viernes. 29.03.2024

Se nos ha ido de repente Enrique… Una llamada de Pilar, su compañera, a medianoche, me ha dejado conmocionado.

Conocí a este hombre polifacético, inteligentísimo, tímido, modesto, sensible, creativo, generoso y mejor amigo en 1974, en el Instituto José María de Pereda de Santander.

Hemos sido amigos desde entonces. Y ya cumplimos los 60.

Con Enrique he compartido durante todos estos años militancia antifranquista primero y anticapitalista y republicana hasta hoy, partidos de béisbol, confidencias sobre nuestros respectivos amores y desamores adolescentes, jóvenes y maduros, marchas y acampadas, viajes más largos, música, literatura, charlas filosóficas, esperanzas, bromas (¡ay! su humor surrealista…), frecuente correspondencia y aún más cartas y mensajes desde que hace unos años se fue a Sevilla (por amor, sí, por amor a una mujer, en estos tiempos de egotismo narcisista e interesado).

También fue farero en Luarca, Pasaia y Cabo Mayor, en Santander. Y más tarde responsable de actividades culturales escénicas en la Autoridad Portuaria santanderina

Enrique Luzuriaga se licenció en Filología Hispánica, pero apenas ejerció esa carrera. Fue poeta, rapsoda, intérprete de guitarra, banjo, trompeta e incluso le pudimos oír a la batería en más de una ocasión. Iba a empezar con la mandolina en cuanto se jubilara, dentro de unos días. Y fue hijo, hermano, cuñado, marido y padre. También fue farero en Luarca, Pasaia y Cabo Mayor, en Santander. Y más tarde responsable de actividades culturales escénicas en la Autoridad Portuaria santanderina. En aquellos años, pasaron por la Estación Marítima de Santander bandas y músicos absolutamente insólitos en la escena cántabra. Y, sin duda, fue posible por su erudito conocimiento de lo que se cocía musicalmente por medio mundo, desde Norteamérica a Centroeuropa o Asia.

Fue capaz de renunciar a ese prestigioso empleo para volver a las balizas de la bahía, y más tarde irse a Sevilla y trabajar como administrativo, y allí siguió tocando música, formando una nueva familia y militando en la izquierda más transformadora.

En sus frecuentes retornos a La Tierruca, planeaba comprar, no muy lejos de donde yo vivo, una cabaña pasiega a la que retirarse en cuanto fuera posible.

Se nos quedan muchas cosas pendientes, amigo mío. No sé ahora cómo hacerlas…

Alfonso García-Oliva Mascarós

Enrique Luzuriaga Martín, in memoriam
Comentarios