viernes. 29.03.2024

Auswchitz-Birkenau y la fosa común del Mediterráneo

Trabajemos por una sociedad más plural, social, justa y democrática, que no se siga incubando el huevo de la serpiente en el seno de la Unión Europea, ni en nuestro propio país.

Han querido las circunstancias que haya tenido que pasar unos días en Cracovia, ciudad por cierto de muy recomendable visita, monumental, hermosa, rodeada de un precioso cinturón verde, escoltada desde la colina de Wawel por el gran castillo,  la entrada por la Barbacana y la puerta de San Florián, hasta llegar a la Plaza del Mercado, centro de la ciudad, con la Básilica de Santa María, la Torre del Ayuntamiento y en el suelo la cabeza de Eros tumbada observa el intenso movimiento de turistas,  vendedores ocasionales y permanentes, artistas... todo ello adornado con hermosas flores en sus terrazas... parece la descripción del mundo feliz.

Lamentablemente a menos de 80 km de allí está situado el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, donde occidente ha realizado uno de los mayores horrores de su historia. Visitar el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau supone bajar a los infiernos  que ni siquiera Dante fue capaz de imaginar tanta crueldad, es sentir un golpe en el corazón, pasar a tener miedo de lo que somos capaces de realizar los humanos, es ver posiblemente el mayor museo del horror.  Por mucho que hayas visitado otros campos de concentración éste te marcará para siempre, apenas tengas un poco de sensibilidad, por más que uno acuda preparado, por lo leído y contado no te deja de asombrar el nivel de crueldad y degradación al que somos capaces de llegar las llamados personas civilizadas.

Describirlo con palabras se me hace imposible, es un sentimiento que me acompañará siempre

Describirlo con palabras se me hace imposible, es un sentimiento que me acompañará siempre, de pena, de rabia, e incluso de miedo, que sirve para darse cuenta de tantas cosas, de la importancia de lo básico, que la maldad existe y puede ser ejercida en su máxima expresión por el Estado con toda su crueldad, de esa multitud silenciosa que mira para otra parte y es cómplice necesaria para que se puedan cometer estos crímenes, quienes eligen líderes como decía nuestro guía,  "la misión de Auschwitz-Birkenau es sobre todo que sirva de recuerdo a nuestra sociedad para ver lo que es capaz de hacer el ser humano cuando es manejado y poseído por ideologías, xenófobas, excluyentes que se creen superiores por donde han nacido, o por la etnia a la que pertenecen".

Caminar entre las vías donde trajeron como ganado a tantas personas para su exterminio, cuyo único delito había sido ser gitano, judío, homosexual, negro... pisar el suelo por donde ellos pasaron y murieron de hambre, frío, en las cámaras de gas, con una inyección de fenol, ahorcados, fusilados... estremece la conciencia de todo bien nacido, te remueve las entrañas. Fue el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana  quien manifestó que "Quién olvida su historia está condenado a repetirla" hoy escrita en el campo de Auschwitz I. Este horror fruto de un movimiento donde unos hombres se consideraban seres superiores y esa posición les permitía decidir sobre la vida de los demás, aquellos que no eran de su etnia, eran para ellos simples animales u objetos. Que nunca se olvide, que sirva a nuestra conciencia individual y colectiva para no realizar nunca más este tipo de atrocidades.

Por ello, cada vez es más necesario luchar por el cumplimento de los derechos humanos en todos las partes de mundo, no inventemos fronteras artificiales, como expresaba cierto político catalán  "las fronteras son cicatrices que nos deja la historia", no hagamos más fronteras, no dejemos morir a nuestras puertas a miles de personas en un cementerio colectivo, en esa gran fosa común que se ha convertido el Mediterráneo para miles y miles de personas, que huían de la guerra y la miseria en busca de un futuro. Cada imagen de esos niños muertos en nuestras orillas, tiene que hacernos recordar la deshumanización de nuestra sociedad. En nuestra tierra también tenemos tristes episodios, no hace falta ir hasta Polonia para encontrar el horror, a veces este llama a nuestra puerta y miramos como sociedad hacia otra parte, la historia será muy dura con estos comportamientos, ojalá no tengamos que avergonzarnos como lo hacemos ahora por los que cometieron el holocausto. A nuestro lado, son todavía muchos los muertos de guerra que siguen  olvidados en las cunetas de los caminos, parece nos de miedo reconocer las atrocidades cometidas por nuestro pueblo, donde junto a grandes hombres, los hay terriblemente miserables.

Cada vez es más necesario luchar por el cumplimento de los derechos humanos en todos las partes de mundo

Trabajemos por una sociedad más plural, social, justa y democrática, que no se siga incubando el huevo de la serpiente en el seno de la Unión Europea, ni en nuestro propio país. Preocupa ver que donde se cometieron estas atrocidades hay ideologías que las intentan ocultar, o simplemente falsear la historia. En nuestro mundo, con todos sus problemas y son muchos, nos cuesta levantar la mirada al horizonte, ver las necesidades más primarias de otros y ser más justos y solidarios.  Cierto que hay muchos trabajando para que esto no ocurra, dignos de apoyo y admiración. La situación actual no es comparable con las atrocidades, la depravación del ser humano y sus actuaciones en estos campos de extermino, con la situación actual de los migrantes y su lucha por un futuro, pero desgraciadamente  lo que empieza a ser comparable es el número de muertos que están yaciendo en el fondo del mar, sin nombre, sin lapida, sin ser ya ni recordados. Hay responsabilidad de los dirigentes elegidos por nosotros y de nuestra sociedad en su conjunto. Hay muchas necesidades, pero no sirvan de justificación, ello no nos haga ser egoístas, ciegos al dolor y la injusticia, que no nos tengamos que avergonzar mañana de la historia que estamos escribiendo hoy.

Auswchitz-Birkenau y la fosa común del Mediterráneo
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