inicial de este proyecto, algo que también ha hecho el Parlamento de Cantabria. Por otro, las actuaciones de los grupos sociales han sido seguidas no solo por los medios, sino también por la propia justicia, a la que se han elevado en varias ocasiones diversos aspectos del proyecto que, finalmente, han sido archivados. Entre ellos destaca la presunta ampliación del dique ya construido en más de 80 metros de largo respecto a la infografía y el plan original. Las dos iniciativas ciudadanas contrarias a la actuación institucional de Santander se han saldado, por tanto, con un éxito.

Los éxitos de los movimientos ciudadanos
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