martes. 23.04.2024

El pasado 29 de diciembre, el sociólogo, editor y gestor cultural cántabro Esteban Ruiz presentó en la librería La Vorágine de Santander su nueva obra, ‘Cantabria: Voces de la República y la guerra civil’.

A través del libro, el escritor hace una retrospectiva sobre la Guerra Civil y la República en la Comunidad Autónoma, relatando así el “periodo de cambios acelerados y proyectos disruptivos que acabaron en una dolorosa fractura social”.

- ¿Cómo surgió la idea de hacer ‘Cantabria: Voces de la República y de la guerra civil'?

El origen de ‘Cantabria: Voces de la República y de la guerra civil’ son las situaciones familiares, los espesos silencios con los que respondían mis mayores, sobre todo mis abuelos o mis padres cuando siendo aún adolescente me interesaba por los aspectos del pasado familiar. Se podría decir que la génesis de este trabajo está en las biografías silenciadas de algunos miembros de la familia.

Como en cualquier investigación social que se precie, uno empieza a establecer una serie de redes de preguntas y respuestas, busca testimonios, cómplices… Intenta entender qué es lo que pasa para que alguien mantenga el silencio sobre el pasado familiar.

A partir de ahí uno va encontrando documentos, materiales visuales, publicaciones… Y así empecé a reconstruir ese puzzle de la Cantabria de la República, que fue un tiempo acelerado de cambios, de expectativas, de innovaciones que luego se vieron frustradas con la Guerra Civil.

“La postguerra fue un contexto social muy duro y que hizo que mucha gente se mantuviera callada” 

- ¿Cuál es la clave del libro?

La clave es que se va contando todo aquello que se mantenía en silencio. Normalmente hay un discurso oficial. Es el relato ganador que oculta todos aquellos otros que van apareciendo sorpresivamente de muchas otras personas que permanecieron calladas.

La postguerra fue un contexto social muy duro y que hizo que mucha gente se mantuviera callada. Hubo muchas biografías truncadas en una región que se dividió por la mitad, entre quienes perdieron y quienes vencieron.  Hay un discurso que ha prevalecido hasta no hace mucho tiempo, pero ahora hay muchos trabajos que ayudan a recordar todo lo que se perdió por el camino.

- ¿Ha tenido algún problema a la hora de conseguir las fuentes documentales que componen en el libro?

El apartado documental es potente. Para una construcción histórica sincera es necesario asegurar la pluralidad. Por eso es un libro híbrido entre la memoria oral y los documentos, con muchos archivos visuales que generan resultados muy potentes.

Voy intentando sintonizar y sincronizar los textos que he extraído de muchos materiales, libros, publicaciones, documentos, artículos de prensa, etc. con fotografías que se corresponden con ese momento. De esta forma, hay una equivalencia.

A veces es sorprendente donde encuentra uno material sobre Cantabria: en archivos alemanes, italianos, en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos… Allí hay mucho material sobre documentos de la República y la Guerra Civil en Cantabria que ni siquiera está en los archivos regionales de Cantabria.

‘Cantabria: Voces de República y de la guerra civil’ tiene 540 fotografías, por lo que ha habido una búsqueda documental relevante. Y de este material hay una tercera parte que es material inédito.

“Hay un discurso oficial sobre la Guerra Civil, que es el discurso del vencedor, que ignora y oculta la otra represión” 

- La República y la Guerra Civil marcaron los años 30 y, por ende, todo el transcurso histórico desde entonces. ¿Qué supuso esta época histórica para una comunidad como Cantabria?

En principio, supuso cambios acelerados y mucha tensión entre las viejas inercias, de alguna manera, de los terratenientes y de los poderes instituidos y de una sociedad dinámica, sobre todo en las zonas más industriales, más obreras. Era una lucha entre un pasado hostil a los cambios y a permitir una mayor cuota de libertades y una ciudadanía que estaba buscando más cambios y libertades.

La República supone más cambios en lo civil y en los derechos, como el reconocimiento del papel de la mujer, el derecho al voto, una educación universal para todos, el salario mínimo… Es decir, una serie de innovaciones y novedades que si supusieron muchas tensiones sociales y que acabaron en tensiones sociales que derivaron en un conflicto tremendo. Entonces la tensión sometió a la región a un estrés social muy potente. Fueron tiempos de cambios sociales y de mucho entusiasmo colectivo que acabó frustrado.

- ¿La población de Cantabria tiene una percepción correcta de la represión que sufrieron los antifranquistas durante la Guerra Civil y la postguerra?

No. De hecho, hay un discurso oficial sobre la Guerra Civil, que es el discurso del vencedor, que ignora y oculta la otra represión. Cantabria sufrió por ambas partes y eso generó muchas biografías truncadas.

La gente no quería saber nada de un tiempo que supuso escasez, tiranteces y fragmentaciones familiares. Hubo muchas familias que se rompieron por la elección de un bando u otro.  Hay que poner luz sobre este tiempo.

Gran parte de la sociedad cántabra no sabe lo que sucedió. Se ha cubierto a la República y a la Guerra Civil con un pacto de silencio.

“Hay una corriente política que rechaza el pensamiento crítico porque parece que el desacuerdo es como una traición” 

- En cierto modo, en la actualidad, tras todo lo ocurrido con la pandemia de la COVID-19, ha incrementado la crispación política. ¿Podría vincularse de alguna forma la situación política de aquella época con la de ahora?

No, pero el malestar general causa tensiones y la búsqueda de enemigos da lugar a exabruptos que hemos podido ver en estos últimos meses. Entiendo que haya tensión, pero la Memoria Histórica da luz sobre hechos que se vivieron en esta región que deberían estar claros, y no lo están tanto.

Hay una corriente política que rechaza el pensamiento crítico porque parece que el desacuerdo es como una traición, y todo aquel que no piense igual que ellos es como ‘un mal patriota’ que no debe ser escuchado.

Nadie puede recrear la crispación social de la Guerra Civil, pero sí hay gente que está alimentando la crispación en vez del encuentro y el consenso en torno a la situación que está viviendo España.

- La obra comienza con la proclamación de la Segunda República en 1931 y acaba con la caída de Santander.

Sí, son siete años. Más de uno me ha preguntado si habrá un segundo volumen. En verdad, los años 40 que prosiguen a la obra han de ser contados, lo merecen porque la gente no sabe que Cantabria fue un inmenso campo de concentración donde mucha gente penó por haber sido leal a la República.

- ¿Volvería a hacer una obra similar?

Sí. La apuesta editorial es arriesgada y, si todo va bien, me animaría a contar la segunda parte, que es todo lo que sucede en los años 40 tras la Guerra Civil, una época marcada por el comienzo de la Dictadura en España.

“Cantabria fue un inmenso campo de concentración en la postguerra”
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