sábado. 20.04.2024

En líneas generales, todos los países han puesto el foco en esta ‘nueva normalidad’ en el ocio nocturno y la hostelería. Las reuniones sociales en torno a una mesa, los encuentros con amigos y la actividad de ocio no responsable entre los jóvenes se han considerado el principal foco de contagios en la segunda ola que está afectando a España. Y Cantabria no ha sido ajena a esto, creando una normativa que impide abrir a los pubs, discotecas y locales con licencia especial, limitando además los horarios de apertura de bares, restaurantes y cafeterías. En este contexto, sin embargo, hay locales y empresarios que viven una situación incomprensible derivada de la propia normativa.

“Podemos dar comidas y estamos clasificados como cafetería, pero nada de eso nos exime de la nueva ordenanza”, ha lamentado

Es el caso de Siboney. Como cafetería que es, debería de poder abrir durante el día, y de hecho fue de las primeras que lo hizo cuando terminó el Estado de Alarma, pero desde que entró en vigor la Resolución publicada en el Boletín Oficial de Cantabria (BOC) el pasado 15 de agosto no ha vuelto a abrir sus puertas. El motivo está en una de las modificaciones que incluye esa Resolución, que prohíbe la apertura al público de discotecas, pubs y “locales con licencia especial”, como explica a eldiariocantabria.es uno de los socios, Pedro García. Y es que Siboney tiene una licencia de esas características para poder abrir todo el día, desde las 10:00 horas a las 4:30 de la madrugada.

El objetivo de pedir dicha licencia no fue otro que poder dar más servicio a sus clientes. El local de la Calle Castelar de Santander, aunque clasificado como cafetería, puede dar comidas, poner música -“nunca muy alta”- y abrir hasta más tarde para que sus clientes puedan realizar allí la sobremesa. Pero ese objetivo de “dar más servicio” es lo que ahora les mantiene cerrados, algo que el propio García reconoce que “no pensábamos que tuviésemos que hacer”. “Podemos dar comidas y estamos clasificados como cafetería, pero nada de eso nos exime de la nueva ordenanza”, ha lamentado.

“Es incomprensible, estamos cerrados solo por la licencia, porque no somos como los demás”, explica el propietario de Siboney. El cierre, como recuerda, no supone únicamente no recibir clientes y no tener ingresos. “Seguimos pagando alquileres, los derechos de la SGAE, los derechos de los partidos,…”, apunta García sobre unos gastos para los que “no hay ningún tipo de ayudas”. Y por supuesto, su cierre también genera una cadena en otros negocios como los proveedores de bebidas y materias primas con las que preparar las comidas.

El pasado 21 de septiembre el Parlamento de Cantabria, por unanimidad, pedía al Gobierno autonómico que los locales de ocio nocturno –y con ellos, los que tienen licencia especial- pudieran abrir durante el día a modo de bares. Esta solución habría sido una salida para la situación en la que se encuentra Siboney, pero la decisión, apoyada por los dos partidos que conforman el Ejecutivo cántabro, fue rechazada por el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, unos días después. Y no hay previsión en los próximos días, manejándose principios de octubre como posibles fechas para materializar esa iniciativa.

“No entiendo la razón”, reconoce García, que incide en que la cafetería está preparada y cumple con todas las medidas de seguridad y sanitarias a las que obliga la pandemia de COVID-19. Y las autoridades no le dan una respuesta. Ayuntamiento de Santander y Gobierno de Cantabria se han pasado la pelota unos a otros, pero ahora mismo “la única que tiene en su mano cambiar la situación es la Consejería de Sanidad”.

La posibilidad de un cambio de licencia no es, en estos momentos, una alternativa

Del mismo modo, no entiende tampoco que haya empresarios del ocio nocturno que “no quieren cambiar su forma de trabajo”, cuando eso podría permitirles retomar la actividad. “En España hay locales que se han adaptado y han pedido permisos”, recuerda.

CAMBIO DE LICENCIA

Siboney es prácticamente el único local que se encuentra en esta situación, con posibilidad de apertura durante el día pero sin capacidad para hacerlo por estar incluido en una categoría especial. Y la posibilidad de un cambio de licencia no es, en estos momentos, una alternativa. Pedro García explica que una nueva licencia, aunque el local ya está en funcionamiento, obligaría a “revisar el establecimiento de arriba abajo” y “cambiar la infraestructura, reformar, adaptarlo a nuevas normas”. “Sería como abrir un nuevo local, con normas muy estrictas”, señala. Y eso, hoy por hoy, es inviable, pues el negocio tiene gastos constantes pero no cuenta con ingresos.

El propietario solo quiere poder abrir, sacar a sus trabajadores del ERTE y seguir trabajando cumpliendo con todas las medidas. Es consciente de las imágenes que se han visto en el ocio nocturno, lo que evidencia que “hay locales y empresarios que no han seguido las normas”. No es su caso. De hecho, reconoce que ha perdido clientes por no dejarles entrar sin mascarilla  y por cumplir con todas las normas, que “hay gente que no respeta”.

Respecto a los incumplimientos, para García la solución no está en un cierre completo. “Todo tiene solución”, señala, como contar con “más personal y más policía para controlar los locales que no pueden abrir”.

“Nosotros estamos luchando por ello, por mantenernos abiertos y respetar las normas”, reconoce, no solo por su propio negocio sino por la salud y frenar la pandemia. Y aunque señala que “se gasta más en higiene, quitamos de otros sitios” y las cuentas se pueden equilibrar.

“Es incomprensible, estamos cerrados solo por la licencia, porque no somos como los demás”
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