martes. 23.04.2024

Amenaza PSC-PSOE: mucho lirili y poco lerele

Una relación con recelo y desconfianza: un baile de Pimpinela, olvídame y pega la vuelta.

Pablo Zuloaga se convirtió por unas horas en el ídolo de muchos cántabros, como si fuera el Jason Statham de la política (“Cuando digo que haré algo siempre lo hago”, frase mítica del actor inglés en Parker). Pero, al poco tiempo, mutó en conservador –no del PP, para su tranquilidad y la de los populares también–, en reservón: puso el freno de mano, metió la marcha atrás y, donde dijo rompo el pacto, alumbró el mismo acuerdo o similar. Porque ahora, tanto socialistas como regionalistas, quieren replantear su abrazo de verano y mirarse a los ojos a la luz de la candela invernal. Sin morreos, sin magreos; un frío ‘pacto bis’. Nada de hacerse el amor, únicamente un ‘petting’ lejos de cualquier clímax. Una relación con recelo y desconfianza: un baile de Pimpinela, olvídame y pega la vuelta.

Es lógico colegir que para ese viaje no hacían falta semejantes alforjas

Zuloaga iba para ídolo, porque haría lo que nadie hace en política: romper la baraja por principios. Y sí, hubo principios para finalizarlos muy pronto y dejarlos raudo en la mochila de Marx. No el teórico de la política, sino el actor de lo surrealista, el humorista. Es lógico colegir que para ese viaje no hacían falta semejantes alforjas. Un castizo diría, quizá Groucho también, que el huracán socialista se redujo a “mucho lirili y poco lerele”.

Ahora el líder de los socialistas cántabros es objeto de memes y vídeos en las redes sociales –probablemente injustos– en los que personas anónimas afean  su proceder sin arriesgar nada. Es la comunicación 2020: un renuncio puede costar una carrera o complicarla mucho con la simple presión de una tecla por ciudadanos con careta. Las cartas al director, antes con firma y DNI, galopan ahora a lomos de otra fórmula sin denominación de origen por toda la red. Púgiles que dejan KO a su rival sin pisar un solo palmo de cuadrilátero.

Zuloaga es víctima de su propia estrategia. Y también de un error grave en la medición del impacto de sus palabras. Otros antes también creyeron que destruirían a Revilla. Difícil, casi imposible –creo–, pero para ello hay que empezar por cumplir lo que se dice.

Amenaza PSC-PSOE: mucho lirili y poco lerele
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