jueves. 28.03.2024
MEMORIA

Darío Carmona, la sombra de Neruda en el ‘Winnipeg’

Eldiariocantabria recupera este artículo, publicado hace más de un año, con motivo del 80º aniversario, este miércoles 4 de septiembre, de que el carguero levara anclas en el puerto francés de Trompeloup con alrededor de 2.500 refugiados a bordo.

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Darío Carmona

Cuando en la mañana del 4 de agosto de 1939 el carguero Winnipeg levaba anclas en el puerto francés de Trompeloup, las alrededor de 2.500 personas que iban a bordo respiraban aliviadas una vez habían abandonado definitivamente aquellos campos de internamiento que parecían una continuación  de los que habían logrado eludir en su huida de la España vencida durante la guerra civil española. Más de tres decenas procedían de Cantabria, especialmente del puerto pesquero de Santoña.

Pablo Neruda, el poeta y diplomático chileno, había recibido el mensaje urgente y dolorido de sus amig@s Rafael Alberti y María Teresa León instándole a que hiciera cuanto estuviera en su mano para sacar de aquellos campos de dolor a algunos de los centenares de miles de españoles allí encerrados. Esta solicitud sería trasladada a las autoridades chilenas y fruto de la buena voluntad del presidente Aguirre Cerda nacería la organización de una expedición destinada a transportar hasta el puerto de Valparaíso a varios miles de republican@s.

El nombramiento de Neruda en calidad de cónsul especial responsable de la organización de una expedición que, en principio, había de estar compuesta de unos pocos centenares de refugiados y acabó siendo la más numerosa de todas cuantas surcaron el océano, logró superar las dificultades que el propio cuerpo diplomático del país de acogida se encargó de poner al proyecto, contando a modo de eficaz ayudante con el trabajo de un español también refugiado llamado Darío Carmona, quien de una forma completamente altruista asumió la labor de seleccionar las solicitudes de pasaje que el poeta iba recibiendo en su oficina de París, así como la tarea de control y embarque al pie de la escalerilla que llevaba a bordo del Winnipeg.

Miles de supervivientes han recordado desde entonces con gratitud la obra realizada por Neruda, pero muy pocos rememoran la figura de aquel joven

Miles de supervivientes han recordado desde entonces con gratitud la obra realizada por Neruda, pero muy pocos rememoran la figura de aquel joven que solventó los problemas administrativos y de organización que a diario se iban produciendo hasta el último momento al ordenar las listas de embarque definitivas, colaborando en la realización de un proyecto que, en palabras del propio Neruda, había de suponer “la más noble misión que he ejercido en mi vida: la de sacar españoles de sus prisiones y enviarlos a mi patria. Así podría mi poesía desparramarse como una luz radiante venida desde América entre esos montones de hombres cargados como nadie de sufrimiento y heroísmo. Así mi poesía llegaría a confundirse con la ayuda material de América que, al recibir a los españoles, pagaba una deuda inmemorial”.

Ni Alberti ni María Teresa se unieron a aquella expedición que ellos mismos despidieron desde el muelle francés, para reincorporarse a su trabajo en Radio París; tampoco lo hicieron Neruda y su oficioso secretario, pese a que algunas memorias y relatos (Rojas, Carcedo…) han situado a este último a bordo del carguero organizando una serie de actividades culturales durante la larga travesía de un mes. En realidad, Carmona regresó a París con el matrimonio Alberti-León y allí permaneció durante unos meses hasta que decidió embarcar hacia América, urgido por la declaración de la Segunda Guerra Mundial, partiendo el 3 de diciembre de 1939 desde el puerto de Genova en el vapor italiano Rex con destino a Nueva York, junto con una gran cantidad de pasaje judío de procedencia alemana y de otros países de la Europa Central. Entre ellos se encontraban Darío Carmona y su esposa Carmen Carmona Cejudo, de 28 y 22 años respectivamente, portando sendos pasaportes diplomáticos que les calificaban respectivamente como doctor y ama de casa, nacidos en Santiago de Chile pero con nacionalidad y residencia francesas.

El Winnipeg había llegado el 3 de septiembre de 1939 al puerto chileno de Valparaíso con su cargamento humano. Durante esa larga travesía había surcado dos océanos, atravesado con dificultades un canal, soslayado una Segunda Guerra Mundial, superado un intento de golpe de Estado chileno y cambiado el clima estival europeo por el invernal sudamericano.   

¿Quién era en realidad Darío Carmona de la Puente? 

Pintor, dibujante, periodista, componente precoz de la que luego se conocería como Generación del 27-bis, nació el día 3 de enero de 1911 en la ciudad de Santander, donde su permanencia había sido muy fugaz, ya que su padre se hallaba destinado como militar en el cuartel santanderino, y el último de la saga llegaría en 1916 en Barcelona. Se trataba de Manuel, quien con el paso del tiempo seguiría un destino parejo al de Darío: ambos fueron pintores, comprometidos con la República y con la izquierda política y, como consecuencia, marcharían al exilio americano, aunque Manuel habría de pasar antes unos cuantos años en las cárceles franquistas. 

En 1924, durante la campaña de la Guerra del Rif, el padre habría desaparecido para siempre en la retirada de Xauen, dejando a la familia en una situación de incertidumbre y penuria, hasta que tres años más tarde a su esposa Dolores de la Puente Jiménez le fue reconocida la pensión por el fallecimiento de su marido en acto de guerra.

El joven Darío pasó, pues, su infancia y adolescencia en Barcelona, relacionándose con el núcleo de Hélix, revista editada en Villafranca del Penedés, de la que fue colaborador gráfico, así como de Butlletí, donde uno de los tres dibujos que publicó está dedicado a su editor, Juan Ramón Massoliver. En 1925 la familia decidió trasladarse a Málaga, residencia de un tío con buena posición económica gracias a las rentas que recibían de algunas propiedades en Cuba aportadas por la abuela materna, una criolla llamada Elvira Jiménez.

Contactó con Gala y Salvador Dalí: “Creo que mi hermano le convenció de que usara papel carbón para pasar el dibujo”

En Málaga, junto a su hermano Manuel, estuvo muy vinculado a los jóvenes poetas Emilio Prados, José Luis Cano, Luis Cernuda, Ángel Caffarena, Tomás García y otros miembros de la Generación del 27 a través de su relación con la revista Litoral: se consideraban discípulos de Lorca, quien los visitaba con frecuencia, después de haberlos conocido en 1930 en un merendero. Conoció a Buster Keaton, de paso por España, y cuenta su hermano Manuel que, siendo unos muchachos de 18 y 13 años respectivamente, se ofrecieron a limpiar el coche del famoso cómico cinematográfico y que, con parte del dinero que aquél les pagó, pudo comprarse unos lápices para dibujar; también contactó con Gala y Salvador Dalí: “Creo que mi hermano le convenció de que usara papel carbón para pasar el dibujo”. Resultado de este ambiente artístico es el Cadáver exquisito realizado en Torremolinos por Prados, Gala, Salvador Dalí, José Luis Cano y Carmona. Ésta es, además, la etapa de los dibujos surrealistas de Darío Carmona, muchos de los cuales se encuentran depositados actualmente en el IVAM de Valencia.

dario03Portada de la revista Litoral | JRSV

El taller que Prados instala en Málaga, en el Palacio de los Condes de Buenavista (fábrica de muebles de su padre), constituye la escuela en la que se forman algunos de sus amigos, entre ellos Darío Carmona y Jorge Ravassa Masoliver, activos componentes durante la Segunda República del colectivo malagueño denominado ALA (Asociación Libre de Artistas). En 1930 crea también la serie de doce Dibujos eróticos y dos años después una serie de collages, siguiendo las técnicas de Max Ernst y de las revistas que recibía, piezas que lamentablemente desaparecieron durante la guerra.

dario04Dibujo de Darío Carmona (1930) | JRSV

Pero ya en 1932 Darío no soporta la “dictadura familiar” de su abuelo materno, un general retirado que había participado en la guerra de Cuba, por lo que se fugó a Portugal en compañía de su amigo Jorge y el pintor surrealista Guido Rafaelli, huído del fascismo italiano. En 1933 participó en la I Exposición de Arte Revolucionario de Madrid y su pintura evolucionó hacia el realismo social, haciendo cubiertas de libros -por ejemplo la de Uno (1934) de Carranque de los Ríos y 3 farsas para títeres (1936) de Arconada- y firmó a menudo como "Darío", o tan sólo "D.". En casa de los Alberti-León, trabó amistad con  intelectuales de la época y, sobre todo, con el poeta Pablo Neruda y la pintora argentina Delia del Carril.

La exposición “es asaltada por elementos ultras”, y su obra se perderá durante la guerra civil

En el Ateneo de Madrid, Alberti y su grupo organizaron en 1934 una exposición de pintores y escultores como Cristóbal Ruiz, Arteta, Barral, Alberto, Darío Carmona, Miguel Prieto, invitando expresamente a grupos de obreros a acudir a contemplarlos: la exposición “es asaltada por elementos ultras”, y su obra se perderá durante la guerra civil. De tal relación surgirá el que estos pintores produzcan los futuros carteles de las organizaciones revolucionarias y los dibujos para sus publicaciones. En el barrio de Chamberí les sorprendió la guerra civil y Carmona, como gran parte de los intelectuales izquierdistas, se alistó en las filas del 5º Regimiento, además de pertenecer a la JSU.

También diseñó algunos carteles de propaganda republicana: 'Evita las enfermedades venéreas. Tan peligrosas como las balas enemigas'

Desarrolló amplia actividad como corresponsal de los periódicos madrileños Juventud y Ahora, siendo recogidos algunos de sus trabajos en la Crónica general de la Guerra Civil, editada por María Teresa León (Madrid, Alianza de Intelectuales Antifranquistas, 1937), y en el semanario de la JSU santanderina Nueva Ruta (1936-37), dirigido por el joven Eulalio Ferrer Rodríguez. Fue colaborador gráfico de revistas como El mono azul y Umbral y publicó un opúsculo titulado La juventud en la defensa de Madrid (Valencia, Alianza de la Juventud, 1938). También diseñó algunos carteles de propaganda republicana: Evita las enfermedades venéreas. Tan peligrosas como las balas enemigas para la Inspección General de Sanidad Militar (1937) y, ya en Cataluña, el titulado Ofensiva para Euzkadi, en el cual una campesina vasca señala a los soldados republicanos la necesidad de acudir al País Vasco para defenderlo del fascismo.

dario05Cartel diseñado por Darío Carmona (1937) | JRSV

Durante la guerra civil contrajo matrimonio civil con Carmen Cejudo López, con la cual tendrá dos hijas: Dolores (México, 1941) y Ana María (Chile, 1942). En el verano de 1938 le encontramos en un taller de imprenta situado al pie de los Pirineos, a orillas del río Segre, en el monasterio medieval de Santa María de Gualter, colaborando con Manuel Altolaguirre, Juan Gil-Albert y el fotógrafo alemán Walter Reuter, entre otros, en la edición de un boletín diario del Cuerpo del Ejército. Al caer Barcelona en manos de las tropas sublevadas, inició el camino del exilio en tierras francesas.

Una vez en París, ayuda a Pablo Neruda a preparar la relación de evacuados en el barco Winnipeg: “Los viajeros se mostraban impacientes por zarpar. Y el cónsul especial no hallaba la hora de ver al Winnipeg surcando el mar, con su carga que se salvaría a través de las aguas. Lo secunda un muchacho español, bajito, tirando a rubio, de rostro huesudo, que cecea de lo lindo y es parecido al movimiento perpetuo. Darío Carmona oficia a ratos de secretario suyo”, escribe V. Teitelboim, biógrafo de Neruda. Finalizado el embarque, la misión de Carmona se hace peligrosa debido a la amenaza de los nazis en guerra con Francia, y como otros muchos miles de españoles traslada su exilio a América.

Envía a Neruda un informe confidencial acerca de la difícil situación del poeta Miguel Hernández, encarcelado en España

El primer punto de contacto con su destino americano será Nueva York, desde donde con fecha 28 de diciembre de 1939 envía a Neruda un informe confidencial acerca de la difícil situación del poeta Miguel Hernández, encarcelado en España. De allí pasará a México, y sobre esa estancia tendremos el testimonio de Luis Azcárate, quien anteriormente había coincidido con él en Barcelona y París: “Viviendo yo ya en México como exiliado, di con Darío Carmona, siempre secretario del cónsul chileno en México, el poeta Pablo Neruda, en la casa del pintor exiliado Miguel Prieto, con el que me unía una gran amistad (…) celebramos nuestro encuentro, por supuesto que refiriéndonos al pasado de Barcelona, y yo, con cierta sorna, a su carrera de elegante diplomático”. Más recientemente, el investigador de arte Juan Manuel Bonet también le sitúa en México entre la vanguardia de pintores españoles del exilio, aunque no tenemos noticia de algún tipo de creación artística correspondiente a esa etapa de su vida que no sea la autoría de las ilustraciones para la edición de Mexicayotl, de Ramón J. Sender (Quetzal, 1940). Su estancia y su relación con la pareja Neruda-Del Carril, destinado él en la Embajada de Chile, no fue muy larga, y, como escribirá el poeta, “Darío se fue a Chile, y me siento más solo porque me ayudaba muchísimo a vivir aquí”.

dario06Viñetas de Darío Carmona para 'Mexicayotl', de Ramón J. Sénder (1940) | JRSV

Los testimonios más frecuentes acerca de los primeros tiempos de Carmona en Chile lo vinculan con la profesión de librero-encargado en una de las librerías más importantes de Santiago “donde las señoras llegaban a preguntarle qué libro podrían regalarle a sus maridos” y “enamoró con sus ojos verdes y su verbo fascinante a mujeres de diversas nacionalidades”. Después de casi diez años de inactividad artística, regresa al campo de la ilustración de libros, encargándose, con otros pintores de Chile, de las portadas a todo color de una colección de volúmenes publicada por la Editorial Rapa Nui, especializada en literatura infantil: Mac, el microbio desconocido (1946) y El rey de los atunes (1947), ambos de Hernán del Solar, Los anteojos del Dr. Olid (1947), de Gastón Colina, y Mijail, de Bat Palmer (1947), son de su responsabilidad, así como el trabajo de editor en la Editorial Pacífico.
 
En 1949, siendo ya un reconocido periodista, crítico de arte y de cine en la revista Ercilla, consigue reclamar de España a su hermano Manuel, liberado de prisión después de haberle sido conmutada la pena capital: “Mi hermano Darío escribía en Ercilla un reportaje denominado “Un personaje al trasluz” (Hemingway, Churchill, Allende...) y a través de una serie de anécdotas inteligentemente escogidas, lograba que el lector tuviera una idea mucho más clara de ese personaje totalmente deshumanizado por los simples datos históricos”, recordará Manuel muchos años más tarde. Al llegar éste a Santiago, le esperaba Darío acompañado por el médico Salvador Allende Gossens, quien le quería mucho y “le invitaba a su casa todas las semanas. Tío, le llamaban a mi hermano sus hijas, Isabel y Beatriz”.  Viaja como enviado especial a Punta del Este (Uruguay), Moscú, República Federal Alemana, Italia, Francia, Inglaterra…, convertido en un periodista de prensa y televisión famoso  por sus reportajes y entrevistas.

Intermedio en Cuba

En La Habana le recuerda Luis Azcárate: “Al ir al aeropuerto José Martí (…) a despedir a un amigo, me encontré con Darío Carmona. Ninguno de los dos sabía que el otro estaba en Cuba. Me explicó Darío que había colgado sus trajes de diplomático y recuperado su profesión de escritor y periodista”. Efectivamente, a Cuba llegó en el año 1962 y comenzó a trabajar como redactor-jefe en la revista Cuba y después también en la revista INRA y en el semanario La infancia. Publicó el librito El joven Lenin (1965) y una selección de sus primeros artículos en prensa forman su otro libro -Prohibida la sombra (reportajes en Cuba) (1965)-, entre los cuales se encuentran dos trabajos sobre la caricatura cubana y una entrevista con el poeta Marcos Ana, recién salido de las cárceles franquistas. El periodista Raúl Rivero rememora del año 1969, en la plantilla de Cuba Internacional, “sobre todo la presencia de Darío Carmona, periodista español que tenía un estilo muy peculiar de escribir, fue un maestro para muchos de nosotros”. Colaboró en el suplemento dominical del diario El Mundo y en La Gaceta de Cuba, disertando en la Universidad de la Habana y en otras instituciones. 

Golpe de Estado en Chile y regreso a España

En Chile, colabora como guionista en dos guiones para cortometrajes: Valparaíso (Hardy, 1959) y Manos creadoras (Balmaceda, 1961). El último regreso a Chile sucedió poco antes del golpe de Pinochet, visitando inmediatamente a su amigo Salvador Allende, pero, como escribirá su hermano, la sublevación “le sorprendió ese fatídico día de septiembre en Santiago (...) se dirigía hacia el estudio de Radio Magallanes para dar su programa literario (...) con su transistor en sintonía con Radio Magallanes (...) pudo llegar a su casa y por lo que oyó de los vecinos le pareció prudente abandonarla y refugiarse en la casa de su ex-mujer Carmen (…) Carmelo Soria le consiguió refugio en el organismo (CEPAL) de Naciones Unidas considerado como zona diplomática (…) Pasaban coches con altavoces amenazando a los refugiados: ¡mañana entraremos a por vosotros! (...) Ante la negativa de la policía de Pinochet a autorizar la salida de mi hermano, el embajador amenazó con interrumpir el vuelo de la Iberia que iba a salir. Ante esa actitud cedieron y mi hermano pudo embarcar en ese vuelo y escapar de otra dictadura.

Una vez en España, se instaló en Torremolinos en casa de Aitana Alberti y tomó contacto con la gente de la revista Litoral, denunciando la muerte de Pablo Neruda, del cual había sido un leal secretario y amigo durante más de treinta años. Prologó la edición facsimilar de Litoral

Ecuador: final de partida

En 1976 acepta una oferta de trabajo para una editorial en Quito y, a pesar de su dolencia cardiaca y contraviniendo los consejos médicos, decide trasladarse a Ecuador, donde conocía a Susana Romoleroux, propietaria de la Librería Pomaire de Quito, a quien nuevamente ayudará en la organización. Todavía le quedarán fuerzas para volver a casarse, esta vez con una ecuatoriana llamada Sonia González. Meses después falleció: era el 17 de septiembre de 1976.

dario07Tomás García, Darío Carmona y José Luis Cano | JRSV

Darío Carmona, la sombra de Neruda en el ‘Winnipeg’
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