sábado. 20.04.2024

Alrededor de todo el mundo el 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ. De norte a sur y de este a oeste las calles de las capitales de todo el mundo se llenan de banderas arco iris como un grito de libertad y una reivindicación de derechos que conmemoran los disturbios de Stonewall acontecidos en 1969, que sirvieron como punta de lanza del movimiento. 

A día de hoy España continúa siendo pionera en materia de derechos para la comunidad, pero cada individuo, cada persona, tiene su propia historia. Un camino que han tenido que recorrer sorteando las dificultades que presentan los entornos familiares, laborales y la propia sociedad como conjunto.

“Viví con mucho miedo el paso de salir del  armario. Siempre temes por el rechazo de tu familia", afirma Rubio

Este es el caso de Carlos Rubio que asegura que descubrió su orientación de manera natural, y sin darse apenas cuenta. “Viví con mucho miedo el paso de salir del  armario. Siempre temes por el rechazo de tu familia, me veía desheredado y con las maletas en la puerta. Fue en Nochebuena y básicamente me dijeron que ya se lo olían. Con mis amigas fue más fácil, sabía que lo iban a entender”,  asegura. 

Pero ese mostrarse al mundo, ese “salir del armario” se repite día a día en diferentes facetas de la vida. Uno de los ambientes más complicados para hacerlo continúa siendo el entorno laboral. “En el trabajo evidentemente ese temor existe, es real y fundamentado. Estamos en 2020 y seguimos con amigues a les que despiden por su orientación sexual/género, mujeres y hombres trans a los que no contratan porque ‘se les nota’. Hay una brecha ahí que está costando mucho salvar y que, si bien afortunadamente no sucede en todas las empresas, sigue siendo muy real. Tener que ocultar tu orientación sexual o tu género para poder conservar tu puesto de trabajo es una realidad”, añade Zaida Martín, que recuerda perfectamente el momento en el que supo que era bisexual: “Me di cuenta de que también me gustaban las chicas cuando le dije a mi prima que de los Hanson me gustaba el del medio. Ella me contestó horrorizada,” ¡pero si parece una chica!" y yo le dije “ah, ¿no lo es?" Y ahí quedó todo, me pasé semanas dándole mil vueltas porque se suponía que no era "normal".

La joven de 21 años, Andrea González, recuerda que se le ha puesto en duda en numerosas ocasiones debido a su bisexualidad. “Estoy de acuerdo con la frase ‘nunca se deja de salir del armario’. Es algo constante, y puede surgir cada vez que interactúas con personas nuevas. Tengo la grandísima suerte, por norma general, de estar rodeada de familiares y amistades que jamás han puesto pegas. Aun así, tengo que reconocer que he escuchado varios comentarios cuestionables al hablar de mi orientación. Algunas personas reaccionan diciendo: ‘bueno, ya se te pasará’, ‘pero si has estado con más chicos que chicas, no puede ser’ o el famoso ‘lo haces por llamar la atención’. La gente bisexual se expone a diario a estos comentarios que invalidan su identidad, te hacen dudar de ti misma, y te catapultan a esa situación en la que te replanteas durante horas si prefieres x o y. Nadie te explica que no hay necesidad de elegir”.

Por su parte, Rox, una persona trans no binaria, asegura que el proceso que vivió fue lento. "Fui saliendo poco a poco; primero con amigues cercanes, luego personas conocidas hasta que hace un par de años salí con mi familia respecto a la orientación", comenta.

"Poco a poco fue entendiendo que no iba a dejar de vivir porque hubiera gente llena de odio"

Vivir frontalmente ese rechazo afectó directamente a este testimonio. “Fue un poco angustioso. Estábamos cenando con unas amigas mi hermano y yo. Había un chico en la mesa de al lado que me parecía muy guapo y lo comenté. Mis amigas lo aceptaron con total naturalidad, pero mi hermano se molestó y se fue a casa. Estuvo un año entero casi sin dirigirme la palabra. A día de hoy mi hermano también es gay y no le culpo ni le guardo rencor, tiene sus motivos para haber reaccionado de esa forma, le comprendo y lo acepto. Fue duro al principio, pero ahora nos llevamos bien. A mi madre se lo dije una mañana mientras pelaba judías verdes y reaccionó con naturalidad. Al principio, tenía miedo de que me pudiera pasar algo malo, pero poco a poco fue entendiendo que no iba a dejar de vivir porque hubiera gente llena de odio. A día de hoy es una gran activista”.

Cada vez son más los municipios que dan un paso adelante y se quieren unir a las reivindicaciones de estas fechas. Este es el caso de Torrelavega. Mario García, de 21 años, forma parte de la organización, al igual que Rox o Andrea. “El orgullo se lleva celebrando en Torrelavega unos años de manos de La Gran Nogara, y la parte festiva nos parece esencial ya que también es una forma de reivindicarnos y de decir que estamos aquí para quedarnos. No obstante, nos parece que Torrelavega todavía tiene un largo camino que recorrer en cuanto a visibilidad LGTB+, por lo que nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento para organizar conjuntamente más actividades consistentes no solo en ampliar esa parte lúdica, sino también centrada en lo informativo y lo didáctico”.

Otro de los principales problemas a los que se enfrenta la comunidad es a la falta de referentes. “Los que hay son sobre todo hombres homosexuales ricos con su vida resuelta que no viven la discriminación de la misma manera que la mayoría del colectivo. A veces puede parecer que somos muy exigentes dentro del colectivo con quienes nos representan, pero es lo que hace falta si queremos que se hable de nuestras opresiones de manera crítica”, matiza Mario. 

Andrea echa en falta la presencia de personas bisexuales en nuestra cultura. “En mi caso, los referentes de mujeres bisexuales están increíblemente minorizados, se nos considera heterosexuales si nuestra pareja es un hombre o lesbianas si es una mujer. Mucha gente aún no ha comprendido que nuestra identidad no depende de la pareja que tengamos, sino de nosotras mismas. Además creo que, por desgracia, la bisexualidad es tan tabú incluso hoy en día, que se nos sigue viendo de personas promiscuas o indecisas, o que estamos ocultando una orientación diferente”.

"El hecho de que la ultraderecha crezca implica una falta de educación social bestial, un uso perfecto de la política del miedo"

La sensación es unánime a la hora de analizar el crecimiento de la ultraderecha dentro del país. “Da miedo, mucho. Ha costado mucho conseguir tantos derechos que ellos nos quieren quitar de un plumazo... A mi modo de ver es un retroceso en todos los sentidos, ya no solo en cuanto al colectivo LGTBI+, también para las mujeres, la cultura, la educación y la sanidad”, asegura Carlos. Por su parte, Zaida Martín añade: “Cuando salieron los resultados de las elecciones y se hizo palpable el éxito de VOX (porque eso es un éxito) pensé que todo por lo que llevamos luchando tantísimos años, tantísimas compañeras y compañeros, estaba peligrando. El hecho de que la ultraderecha crezca implica muchas cosas, una falta de educación social bestial, un uso perfecto de la política del miedo y unes votantes con mucha rabia dentro que lo que quieren es ver todo lo diferente aplastado”. Además, Mario también asegura que le aterra “la idea de que esa gente haya llegado al Congreso, imagínate al gobierno... No son serios, solo entienden de odio, de esperpento político y de defender a su gente”.

En la misma línea, Hugo Martín, un chico gay de 23 años, pide una mayor colaboración por parte de la sociedad. "El miedo es incontrolable pero por otro lado pienso que es una de sus armas más fuertes. Al final la ignorancia y el miedo son los dos pilares de cualquier sistema totalitarista de ultraderecha. En cuanto a la ignorancia, pues bueno, no pueden controlar los conocimientos de la gente, en cambio, el miedo sí que es muy fácil de inducir mediante cacerolitas, banderitas, gritos e insultos. El otro día, paseando mi pareja y yo por Madrid, recibimos dos insultos en cuestión de media hora simplemente por ir de la mano. Incluso un día nos llegaron a escupir en mitad de la calle principal del pueblo. Pero lo que realmente me sorprendió no fueron las agresiones de esta gente, sino la reacción de quienes lo presenciaban. La calle y las terrazas estaban prácticamente llenas, está claro que más de una persona se percató del suceso y absolutamente nadie hizo ni dijo nada al respecto. Con esto no sólo quiero señalar este tipo de actitudes LGTB+fobas, sino también alentar a la gente a que cuando vea o presencie actitudes de este tipo no se callen. Siempre se ha dicho que quien calla, otorga. En este caso, está igual de mal el faltar al respeto como no señalar a quien lo hace".
 

Más orgullosos que nunca
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