jueves. 25.04.2024

'El Acorazado Potemkin' (1925), de Sergei M. Eisenstein -en España no vimos la película hasta 1977-

Los detalles del fotograma de las escaleras de Odesa son quizás la escena más famosa que ha habido en el cine. La traducción cruel y sangrienta de la particular ley bozal o mordaza zarista: los soldados disparan contra los inocentes y cargan contra los que apoyaban a los amotinados.

A quien tenga menos de 40 o 50 años, difícilmente pueda sonarle esta película que se estrena hace noventa y cuatro años, el invierno de 1925 en Moscú, a no ser que sea un amante estudioso del cine. A quien tenga más edad, esta última razón también le sirve para conocerla. Otra razón sería, en este caso, si ha vivido algo, y conscientemente, un régimen de dictadura. En los cineclubes de entonces, podía visionarse esta película, junto con otras muchas, cuando el régimen iba tocando a su fin. No era consciente Sergei Mijáilovich Eisenstein (Riga, 1898 - Moscú, 1948), el director, de que el guion escrito en 1905 y que empezó a rodar en Leningrado, abandonado más tarde por mal tiempo, sería considerada en la actualidad entre las películas mejores en la historia del celuloide. Quizás éramos muy jóvenes para entender y poder explicarnos los principios geniales del lenguaje del cine que había establecido Eisenstein mediante la utilización simultánea de los primeros y los medios planos, con un imperceptible movimiento de la cámara, pero verdaderamente sí percibíamos lo que el director quería transmitir con ello, su tributo al factor espectacular y trágico del drama, las diferentes dimensiones de los personajes a través de los distintos planos para que el espectador se identificase más con unos que con otros…

El explosivo no fue otro que la comida con gusanos que se les servía. No solo el zarismo estaba podrido

La película relata el levantamiento de la dotación del acorazado Potemkin, en la primera Revolución rusa (1905). Si el ejército, en Petersburgo, abre fuego en el domingo sangriento, el 9 de enero, contra quienes participaban en una manifestación, tratando de conversar con el zar, con la consiguiente ira popular, revueltas y huelgas en toda Rusia, el motín de los marineros en Odesa estuvo motivado por sus malas condiciones y por el trato ultrajante y arbitrario recibido por parte de sus superiores. Si bien la insubordinación se avalaba por una idea de sublevación naval más extensa, la cual no progresaría, el explosivo no fue otro que la comida con gusanos que se les servía. No solo el zarismo estaba podrido.

En 2007, Alemania produce un mediometraje para la televisión a través de un documental, Tras la pista del acorazado Potemkin, que intenta rehabilitar la película rusa. Después de varias versiones internacionales de la cinta original y después de la censura que sufrió la misma por parte de Stalin, este documental fílmico logra abordar el propio montaje que Eisenstein proyectó desde su inicio.

‘PELÍCULA PROPAGANDÍSTICA' FRENTE A 'UNA DE LAS PELÍCULAS MEJORES DEL SÉPTIMO ARTE'

Que Stalin encargase esta película a Eisenstein y que la utilizase para fomentar su régimen político es un hecho. Como también lo es que le fuera imposible trascender ese reclamo para aprovechar y no perder la ocasión de tener en su país a un compatriota tan creativo y genial, cuyo carácter heroico y, a un tiempo, poético estaba ya legando un gran paso en la historia del cine.

Fue objeto de sospechas por parte del régimen, y conoció los apuros y amargores de la política cultural rusa

En 1958, muerto el dictador cinco años antes, la Exposición General de Bruselas designa a El acorazado Potemkin como la película mejor en la historia del celuloide. Sin embargo, este artista que se distinguió en el campo de la pintura, la decoración, el cartelismo y en la dirección teatral, fue objeto de sospechas por parte del régimen, y conoció los apuros y amargores de la política cultural rusa.

Nada le importaba a esta el prototipo de montaje que era la esencia de este director, que lo desempeñaba con un realismo y rigor magistrales y con una lectura dialéctica tales que los resultados de esa energía reflexiva en el cine aparecían imaginando, como una huella, un efecto de resonancia, fragor y melodía, siendo que la película era muda. Era su virtualidad, la cualidad que le diferenciaba.

SERGEI MIJÁILOVICH EISENSTEIN

Las fotos de su cerebro las conservó su amigo el neuropsicólogo Luria quien las mostró a sus alumnos para explicar la asimetría de los hemisferios cerebrales. El derecho era de dimensiones extraordinarias, siendo el izquierdo normal. Asimismo, la película también se rodó en un acorazado. Era un rodaje peligroso, al ser un arsenal de explosivos. Era la actitud y la responsabilidad de un joven creador de veintisiete años.

Si añadimos a cada sensacional instantánea, el sentido del ritmo en la sucesión de cada plano artístico de esta película, como decíamos arriba, hace que nos encontremos ante un director con una acción trascendental imponente. Dijimos que en el fotograma de la escena de las escaleras de Odesa puede apreciarse su teoría de los planos, de los primeros planos. También es digno de reconocer el dramatismo sonoro que creaba la dialéctica del cine mudo de Eisenstein.

Existen buenos directores de cine, y existen artistas de la cámara que resultan ser directores de cine admirables, alucinantes. Para quien quiera experimentar estas cualidades del director, eso que le hace ser extraordinario y que deja al espectador poco menos que extasiado, en Wikipedia puede visionarse completa la película, y también en DVD.

'El Acorazado Potemkin' (1925), de Sergei M. Eisenstein -en España no vimos la película...
Comentarios