viernes. 29.03.2024

España es un motel sin memoria

La supremacía moral sigue en manos de los verdugos, de sus hijos y nietos. Por eso ellos imponen las reglas del juego: solo existen unas víctimas, las del terrorismo de ETA que las utilizan para su beneficio político y de paso tapar la corrupción de esa banda organizada para delinquir que es el PP, herederos del franquismo.

Uno de los grandes desastres de la Transición fue pactar una reconciliación que le salía gratuita a los golpistas de la derecha y extrema derecha que se sublevaron contra el orden constitucional de la II República y vencieron en la Guerra Civil. No hubo bemoles para procesarlos y que estuvieran un tiempo a la sombra. El PCE tragó y aceptó la monarquía parlamentaria de Juan Carlos I, herencia envenenada de Francisco Franco Bahamonde. Fue la liquidación del partido de la oposición franquista. Santiago Carrillo que tuvo que beber en las fuentes de su camarada italiano Enrico Berlinguer, el inspirador del eurocomunismo, una socialdemocracia descafeinada que aceptaba la economía liberal, lo pagaría en las elecciones de 1982 ante el arrollador triunfo de Felipe González, el hombre de la americana de pana que apoyó la CIA: fuera marxismo y bienvenido Isidoro. El PSOE, que había estado desaparecido en combate durante la dictadura, en el Congreso de Suresnes de 1974 se haría con el espacio electoral de la izquierda para amansarlo como a un rebaño de ovejas. Las condiciones fueron impuestas por los franquistas, que mandaban y mucho, camuflados en la mayoría de familias políticas de la UCD, incluido Adolfo Suárez, y en los siete magníficos de AP, el padre del refundado PP. A fecha de hoy, todavía viven personajes como Rodolfo Martín Villa, que en 1976 era ministro de Gobernación, y máximo responsable político de la matanza de Vitoria. Tiene una orden de extradición a Argentina de la jueza Servini que investiga los crímenes franquistas. El Estado le cubre las espaldas y puede estar tranquilo. Hay que recordar que a Baltasar Garzón se le inhabilitó cuando metió el bisturí en los desmanes de la dictadura.

A fecha de hoy, todavía viven personajes como Rodolfo Martín Villa, que en 1976 era ministro de Gobernación, y máximo responsable político de la matanza de Vitoria

Los policías torturadores de la Brigada Político y Social han estado de rositas hasta que un colectivo ciudadano de víctimas del siniestro Billy El Niño ha comenzado a interponer denuncias judiciales. La Ley de Memoria Histórica de ZP se incumple sistemáticamente y aunque es de mínimos queda en papel mojado para los principales asuntos: los 100.000 españoles del bando republicano, defensores del orden constituyente, que están enterrados en cunetas y fosas comunes y la ignominia del Valle de los Caídos donde está enterrado Franco.

Supremacía moral del franquismo

Este recordatorio sitúa todavía a las dos Españas en el siglo XXI. La supremacía moral sigue en manos de los verdugos, de sus hijos y nietos. España es un motel sin memoria. Por eso ellos imponen las reglas del juego: solo existen unas víctimas, las del terrorismo de ETA que las utilizan para su beneficio político y de paso tapar la corrupción de esa banda organizada para delinquir que es el PP, herederos del franquismo. Con motivo del vigésimo aniversario del asesinato del concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco, han pretendido imponer que hay víctimas de primera y segunda categoría. No existió el GAL y el 11-M, y qué decir del genocidio franquista.

Lo más repugnante es que la Fundación Miguel Ángel Blanco ha servido de tapadera para la financiación ilegal de la trama Gürtel

La culpa al final es de unos recién llegados como Podemos o de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que con buen criterio consideró injusto colocar una pancarta conmemorativa a Miguel Ángel Blanco, ella que estuvo amenazada de muerte por ETA. Al día siguiente se desarrolló un acto en memoria de todas las víctimas con una mención especial al edil de la localidad vizcaína. La caverna mediática seguía escupiendo baba y odio. "Infame", "miserable", "inadmisible" son algunos de los insultos que han pronunciado estos días dirigentes del PP actuales y pasados a Carmena por no desplegar una pancarta en el edificio del Ayuntamiento de Madrid con Miguel Ángel Blanco. Matías Alonso, coordinador del Grupo de Recuperación de la Memoria Histórica, ha comentado que es “atroz” que a Marimar Blanco, hermana del concejal asesinado y diputada del Congreso por el PP, “le moleste mezclar víctimas de ETA y del franquismo. Todas son víctimas de la intolerancia”. Sería impensable en Alemania. Y lo más repugnante es que la Fundación Miguel Ángel Blanco ha servido de tapadera para la financiación ilegal de la trama Gürtel.

España es un motel sin memoria
Comentarios